Cualquier análisis serio de la situación de los musulmanes de los Estados Unidos exige tener en cuenta los contactos y relaciones entre el “occidente cristiano” y los pueblos musulmanes [2] , y prestar atención a los aspectos socio-religiosos de los musulmanes norteamericanos. ¿Han influido estas relaciones anteriores al siglo XX en las relaciones actuales? ¿Es “ser musulmán” una cuestión prioritaria para los musulmanes norteamericanos? ¿Forman los musulmanes estadounidenses un grupo cohesionado? ¿Se puede hablar de relaciones de la minoría musulmana con la mayoría en los Estados Unidos? Este ensayo es una tentativa de responder brevemente a estas preguntas de una forma analítica y crítica. Es de esperar que sugerirá cuestiones para una futura investigación.
Los Estados Unidos no colonizaron pueblos musulmanes; de hecho, durante el periodo colonial aconsejaron a los europeos la descolonización de algunas tierras musulmanas. Sin embargo, los Estados Unidos son una extensión política, religiosa y cultural de Europa. Los europeos, en especial los británicos, fueron los “instructores” de los americanos en lo que a los pueblos musulmanes se refiere, y los americanos adoptaron de sus profesores los prejuicios europeos para con los musulmanes. Hasta bien avanzado el siglo XX los medios de comunicación estadounidenses dependían en particular de la agencia de noticias Reuters de Londres para cubrir todas las noticias de Asia, África y Europa. El interés americano por el “oriente” y África se manifestó en instituciones construidas a imagen y semejanza de las europeas. Los estudiosos europeos y algunos inmigrantes eran fuentes de información tergiversada acerca de los musulmanes. De esta manera, la visión religiosa americana no fue menos hostil que la europea. Aunque los americanos estaban menos involucrados que los europeos en actividades misioneras, promovieron la educación occidental en los países islámicos, incluyendo la formación de escuelas, colegios y universidades, y ocasionalmente la inmigración. El papel de “abogado” de los derechos humanos, y la libertad económica y política han hecho que este país sea extremadamente atractivo para musulmanes de diverso origen étnico, como un refugio donde ponerse a salvo de los aspectos más indeseables de sus sociedades.
La composición de la “comunidad” musulmana estadounidense
Los musulmanes estadounidenses forman un microcosmos de la comunidad musulmana internacional. Extraoficialmente, y con exageración, se estima que son diez millones, un número mayor que la población de algunos países musulmanes, pero aproximadamente un 4% de la de los Estados Unidos. Se diferencian respecto a su adhesión religiosa, su origen étnico, su ocupación, riqueza, filiación política y social y su grado de asimilación en la cultura americana. Casi todas las agrupaciones (tawa‘if) islámicas, así como escuelas y tendencias (madhahib) tienen representación entre los musulmanes estadounidenses. Ha habido asimismo muchos cambios internos y conversiones de una a otra escuela. Los famosos cambios doctrinales y sociales de la antigua Nation of Islam son los más notorios [3]; cambios parecidos han tenido lugar en el Moorish Science Temple. Actualmente, ambas organizaciones tienen un amplio reconocimiento como musulmanes “ortodoxos”, o casi [4]. El crecimiento numérico de los musulmanes chiíes puede atribuirse a la influencia iraní (antes y después de la revolución de 1.979), así como a inmigrantes libaneses y de otras nacionalidades. Desde diversos países, como Senegal o la India, llegaron miembros de varias hermandades sufíes y personas de reconocida persuasión “mística”. A pesar de sus puntos de vista “heterodoxos”, los sufíes atraen a musulmanes y no musulmanes. Varios grupos y asociaciones animan a los musulmanes a buscar educación islámica en sus colegios, instituciones educativas americanas, mezquitas, centros, comunidades (yama’a) y también en países islámicos.
