La situación interna del Emirato no permitió a Abderramán I dirigir las habituales aceifas a los territorios cristianos del norte. Su reinado de treinta y dos años transcurrió entre luchas internas para sofocar la resistencia del anterior emir, Yusuf al-Fihrí, y de sus hijos, de los sirios partidarios de los abasíes y de los bereberes asentados en la Península.
Vida
Infancia y juventud
En la confusión general producida por el cambio de dinastía, África había caído en manos de caciques locales, antiguos emires o tenientes de los califas omeyas, que ahora buscaban independencia y no le apoyaron.[6] Después de un tiempo Abderramán descubrió que su vida estaba amenazada y huyó aún más lejos hacia el oeste, refugiándose entre las tribus bereberes de Mauritania (en la tribu de los Nafza a la que pertenecía su madre) pero estos terminaron por expulsarlo.[6] En sus viajes le acompañaban Bard y algunos pocos fieles a los omeyas.[8] En medio de estos peligros mantuvo sus ánimos gracias a su confianza en una profecía de su tío abuelo Maslama, según la cual él restablecería la fortuna de su familia.[8]
Llegada a la península
El joven Abderramán, acompañado por su leal vasallo Badr, y después de atravesar todo el norte de África, llegó a Ceuta en 755, y desde allí envió un agente a la Península Ibérica para buscar los apoyos de otros clientes de la familia, descendientes de los conquistadores de la península, que eran numerosos en la provincia de Elvira, actualmente Granada.[8]El país estaba en un estado de confusión debido al débil liderazgo del Emir Yusef o Yusuf, una simple marioneta en manos de una facción, y estaba dividido por las tensiones tribales entre árabes y los conflictos raciales entre éstos y los bereberes.[6] Esto dio a Abderramán la oportunidad que no había encontrado en África. Bajo invitación de sus partidarios llegó a Bitruh Riyäna (Playa Burriana) en Nerja, al este de Málaga, en septiembre de 755.[8] En el Castillo de Turrush, Algarinejo (Granada), y apoyado por los mozárabes de la fortaleza, reclutó un pequeño ejército con el cual asaltar posteriormente el poder. Ahí fue proclamado gobernante por sus partidarios leales a los Omeyas y los opositores a Yusef.[8] En aquel momento Yusef no pudo hacerle frente porque se encontraba auxiliando a Zaragoza, siteada por los rebeldes.[8] Yusef volvio al sur inmediatamente, pero sus tropas habían sufrido fuertes perdidas en el norte.[8]
En marzo de 756 Abderramán entro con sus tropas en Sevilla, dominaba las provincias de Elvira, Sidona y Reyyo.[9] Abderramán y sus fuerzas, compuestas por sirios, yemeníes y bereberes avanzo por el valle del Guadalquivir, mientras Yusef partio de Córdoba a Sevilla pero al notar el avance de su enemigo volvio a la capital, ambos ejércitos se terminaron por encontrar en las orrillas opuestas del río, pero este estaba con las aguas crecidas por lo que era imposible cruzarlo.[9] Ambas fuerzas marcharon paralelamente hasta el paraje de Al-Musara, a las afueras de Córdoba.[9]
Yusef comenzó negociaciones, y ofreció a Abderramán una de sus hijas en matrimonio y tierras.[8] El 13 de marzo Abderramán conciente del cansancio de sus tropas y el buen estado de las adversarias le propuso a sus hombres aceptar la paz o luchar, sus soldados optaron por la última opción.[9] Viendo que el río había bajado su caudal fingió aceptar la propuesta de Yusef quién le envió animales para alimentar a sus tropas, pero de noche el ejército omeya cruzo el río sin ser notado.[9]