La fundación de la comunidad islámica estadounidense no fue un trabajo de inmigrantes sino más bien de “humanistas blancos” euroamericanos descontentos sociales y religiosos. En la década de 1.890 dirigieron sus invectivas contra las tendencias sociales e intelectuales estadounidenses, la jerarquía religiosa cristiana, la colonización europea y las actividades misioneras en los países islámicos. Intentaron corregir la visión distorsionada de los musulmanes y del Islam que prevalecía entre la intelectualidad americana[5] . Sus sucesores más destacados fueron los descendientes de los primeros “inmigrantes a la fuerza”, afroamericanos que ahora constituyen la mayoría de los llamados “musulmanes indígenas norteamericanos”.
La esclavitud, el racismo y sus consecuencias han formado la base de las relaciones entre los afroamericanos y el resto de los estadounidenses. Desde luego, el racismo sigue estando a la orden del día y no hay ninguna diferencia entre las relaciones de los musulmanes afroamericanos con la sociedad mayoritaria y la de los cristianos afroamericanos con la misma mayoría.
El nacimiento de un grupo reconocible de musulmanes afroamericanos puede atribuirse a dos factores principales; uno, el interés intelectual norteamericano por el pensamiento “oriental”, Islam incluido, durante la segunda mitad del siglo XIX, y dos, las primeras inmigraciones de musulmanes, principalmente indios y árabes, a los Estados Unidos a partir de finales del siglo XIX. El pensamiento oriental parece haber sido en definitiva la mayor influencia intelectual del Noble Timothy Drew Ali, fundador de la primera organización musulmana afroamericana digna de mención después de 1913, el Moorish Science Temple [6]. El contacto de afroamericanos con inmigrantes árabes explica la fundación y difusión de posteriores organizaciones, como por ejemplo la famosa Nation of Islam, en 1.931, que se conoció popularmente como “the Black Muslims”. Los inmigrantes indios fundaron ramas del movimiento ahmadí [7] durante la segunda y tercera décadas del siglo XX, a las cuales los euroamericanos dieron mejor acogida que los afroamericanos. El origen de la mayoría de las organizaciones musulmanas afroamericanas conocidas, sunnitas o no, pueden retrotraerse a uno de estos tres primeros movimientos y a los musulmanes que llegaron después de 1950.
Mientras se piensa que el principal motivo de las primeras emigraciones de musulmanes a los Estados Unidos fue el económico, sería prudente tener en cuenta la posibilidad de motivos políticos –escapar de la dominación turca– e incluso religiosos, pues, dada la tendencia islámica hacia el proselitismo, pudiera ser que algunos inmigrantes musulmanes quisieran extender la fe en las distantes tierras americanas. Y en vista de la importancia económica y social de los lazos familiares tradicionales entre los árabes y otros musulmanes es posible que el paso de algunos inmigrantes a los Estados Unidos fuese parcialmente financiado por organizaciones “panislámicas” locales.
No debe descartarse la posibilidad de que élites musulmanas de origen asiático, norteafricano y europeo impulsaran la emigración de personas y familias a los Estados Unidos. Los esfuerzos misioneros de los cristianos euroamericanos en los países islámicos eran despreciables para muchos musulmanes y organizaciones islámicas. El proselitismo islámico en los Estados Unidos pudo haber sido una contramedida y un estímulo para la emigración procedente de los países musulmanes. Estas élites apoyaban en cualquier lugar a los musulmanes antioccidentales, así como a algunos americanos conversos al Islam. Resulta interesante que, a principios de la década de los treinta, W. F. Mohammed (también conocido como Farrad y Fard Mohammed) supuestamente dijo que había sido enviado a los Estados Unidos para despertar a los afroamericanos al Islam, pero no se le atribuye el deseo de mejorar la imagen del Islam y de los musulmanes en América. Que era consciente de la actitud oficial y de la de los cristianos americanos hacia el Islam es algo indiscutible. Es importante señalar que, al contrario que Mohammed A. R. Webb pero igual que Drew Ali, W. F. Mohammed dirigió su atención a los sectores más indigentes y menos cultos de las clases populares estadounidenses.
Los emigrantes indios y árabes pobres y analfabetos tenían frecuentes contactos con los afroamericanos en los suburbios donde residían o en sus lugares de trabajo. Tales contactos introdujeron a los afroamericanos y a otros colectivos en el Islam confesional, cultural y político, así como en los primeros nacionalismos árabes e indios y en ideologías etnopolíticas similares. Los estudiosos del Islam en los Estados Unidos, tanto americanos como extranjeros, han negado casi completamente cualquier posible influencia del pensamiento nacionalista afroamericano (el llamado nacionalismo negro) en la percepción del Islam y de los pueblos musulmanes por parte del colectivo afroamericano.
El factor racial ha sido siempre un criterio básico de identificación en los Estados Unidos, aunque, por su aspecto físico, hay millones de musulmanes que no son inmediatamente distinguibles de muchos afroamericanos. Éstos descubrieron en el Islam una nueva identidad social y religiosa que les dio otra dimensión en su orientación política. Se tomaron muy en serio el énfasis islámico sobre la hermandad y la igualdad. Las actividades anticolonialistas asiáticas y africanas a principios del siglo XX les causaron una impresión favorable, sin tener en cuenta las religiones de los “rebeldes”. Al igual que otros afroamericanos, los que fueron atraídos por el Islam eran conscientes de una corriente en la sociedad americana y europea que percibía a los pueblos del mundo como divididos en “blancos” y “no blancos” o “pueblos de color”. En vista de la situación de las colonias europeas en el llamado Tercer Mundo y de las circunstancias socioeconómicas de los afroamericanos, no es de extrañar que la dicotomía “blancos/no blancos” se expresara como “blancos contra negros”. De ahí que la atracción hacia la fraternidad islámica se viera reforzada por las teorías raciales euroamericanas y por el racismo manifiesto.
La identificación del Cristianismo con los “blancos” se vio facilitada por el color y otras características físicas atribuidas a Jesucristo, a los ángeles y a la jerarquía cristiana de santos, así como por el color y origen de la mayoría de los cristianos occidentales. Contra este conjunto de “verdades” era fácil contraponer al profeta Muhammad, a sus compañeros (incluyendo al etíope Bilal) y otros musulmanes destacados de “la raza negra, más numerosa”. De nuevo fueron los escritos de anatomistas, biólogos y humanistas occidentales, así como los de los estudiantes de historia bíblica, los que promovieron esta tendencia en el pensamiento afroamericano.
La hostilidad de las organizaciones musulmanas afroamericanas hacia los euroamericanos no tuvo jamás parangón. El movimiento Moorish Science Temple y la Nation of Islam [8] tenían entre sus doctrinas básicas las furiosas invectivas contra el gobierno de los Estados Unidos y el menosprecio físico, social y religioso hacia la mayoría euroamericana. El resentimiento menos intenso de las más pequeñas y menos numerosas organizaciones sunníes (“ortodoxas”) fue, sin embargo, resultado de la experiencia afroamaricana; es decir, su amargura hacia los euroamericanos no se expresó como artículo de fe, por lo que su actitud estaba menos relacionada con la adhesión religiosa y las características físicas de la mayoría. Por supuesto, los Moorish y la Nation of Islam no hicieron esfuerzo alguno para intimar con los euroamericanos. Todos los grupos eran, en diversos grados, separatistas.