Al amanecer del día siguiente ambas fuerzas se prepararon para la batalla decisiva, Abderramán ordeno sus tropas con la infanteria en el centro y la escasa caballería en los flancos, el futuro Emir era casi el único que montaba un buen caballo de guerra; no tenía bandera, y se improvisó una con un turbante verde y una lanza (el turbante y la lanza se convirtieron en la bandera de los omeyas españoles).[8] Del mismo modo ordeno a sus hombres Yusef.[9] Abderramán iba rodeado de sus hombres más confiables armado con un arco.[9]
La caballería de los árabes omeyas ataco el centro y la derecha de la tropa de Yusef, compuesta por esclavos y bereberes, que huyo, en la lucha se produjo un combate singular entre Jalid Sudi, criado de Yusef y jefe de su caballería, y Habid ibn Adb al-Malik, jefe de la caballería omeya.[9]
Durante la batalla, los yemeníes temieron una huida de Abd al-Rahman en caso de un revés en el combate porque el pretendiente iba montado a caballo. Abd al-Rahman, oidos los rumores, llamó a Abu Sabbah Yahya al-Yashubi y le pidió su mula, lo cual tranquilizó a los ánimos de los yemeníes.[9]
Finalmente los jinetes omeyas y los sirios lanzaron un ataque al centro de la fuerza enemiga, matando a tres comandantes de infanteria, dos de ellos eran hijos de Yusef y Al-Sumayl ibn Hatim, ambos escaparon dando por perdida la batalla y dejaron solo al ala izquierda que resistio hasta bien entrado el día, hasta que sus comandantes fueron muertos y se disperso.[9]
Conseguida la victoria, Abd al-Rahman entró en Córdoba y se dirigió al Alcázar, donde expulsó a unos soldados que se le habían adelantado y estaban saqueando el palacio. Los yemeníes, endadados por la prohibición del saqueo, se dirigieron a Abu Sabbah Yahya al-Yashubi, que les propuso matar al pretendiente con objeto de que el poder pasara de nuevo a manos de los kalbies yemeníes. Su propuesta fue rechazada.[9]
Se proclamó emir independiente de Al-Ándalus en Archidona el 16 de marzo y los abasidas de Bagdad perdieron este territorio.[8] Poco después Abderramán entró triunfante en Córdoba con su espléndido caballo blanco, el día del 'Aid al-Kabir (commemoración del sacrificio de Abraham). Inmediatamente después liberó de la esclavitud a una visigoda conversa al Islam a la que desposó. Ella fue la madre de Hisham I.
Para asegurar su supremacia sobre las demás facciones en disputa Abderramán procuró la creación de un ejército profesional, con el fin de ganar la lealtad de sus hombres el mismo los entrenaba y elegía a sus oficiales.[10] Incluía a cristianos y bereberes entre sus filas.
Emirato
Yusef escapo a Toledo desde donde armo un nuevo ejército y ataco la capital, su hijo entro en ella pero la abandonaron al saber del regreso del Emir.[11] Por su parte el otro jefe rebelde, Al-Sumayl escapo a Jaén y se apoyo a Yusef pero con la nueva derrota de este ambos pidieron la amnistía, el nuevo Emir acepto a cambio de conservar a dos hijos de Yusef como rehenes, entre 756 y 757 ambos jefes derrotados volvieron a Córdoba.[11]
El 13 de mayo de 758 Yusef había escapado a Mérida donde consiguió el apoyo bereber, formando un ejercito de 20.000 hombres con los que marchó a Sevilla donde fue rechazado por los gobernadores locales, retrocedio a Toledo donde gobernaba su primo Hixam ibn Urwa que le dió refugio hasta que Yusef fue asesinado por sus soldados en 759.[10] [11] Al-Sumayl quién no participo en la rebelión fue encarcelado y estrangulado en prisión por orden del Emir.[11]