El segundo grupo, más reducido en número, de “musulmanes indígenas norteamericanos” parece haber sido atraído al Islam a causa de las pobres condiciones laborales, cierto grado de desafecto con la cristiandad establecida, el contacto con inmigrantes y el creciente interés americano en el pensamiento oriental. Aunque el Islam no se dirigió especialmente a los euroamericanos, en principio éstos eran más receptivos que los afroamericanos a los misioneros indios del movimiento ahmadí. A pesar del énfasis que la organización pone en la igualdad y la modernización, parece haber sido incapaz de competir de manera eficaz con las diferentes denominaciones protestantes por la adhesión de las clases bajas norteamericanas y con las teosofías, el budismo, los baha’i [9] y otras denominaciones como alternativa al Cristianismo entre las clases medias.
La autoidentificación de los musulmanes y las relaciones intergrupales
La autoidentifiación de los musulmanes estadounidenses está influenciada por sus diversas experiencias étnicas y sociales, por el modo en que han venido siendo percibidos por los occidentales en general y por la mayoría estadounidense en particular. Identificaciones como “asiáticos”, “africanos” o “de Oriente Medio” son denominaciones geopolíticas occidentales subjetivas [10] e inexactas. En los círculos oficiales y medios de comunicación no existe consenso sobre cuáles son las fronteras del “Oriente Medio”; por ejemplo, el que los pakistaníes y los afganos se incluyan en él o no depende del orador, escritor, agencia u organización. La designación continental “asiático” se aplica casi siempre al “Extremo Oriente”: “indochinos”, y a veces inmigrantes indios, pakistaníes y bengalíes, así como sus descendientes. “Africano” significa “del África Negra” en exclusiva, sin tener en cuenta, por ejemplo, países situados geográficamente en África como Egipto y Marruecos. Los musulmanes afroamericanos se conocen como Black Muslims (Musulmanes Negros) a menos que se hayan identificado previamente como seguidores del Ministro Louis Farrakhan, lider de la actual Nation of Islam, del imam Warith Deen Muhammad, hijo y suesor de Elijah Muhammad [11], o miembros de otras organizaciones.
La autoidentificación religiosa de los afroamericanos seguidores del Islam es principalmente la de “musulmanes”, o se identificaron con nombres de organizaciones que no siempre incluían los términos “Islam” o “musulmán”. A los inmigrantes musulmanes de épocas recientes se refieren con nombres regionales, como por ejemplo “musulmanes del este”; supuestas nacionalidades, por ejemplo, indios; o mediante el término “musulmanes extranjeros”. Resulta interesante que casi nunca se usen palabras que hagan referencia al color. Tales términos son inconsecuentes con la ideología islámica y la cosmovisión de muchos musulmanes afroamericanos. Según la percepción general occidental, los musulmanes afroamericanos equiparan “africano” con “negro”, tanto desde una perspectiva racial como étnica. Los musulmanes de la llamada “África Negra” se denominan “musulmanes africanos”. Los de ascendencia total o parcialmente arabófona con frecuencia se denominan “musulmanes árabes” o “árabeamericanos”, sin importar su origen nacional ni su capacidad para hablar árabe.
Como la mayoría de los países asiáticos y africanos son multiétnicos, la autoidentificación de los musulmanes procedentes de aquellos continentes varían en función de diversas filiaciones. Los inmigrantes más recientes se identifican casi siempre con sus orígenes nacionales, regionales o lingüísticos, y por sus agrupaciones, escuelas y tendencias religiosas. Los de ascendencia total o parcialmente árabe se identifican ampliamente como musulmanes “árabeamericanos” o “de Oriente Medio”. Eso también se aplica a los musulmanes de otras zonas del mundo , como por ejemplo los del “sudeste asiático”. Las denominaciones basadas en el color y la raza no parecen usarse en contextos socioreligiosos, excepto refiriéndose a los afroamericanos. Éstos son también conocidos como “musulmanes indígenas”, y en ocasiones se denominan a sí mismos de este modo, a pesar de que es un término que a veces incluye a musulmanes euroamericanos.