En 761 Abderraman sitió Toledo, no consiguio tomarla pero si logro un pacto por el cuál se levantaba el asedio a cambio del sometimiento de Hixam, pero este se rebeló nuevamente el siguiente año y uno de sus hijos dado como rehén a Abderramán fue decapitado y su cabeza lanzada por sobre los muros de la ciudad.[10] En 764 Bard junto a Tamman ibn Alqama al-Thaqifi asediaron la ciudad, producto de la dureza del cerco se llego a un acuerdo por el que una facción de la ciudad entregó a Hixam y sus comandantes, llevados a Córdoba donde se les crucifico públicamente.[10] [11]
En 763 los Abásidas enviaron un jefe árabe llamado Al-`Ala ibn Mugaith al-Yashubi al-Hadrami con hombres, dinero e instrucciones para lograr una rebelión contra el Omeya, desde Beja (actual Portugal), Abderramán se preparo para resistir el ataque de Al-'Ala en la fortaleza de Carmona, mando a Bard a la ciudad y establecer un campamaneto en la entrada de esta con gente que le apoyara, mientras los abásidas se distrajeron y dispersaron intentando entrar en la ciudad Abderramán ataco con su caballeria oculta en las cercanias.[11] Los jefes enemigos resultaron muertos y sus cabezas fueron enviadas (las llenó con sal y alcanfor) al gobernador de Túnez con etiquetas con sus nombres en sus orejas.[10]
Durante las constantes rebeliones Abderraman cortaria miles de cabezas para imponer su dominio y sus principales enemigos fueron los bereberes que lo veían como otro conquistador árabe más.[10] Los bereberes habían participado en la conquista de la península pero recibieron las peores tierras, dedicandose en zonas montañosas al pastoreo además de no tener los mismos derechos que los árabes.[10] En 768 el jefe bereber Shaqya ibn Abd al-Walid al-Fatimi se rebelo en la provincia de Cuenca y se proclamó Imán y descendiente de Fátima, desde su refugio en las montañas lanzó varios ataques en el interior de la actual España hasta 777 cuando fue muerto por sus partidarios y su cabeza enviada al Emir como prueba de su sometimiento.[10] Con esto el Omeya expandio su dominio al norte sometiendo el valle del Ebro llegando a los Pirineos.[10]
En 777 desembarco en la costa murciana de Todmir el agitador árabe al-Siqlabi enviado por la corte de Bagdad.[11] De inmediato se movio a Barcelona entro en contacto con el gobernador independiente de Zaragoza Suleyman ibn Yaqzan al-Arabi y con Abu-l-Aswad Muhammad, hijo de Yusuf, con quienes sublevo la ciudad.[11]
Ese año el primer intento de someter Zaragoza fracaso, el ejército fue dispersado y su comandante capturado, los gobernantes de la ciudad eran fuertemente independientes, esperando una nueva ofensiva enviaron una embajada a Paderborn, donde se reunieron con Carlomagno, unico monarca capáz de enfrentar al Emir[10] y asegurar su independencia del centralismo del Omeya, comparado con el feudalismo del rey franco.[12]
En 778 dos ejércitos francos cruzaron los Pirineos, pero Barcelona y Pamplona, ciudades que les habían pedido ayuda les negaron su apoyo, pero al llegar a su objetivo se unieron y retrocedieron por los pasos occidentales produciendose la batalla de Roncesvalles.[12] A fines de 779 Abderramán finalmente conquisto Zaragoza pasando a dominar el valle del río Ebro.[12] En cuanto a al-Siqlabi huyó a Valencia donde fue perseguido por un ejército del Emir que termino por quemarle sus naves, fue asesinado por uno de sus mercenarios y su cabeza fue enviada al Aderramán a fines de 778 o inicios de 779.[11]
También hizo frente a los reinos cristianos, exigiendo tributo al reino Astúr-leonés, que se tuvo que ver obligado a pagar por el potencial omeya.