Hay varios factores que han contribuido a una visible disminución de la atención nacional e internacional sobre los musulmanes afroamericanos, que fueron los principales representantes del Islam en los Estados Unidos hasta la década de los sesenta. Algunas de estos factores están directamente conectados con los inmigrantes musulmanes que llegaron a Norteamérica a partir de 1.950, así como con sus descendientes. Este grupo se asimila cada vez más a la cultura americana aunque mantiene lazos éticos y nacionales con sus países de origen que resultan útiles para diversas asociaciones musulmanas y no musulmanas norteamericanas y para organizaciones oficiales de musulmanes extranjeros. Otro factor es el profundo cambio que en 1975 experimentó la Nation of Islam desde la heterodoxia doctrinal hacia la ortodoxia islámica, su aparente moderación política y su descentralización. Otras organizaciones musulmanas afroamericanas se han moderado abiertamente y se dejan ver con mayor frecuencia en programas comunitarios de rehabilitación y en asuntos locales que en el plano nacional e internacional.
El etnocentrismo de muchos inmigrantes musulmanes influye en su percepción de sus correligionarios afroamericanos. Por lo general, éstos son considerados como carentes de un origen honorable, sin educación ni laica ni religiosa y sin una condición social alta, quizá por el hecho de que los musulmanes afroamericanos no estén tan unidos socialmente ni tengan tanto éxito económico y profesional como los inmigrantes musulmanes. A pesar de que los inmigrantes y sus compatriotas en el extranjero han mostrado afinidad religiosa con los afroamericanos, no ha sido así con sus objetivos políticos y de otra índole.
Con sus propios recursos y la ayuda de organizaciones islámicas extranjeras, los musulmanes inmigrantes han edificado mezquitas, centros religiosos y culturales, escuelas, institutos y asociaciones que están abiertas a los musulmanes de diferentes orígenes étnicos y nacionales, aunque la dirección de las mezquitas y centros y sus respectivas comunidades están frecuentemente dominadas por grupos etnoliguísticos particulares. Los musulmanes inmigrantes y sus descendientes suelen ocupar puestos más altos en organizaciones y asociaciones profesionales que otros colectivos de musulmanes. Publican periódicos de carácter religioso y étnico, y libros sobre las diversas disciplinas islámicas. Varias emisoras de radio y televisión que no son propiedad de musulmanes emiten programas en inglés y en otras lenguas sobre asuntos religiosos, políticos y sociales de los musulmanes. Además de los académicos, reporteros y periodistas afroamericanos, ya sean musulmanes o no, los musulmanes inmigrantes han hecho crecer enormemente el número de publicaciones nacionales e internacionales, tanto en inglés como en sus lenguas vernáculas, dedicadas al Islam y a las sociedades islámicas.
Las organizaciones políticas, sociales y profesionales no islámicas que por lo general están presididas por cristianos y musulmanes nacionalizados o de ascendencia extranjera proporcionan solidaridad étnica a los musulmanes de estatus similar. El éxito considerable de estas asociaciones refuerza las tendencias etnocéntricas, reales o imaginarias, entre los musulmanes americanos. Además, las relaciones mantenidas entre estas organizaciones y diversas asociaciones profesionales, de comunicación y gubernamentales americanas ayudan a mitigar la imagen religiosa de los musulmanes en la sociedad estadounidense. De esta manera, el factor religioso se hace menos importante en determinadas áreas de las relaciones entre musulmanes y no musulmanes.
Varias circunstancias marcan las relaciones entre no musulmanes y musulmanes y la percepción que cada comunidad tiene de la otra. Entre las más destacadas está la tolerancia americana de la diversidad étnica y religiosa, y la orientación política de muchos gobiernos de países islámicos que resulta favorable para los intereses geopolíticos norteamericanos. Los problemas económicos y sociales de los países musulmanes y las transformaciones políticas en Latinoamérica y Europa han contribuido enormemente a las relaciones entre Estados Unidos y los gobiernos musulmanes. Estos factores se han traducido en un aumento del interés por el Islam y los musulmanes por parte de los medios de comunicación, los políticos, los académicos y la religión cristiana.