En cuanto a los yemeníes se sublevaron en dos ocasiones, la primera en Niebla al mando del jefe Said al-Matari al-Yashubi quién se apoderó de Sevilla y se hizo fuerte de nuevo en Qalat Raawac (Alcalá de Guadaira), donde fue sitiado por el emir.[11] En una de las salidas que hicieron los rebeldes para tratar de romper el cerco Said al-Matari resultó muerto. Sus tropas tuvieron que pedir la rendición después de una enconada lucha.[11] Abu Sabbah Yahya al-Yashubi, el influyente jefe yemení que propuso la muerte del emir tras la batalla de Al-Musara ya que se decía que estubo involucrado en la rebelión, se le invito a ir a la capital a manera de reconciliación donde se le asesino.[11]
La segunda rebelión duro un poco más, entre 772 y 774.[11] Mientras Abd al-Rahman I estaba sitiando el castillo de Xabatrán, donde se hallaba refugiado el rebelde bereber Shaqya (diciembre de 772), recibió un mensaje de su hijo Suleymán, gobernador de Córdoba en su ausencia, en el que le anunció la sublevación de los sevillanos al mando de un tal Abd al-Gaffar al-Yashubi, primo del asesinado Abu Sabbah Yahya al-Yashubi, y de Hayat ibn Mulatis con apoyo de los yemeníes locales.[11]
El Emir volvió a su capital pero tras comprobar el tamaño de las fuerzas rebeldes envió a su primo Abd al-Malik ibn Umar al-Marwaní a la vanguardia de sus tropas, quedando él mismo en retaguardia dispuesto a socorrerle.[11] Al-Marwaní envió a su hijo Umayya a explorar, cuando este se encontro con tropas sublevadas huyó siendo castigada su cobardia con la decapitación a manos de su propío padre.[11] Tras esto al-Marwaní arrengo a sus hombres y ataco a los rebeldes destrozando a su ejército, como premio por su valor Abderramán caso a su hijo Hixam con la hija de su primo y le entrego tierras y títulos hereditarios.[11]
El 20 de noviembre de 773 Abderramán entró en Sevilla y ordenó la ejecución de los partidarios de la rebelión. Este hecho le acarreó tal odio entre los árabes que el Emir tuvo que comprar esclavos, es decir, mamelucos, para su ejército, pues aquellos no quisieron entrar a formar parte de sus filas a partir de entonces con tanta voluntariedad como antes.[11]
Los dos jefes yemeníes de la rebelión pudieron escapar, pero el emir les persiguió hasta la vertiente sur de Sierra Morena, donde gracias a una estratagema de su primo les derrotó en el wadi Qais (rio Bembézar) en 774.[11]
Su territorio estuvo muy bien organizado gracias a la eficacia de su ministros, gobernadores en las siete provincias del emirato, caldíes, jueces de las ciudades y el consejo coránico, que procuraba la integración de las diferentes etnias bajo las leyes de Mahoma, como los muladíes (cristianos conversos), mozárabes (cristianos que pagaban tributo extra por permanecer en territorio musulmán) y los judíos, plenamente integrados. Además siempre tuvo 4 ó 5 asesores que le aconsejaban en cada decisión difícil. Entre dichos asesores se encontraba su antiguo vasallo Badr, al que nombró jefe del ejército, y con el que guardaba una cierta amistad.
Ordenó que no se rezase jamás por los abasidas de Bagdad. Fue proclamado príncipe de los creyentes. En las monedas no se hacía ninguna mención a Bagdad y tan solo reflejaban el año en curso y el nombre de Al-Ándalus. Fomentó los cultivos e introdujo la palmera en la península Ibérica. Según la tradición todas las palmeras de España descienden de una palmera que plantó Abderramán I con sus propias manos en el jardín de su palacio de Córdoba.