Las relaciones oficiales de los Estados Unidos con los musulmanes americanos son dictadas por los intereses políticos y estratégicos. El gobierno y el pueblo han mostrado más interés por los musulmanes y el Islam durante las últimas décadas que durante cualquier otro periodo de la historia de los Estados Unidos. Se han mostrado impresionados por los llamados “militantes musulmanes” y “terroristas”, principalmente de Irán y del Líbano [12]. El gobierno y los medios de comunicación solicitaron y recibieron información sobre Oriente Medio de especialistas americanos, tanto musulmanes como no musulmanes. Los primeros eran principalmente de origen iraní y árabe, y en su mayoría no eran especialistas religiosos.
Académicos laicos, grupos de presión social, medios de comunicación y colectivos feministas se han interesado en primer lugar por el tema de la indumentaria de las mujeres de origen iraní y árabe, y posteriormente sobre la situación social de las mujeres en estos países. Sin embargo, hubo muy poca cobertura informativa sobre el mayor país musulmán, Indonesia, así como sobre otros países como Malasia, Nigeria o Senegal, donde también han estado en activo los “militantes musulmanes”.
El tratamiento del Islam en la educación americana está casi completamente restringido a sus creencias básicas y al “arte islámico”. Se habla de los musulmanes en el contexto de las sociedades en desarrollo y de la militancia política. Malcolm X (al-Hajj Malik Shabazz), el musulmán más famoso a nivel nacional desde la década de los sesenta, ha sido casi completamente traspasado del contexto musulmán al de la militancia afroamericana contra el racismo. El ex-campeón de los pesos pesados Muhammad Ali es reconocido en un contexto deportivo, por su condición de afroamericano y por su labor filantrópica. De manera similar se trata al famosísimo ex-jugador de baloncesto Kareem Abdul Jabbar. Es frecuente que los estudiantes lean relatos sobre pueblos o personas cuya identidad islámica sólo es reconocible para quienes conocen los nombres musulmanes. Los cursos en institutos y universidades son específicos para un país o región y están normalmente orientados hacia una sola disciplina, siguiéndose con pocas modificaciones el modelo orientalista de “árabes, persas, turcos”. La atención académica americana, pues, se ha enfocado sobre el “Islam político”, no sobre la fe ni sobre los musulmanes como colectivo religioso. En vista de estos intereses educativos, políticos y mediáticos estadounidenses, no es de extrañar que “Islam”, “árabes” e “iraníes” se confundan en la mente americana.
Las actividades públicas de los líderes religiosos cristianos, en especial los de las diferentes denominaciones evangélicas, sugieren que muchos de ellos han sido influenciados por los antes mencionados intereses laicos hacia los musulmanes. Despojados de su antigua influencia institucional en asuntos políticos y comerciales, el clero norteamericano, como sus colegas modernos de cualquier otro lugar, expresan un interés especial por descubrir materias comunes entre el Cristianismo y el Islam y en la cooperación en asuntos sociales de interés mutuo. A este respecto han iniciado diálogos interconfesionales centrados en temas puramente teológicos. Se han organizado conferencias con el objeto de analizar problemas nacionales como el aborto, la criminalidad y temas relacionados con la mujer; e internacionales, en especial la pobreza, la asistencia médica y la cooperación a distintos niveles. Estas conferencias se han celebrado en iglesias, mezquitas y sedes religiosas a nivel regional y nacional. Los cristianos han invitado a estudiosos musulmanes a hacer comentarios en sus medios de comunicación acerca de temas religiosos y sociales de alcance nacional e internacional. Aunque con menos frecuencia, también se han celebrado encuentros similares entre líderes judíos y musulmanes [13].