En 785 decidió aprovecharse el material de una basílica visigoda dedicada a San Vicente para iniciar la construcción de la mezquita de Córdoba, que quedaría para la posteridad como símbolo del esplendor de la España musulmana.[12] Durante sus últimos años inicia un proceso de construcciones masivas para justificar su poder a ojos de su comunidad cuando este ya estaba asegurado[12] tras la derrota de los hijos de Yusef, Abu-l-Aswad Muhammad y Qasim ibn Yusuf, quienes se habían rebelado en Toledo, Abderramán los vencio personalmente en batalla el 11 de septiembre de ese año.[11]
Los cristianos unitarios, que eran los propietarios de dicha iglesia, vieron con buenos ojos la construcción de la mezquita. Para ellos nada cambiaba pues, convertidos al Islam, experimentaban hacia Jesús la misma idea que tenían de él que cuando eran cristianos. Los unitarios no creían en Jesús como dios, ni creían en la trinidad, es más esperaban la llegada de un profeta, quien anunciado por Jesús, completaría y reforzaría su mensaje.
Entre 779 y 780 el omeya Abd al-Salam ibn Yazid y Ubayd Allah ibn Aan, este último sobrino del emir, intentaron derrocarle del poder. Pagaron el intento con su vida.[11]
Años despues, en 783, su tambien sobrino al-Mugira, hijo de su hermano Walid, junto con un hijo del famoso Al-Sumayl ibn Hatim llamado Hudhayl ibn Al-Sumayl, fraguaron otra conspiración que también pagaron con su vida.[11]
También su fiel liberto Badr fue insolente con su señor y cayó en desgracia, siendo temporalmente desterrado a una plaza fronteriza en [772]]. Años más tarde se reconcilió con el emir y recuperó sus bienes confiscados y sus prerrogativas pasadas.[11]
Tuvo tres hijos legítimos que pretendían sucederle, Suleimán, Hisham y Almondzir. Abderramán tomó la decisión de elegir él el sucesor siguiendo una antigua traición oriental. Escogió a Hisham, por ser el más parecido a él tanto en carácter como físicamente, dejándole un legado inmenso.
Nunca llegó a perder ninguna batalla ante ninguno de sus enemigos y en sus últimos años, Abderramán tuvo que lidiar con una sucesión de conspiraciones de palacio, que reprimió enérgicamente. Establecio un estado musulmán unificado que logro detener el avance cristiano por varios siglos y evito el colapso del Islam más rápido.[12] A pesar de ello, fundó la dinastía que aseguró el control omeya de España hasta 1031.[12]
Es posible que después de sofocada la rebelión de los moriscos en el siglo XVI fueran a establecerse en la región de Valencia parte de los descendientes Omeyas que quedaron y hubieran sido obligados a cristianizarse o a salir deportados desde el puerto de Alicante en 1609.
Notas y referencias
- ↑ Foundation for Medieval Genealogy: Moorish spain
- ↑ Paul Lunde, Islamic Seville, January/February 1993 print edition of Saudi Aramco World, p. 20-31
- ↑ André Clot, L'Espagne Musulmane, p.40, Ed.Perrin, 2004, ISBN 2-262-02301-8
- ↑ Ni media palabra: Piedra y color: Año 844 d.C: los vikingos saquean Sevilla (parte I)
- ↑ Ahmed ibn Muhammad al-Maqqari. The History of the Mohammedan Dynasties in Spain, pág. 96.
- ↑ a b c d e Abderramán I 1/5
- ↑ Ahmed ibn Muhammad al-Maqqari. The History of the Mohammedan Dynasties in Spain, pág. 60.
- ↑ a b c d e f g h i j Abderramán I 2/5
- ↑ a b c d e f g h i j k Batalla de Al-Musara (756)
- ↑ a b c d e f g h i j k Abderramán I 3/5
- ↑ a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v Abd al-Rahman ibn Muawiya al-Dajil (756-788)
- ↑ a b c d e f g Abderramán I 4/5
Enlaces externos
Predecesor: Yûsuf al-Fihrî | Emir de Córdoba 756 - 788 | Sucesor: Hisham I |
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