Sin embargo, el enfrentamiento religioso entre Islam y Cristianismo continúa a través de eruditos, estudiantes y profesionales cristianos y musulmanes que sienten la obligación de extender su fe, unos en nombre de “Nuestro Señor Jesucristo” y otros en el de “Allah Todopoderoso”. Al igual que en la época premoderna, ninguno sabe mucho de la tradición religiosa del otro. Confían en la observación y en los escritos de humanistas, periodistas, autores laicos e islamólogos cristianos y musulmanes. Su propósito común es la conversión[14] . El cristiano americano usa las armas de la educación occidental, la libertad social y religiosa, el avance tecnológico y el “amor cristiano”. El musulmán utiliza llamamientos coránicos a favor de las relaciones pacíficas, la justicias social y en contra de la compulsión religiosa; la histórica “animadversión cristiana” [15] en contra del Islam, la colonización europea y otros ejemplos de injusticia e inmoralidad. Aunque se afirma en muchos círculos que el Islam es la religión que más rápidamente crece en los Estados Unidos, la opinión acerca de quién está verdaderamente “ganando” depende de la propia visión del Islam, del Cristianismo y del laicismo.
Sumario y conclusiones
Las relaciones políticas entre musulmanes y no musulmanes en los Estados Unidos se han basado en factores políticos y sociales, y no se han visto seriamente influenciadas por los enfrentamientos previos a la época moderna. Las relaciones de los musulmanes afroamericanos con la mayoría de sus compatriotas no musulmanes han sido determinadas por el racismo, la reciente inmigración islámica hacia los Estados Unidos y el interés de los medios de comunicación y de la administración americana por los musulmanes a nivel internacional.
La diversidad de la sociedad americana refuerza las características etnocéntricas de las distintas comunidades de musulmanes y la endogamia es aún muy alta, siendo los matrimonios mixtos básicamente entre varones musulmanes y mujeres euroamericanas que en su mayoría se convierten al Islam. Diversas asociaciones dirigidas por musulmanes nacionalizados y por no musulmanes, y algunas mezquitas promueven el exclusivismo étnico y favorecen los lazos con las diferentes naciones de procedencia. Aunque el trabajo de las organizaciones islámicas a nivel nacional y regional es útil y recomendable, estas organizaciones están demasiado alejadas de la vida cotidiana de los musulmanes como para poder superar otros factores de división. Las actitudes endogámicas no se limitan al contexto de las relaciones entre musulmanes y no musulmanes, sino que empiezan a ser bastante comunes en las relaciones entre los propios musulmanes.
El proselitismo sigue siendo importante para quienes tienen un profundo compromiso religioso con la expansión de su fe, pero la mayoría de musulmanes y cristianos no parece sentir esa obligación. Ciertamente, los musulmanes parecen más interesados en obtener medios adecuados para mantener su cohesión étnica y su desarrollo profesional, que en el proselitismo. Ni amplios debates religiosos (por ejemplo, el polémico libro de Salman Rushdie Los Versos Satánicos) ni sociales (como el trato hacia los musulmanes en las prisiones estadounidenses) se han convertido en temas de consenso para una mayoría de musulmanes americanos. En vista del estatus minoritario de los musulmanes estadounidenses, su diversidad étnica y su dispersión demográfica en un país más grande que toda Europa Occidental, el ser musulmán no es una identificación social primaria. A este respecto cabe señalar que son similares a sus correligionarios en sociedades multiétnicas[16], pero mayoritariamente musulmanas . Por tanto, es difícil percibir a los musulmanes estadounidenses como un grupo diferenciado.
Hay muchas posibilidades de que las futuras relaciones entre musulmanes y no musulmanes continúen basándose en intereses étnicos o económicos. Los musulmanes seguirán buscando el mantenimiento de buenas relaciones con los no musulmanes, adoptando una postura abiertamente hostil únicamente cuando se ofenda a su sensibilidad religiosa o política. Así pues, los musulmanes alcanzarán un grado aún mayor de asimilación en la “cultura americana”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario