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miércoles, 31 de octubre de 2012

El pecado original





El concepto del pecado original en el judaísmo, el cristianismo y el Islam.
Por Dr. Laurence B. Brown


El concepto de pecado original es completamente ajeno al judaísmo y al cristianismo
oriental, habiendo alcanzado aceptación sólo en la Iglesia Occidental. Es más, el concepto
cristiano e islámico del pecado son virtualmente opuestos en ciertos aspectos. Por
ejemplo, no hay concepto de "pecar de pensamiento" en el Islam; para un musulmán un
pensamiento malo se convierte una buena obra cuando una persona se niega a actuar de
acuerdo a él. Vencer y descartar los malos pensamientos que siempre asaltan nuestras
mentes es considerado algo merecedor de recompensa en lugar de castigo. Hablando
islámicamente, un pensamiento maligno sólo se convierte en pecado cuando se
transforma en hechos.
      Concebir obras buenas es más contrario a la naturaleza básica del hombre. Desde
nuestra creación, si no es limitado por las restricciones sociales o religiosas, la
humanidad históricamente ha cenado en el banquete de la vida con lujuria y abandono.
Las orgías de intemperancia que han alfombrado los corredores de la historia han
envuelto no sólo a individuos sino también a comunidades pequeñas, pero aún las grandes
potencias mundiales se han saciado de desviación hasta el punto de su autodestrucción.
Sodoma y Gomorra pueden liderar muchas listas, pero las mayores potencias del mundo
antiguo -incluyendo los imperios griego, romano y persa, así como aquellos de Genghis
Khan y Alejandro Magno- ciertamente aplican para una mención deshonrosa. Pero
mientras los ejemplos de decadencia comunitaria son innumerables, los casos de
corrupción individual son exponencialmente más comunes.
Entonces, los buenos pensamientos no son siempre el primer instinto de la humanidad.
Como tal, el entendimiento islámico es que la mera concepción de buenas obras merece
recompensa, aún si no son llevadas a cabo. Cuando una persona en efecto realiza una
obra buena, Dios le multiplica la recompensa mucho más.
      El concepto de pecado original sencillamente no existe ni ha existido nunca en el
Islam. Para los lectores cristianos, la pregunta no es si el concepto de pecado original
existe actualmente, sino si existió durante el período de los orígenes de la cristiandad.
Específicamente, ¿Jesús lo enseñó?
      Aparentemente no. Quienquiera que imaginó el concepto, ciertamente no fue Jesús,
pues él supuestamente enseñó:
"Dejad a los niños venir a mí, y no se los impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos".
(Mateo 19:14)


Bien podemos preguntarnos cómo "de los tales" puede ser "el reino de los cielos" si los
que no están bautizados están atados al Infierno. O los niños nacen con el pecado original
o para ellos es el reino de los cielos. La iglesia no puede apoyar ambos conceptos por
igual. Ezequiel 18:20 registra:
"El hijo no llevará el pecado del padre ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo
será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él".
Deuteronomio 24:16 repite el punto. Puede objetarse que esto es del Antiguo
Testamento, ¡pero no es más antiguo que Adán! Si el pecado original viene desde Adán y
Eva, ¡uno no podría encontrarlo desmentido en ninguna escritura de ninguna época!
El Islam enseña que cada persona nace en un estado de pureza espiritual, pero la
crianza y el atractivo de los placeres mundanos puede corrompernos. No obstante, los
pecados no se heredan y, de hecho, ni siquiera Adán y Eva fueron castigados por sus
pecados, pues Dios los perdonó. ¿Y cómo puede la humanidad heredar algo que ya no
existe? No, islámicamente hablando, todos nosotros seremos juzgados de acuerdo a
nuestros actos, pues:
"Nadie cargará con los pecados ajenos [...] el ser humano no
obtendrá sino el fruto de sus esfuerzos". (Corán 53:38-39)
...y:
"Quien siga la guía será en beneficio propio, y quien se descarríe
sólo se perjudicará a sí mismo. Nadie cargará con los pecados
ajenos...". (Corán 17:15)
Cada persona cargará con la responsabilidad de sus propias acciones, pero ningún
niño irá al Infierno por no haber sido bautizado ni será marcado con pecado como un
derecho de nacimiento -¿o deberíamos decir error de nacimiento?-.

El objetivo supremo del Hayy



El objetivo supremo del Hayy Al Akbar, adoración obligatoria cuyos días se acercan, es confirmar la creencia en la unicidad absoluta de Al-lah, Glorificado y Exaltado sea (el Tawhid), hacer que los corazones se Le teman, que se viva y establezca Su adoración, que las lenguas pronuncien las palabras del Tawhid y que las personas tengan la disposición de gastar sus fuerzas y bienes en todo aquello que las acerque más a Al-lah.
Es una nueva fórmula que renueva al individuo desde los más profundo de su corazón, su ser, su razón, sus palabras y hasta sus mínimos movimientos, lo mismo sucede con toda la Ummah, cuando cumple con los ritos de esta forma de adoración y exalta la sacralidad de los lugares santos.
Este es un suceso único que merece nuestra atención, análisis y reflexión, por tratarse de un intento por acabar con la ignorancia, con sus costumbres, falsedades e ideas racistas; llevando al musulmán a apegarse a los lineamientos de la Shari’ah y la guía establecida por el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam.
El Tawhid es expresado en este pilar del Islam como un fundamento que desde el principio ha estado presente, desde el momento en que Adán, la paz sea con él, se sometió a la voluntad de Al-lah y el demonio Lo desobedeció al rechazar postrarse ante Su creación. Desde ese instante, el creyente en el Tawhid se distingue de los demás seres humanos por su obediencia a Al-lah y alejamiento del mal ejemplo dado por Satanás: la incredulidad, la soberbia, la altivez y el susurro llamando al mal.
Así mismo, observamos la pureza y originalidad de nuestra historia, la cual se conecta con la del padre de los Profetas, Abraham, que la paz sea con él, dijo Al-lah, Glorificado y Exaltado sea (lo que se interpreta en español): {Y recuerda [¡Oh, Muhammad!] cuando establecimos a Abraham junto a la Casa Sagrada [y le ordenamos que la reconstruyera y] que solo Me adorase a Mi, no Me atribuyera copartícipes y purificase Mi Casa [de la idolatría] para quienes la circunvalen ritualmente, y quienes oren de pie, inclinados y prosternados} [Corán 22:26]. Este templo que él construyó se convirtió en el mayor símbolo del Tawhid desde ese minuto, dijo Al-lah, Glorificado y Exaltado sea (lo que se interpreta en español): {Y le inspiramos a Abraham e Ismael que purifiquen Mi Casa para quienes la circunvalen, hagan retiro y oren en ella} [Corán 2:125].
Observemos el Hayy y lo que representa mediante los hechos realizados por el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, cuando hizo la ‘Umrah después de lo pactado en Al Hudaibiah. Al llegar a la Ka’bah, hizo caso omiso a todo lo que los idólatras habían innovado en este santo lugar, levantando la bandera del Tawhid con sus actos y palabras. Algún tiempo después, cuando liberó la Meca, con su bastón derribó las estatuas que los idólatras habían colocado a su alrededor, que eran 360 ídolos. El Tawhid erradicó la idolatría a manos del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, quien, mientras cumplía con esta misión, recitaba las Palabras de Al-lah (que se interpretan en español): {Y di [cuando regreses victorioso a La Meca]: Ha triunfado la Verdad y se ha disipado lo falso, pues lo falso siempre se desvanece} [Corán 17:81].
Una vez se acercó el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, a la Ka’bah, se negó a entra en ella hasta que sacaran los ídolos e imágenes que habían en su interior, tal como registró Bujari, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, de lo relatado por Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, al respecto: “Cuando el Mensajero de Al-lah se acercó a la Ka’bah, se negó a entrar en ella y ordenó que sacaran lo que había en su interior. Sacaron unas supuestas pinturas de Abraham e Ismael, la paz sea con ambos, en cuyas manos había flechas con las que se adivinaba la suerte, costumbre extendida entre los politeístas. Entonces el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: ‘¡Que Al-lah les dé la muerte! Los idólatras saben que ellos dos, Abraham e Ismael, nunca tuvieron la costumbre de consultar la suerte’ . Luego entró, hizo el Takbir (decir: Al-lahu Akbar: Al-lah está por encima de todo), salió y no rezó en su interior”.

Al siguiente año no hizo el Hayy, pese a que la Meca ya había sido liberada, pero sí envió a Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él, a la cabeza de un pequeño grupo de los Sahabah, a cumplir con la peregrinación. En este Hayy Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido con él, relata lo que fue registrado por Bujari: “Abu Baker me pidió, en el noveno año de la Hégira, que proclamara ante la gente que después de ese año ningún idólatra volvería a peregrinar a la Meca y que nadie haría más el Tawaf (circunvalaciones alrededor de la Ka’bah) desnudo (como solía ser la costumbre de los idólatras)”.
Así fue como se hizo para acabar con los vestigios del paganismo y sus malas costumbres. Los idólatras hacían el Tawaf desnudos alegando que no podían usar las ropas con las que pecaron, pero Al-lah los recriminó cuando dijo (lo que se interpreta en español): {Y su oración en la Casa Sagrada [de La Meca] no era más que silbidos y aplausos} [Corán 8:35]. Cuando el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, rompió con esas falsas tradiciones, se desentendió por completo de ellas. Por eso envió a ‘Ali, que Al-lah esté complacido con él, como lo contó Abu Hurairah, para que les leyera las Palabras de Al-lah, Glorificado y Exaltado sea (que se interpretan en español): {Al-lah y Su Mensajero anuncian a los hombres el día más importante de la peregrinación [el Día del Sacrificio], que Al-lah ya no tiene ningún pacto con los idólatras, ni tampoco Su Mensajero. [Sabed, ¡oh, idólatras!, que] Si os arrepentís [y abandonáis la incredulidad] será mejor para vosotros, pero si os rehusáis no podréis escapar del castigo de Al-lah. Y anúnciales a los incrédulos [¡oh, Muhammad!] que recibirán un doloroso castigo} [Corán 9:3].
Cuando el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, hizo el Ihram (intención para entrar al estado de sacralidad para el Hayy y/o la ‘Umrah) comenzó a pronunciar las palabras del Tawhid: “Labbaikal-lah Humma labbaik, labbaika la sharikalak laka labbaik in nal hamda wan n’imata laka wal mulk la sharikalak” (¡Aquí estoy, oh, Al-lah, aquí estoy! No tienes asociados, aquí estoy. ¡Ciertamente las alabanzas y los favores Te pertenecen! Todas las alabanzas son para Ti y el Reino Te pertenece, y no Te asociamos nada –a estas palabras se las conoce como la Talbiah–). Acabando con las costumbres de los idólatras, quienes al final de la Talbiah aumentaban: “Excepto un socio que tu posees”, esto lo representó Al-lah, Glorificado y Exaltado sea, cuando dijo (lo que se interpreta en español): {La mayoría de los hombres no creen en Al-lah sin atribuirle copartícipes} [Corán 12:106].
El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se encargó de sembrar todo lo que contradijera la incredulidad y la idolatría. Abu Dawud, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, registró en su Sunan que dijo cuando hizo la intención del Hayy: “Oh Al-lah, me dispongo a hacer el Hayy sin buscar aparentar ante la gente y sin pretender distinción alguna” , esto porque, como se sabe, los árabes politeístas hacían las cosas para mostrarles a los demás que eran piadosos, y además la gente de la tribu de Quraish pretendía que merecían un trato especial y privilegiado sobre los demás. Luego, cuando se dispuso a realizar la caminata entre los montes de Safa y Marwa, estando sobre el primero se volvió hacia la Ka’bah y dijo: “Bismil-lah (en el nombre de Al-lah)” , y mientras se dirigía hacia Marwa iba diciendo, seguido del Takbir: “La ilaha il-la Al-lah, wahdahu la sharika Lahu, Lahul mulk wa Lahul hamd wa Huwa ‘ala kul-li aha-in qadir (nada ni nadie merece adoración más que Al-lah, Único y sin coparticipes, de Él es el reino y la alabanza, y es capaz de todo). La ilaha il-la Al-lah, wahdahu nasara ‘abdahu wa ‘aaza yundahu wa hazmal ahzaba wahdahu” (nada ni nadie merece adoración sino Al-lah, el Único. Le dio la victoria a Su siervo, dio poder a Sus soldados y venció solo a los aliados). ¿Por qué él hizo esto en estos lugares? Porque quiso establecer en estos lugares que los ritos que se hacen no tienen nada que ver con la incredulidad, sino que, por el contrario, fueron establecidos para invocar la unicidad de Al-lah. Por eso es que Al-lah, Glorificad y Exaltado sea, dijo (lo que se interpreta en español): {[El recorrido entre las dos colinas de] As Safa y Al Marwa es un rito establecido por Al-lah; así pues, quien haga la peregrinación [Hayy] a La Casa [La Meca] o la ‘Umrah [visita ritual a La Meca] sepa que no incurre en falta por realizar el recorrido ritual entre ambas [a pesar de que los paganos lo realizaban invocando a sus ídolos]. Y quien realice una obra de bien voluntariamente sepa que Al-lah es Retribuyente, Omnisciente} [Corán 2:158]. Y el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “El Tawaf, el recorrido entre Safa y Marwa y el tirar las piedrecillas en los Yamarat, son ritos que fueron establecidos para el recuerdo de Al-lah” .

Toda la gente estaba pendiente de lo que hacía el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, durante su peregrinación, en especial los politeístas y los musulmanes que recientemente se habían convertido. Cuando se dirigió hacia ‘Arafah, todos quisieron parar en el lugar donde la tribu de Quraish acostumbraba hacerlo, sin embargo él siguió de largo y no lo hizo sino cuando estaba por la parte conocida como Namerah. Cuando se acercaba el ocaso, se dispusieron a salir, tal como acostumbraban los politeístas, pero el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no lo hizo sino hasta después de que el sol ya se había puesto. Cuando hizo el Tawaf se dirigió al sitial de Abraham y rezó allí dos Rak’at, en la primera recitó el Sura Al Kafirun (los incrédulos) que en sus primeras aleyas dice (lo que se interpreta en español): {Di [¡oh, Muhammad!]: ¡Oh, incrédulos!
No adoro lo que adoráis} [Corán 109]. No hubo un solo acto, lugar donde pasaba y costumbre que realizó, sin que su objetivo fuera enterrar las tradiciones ignorantes de la idolatría y establecer las verdades de la religión de Al-lah, y por eso dijo: “Aprendan de mí cómo realizar el Hayy” . Al hacerlo de esta forma, frente a todos, le estaba dando una lección bien clara a toda la Ummah, para que solo tema a Al-lah, se encomiende y solicite únicamente Su ayuda y auxilio, y que en su vida no haya otro propósito más que agradar a Al-lah y adorarlo según lo estableció su Señor por medio de las enseñanzas del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam.
Todo el Hayy pretende enseñarle al peregrino que todo lo que durante él realiza es para recuerdo de Al-lah, dijo Al-lah, Glorificado y Exaltado sea (lo que se interpreta en español): {Para que atestigüen todas las gracias [de la peregrinación], y recuerden el nombre de Al-lah en los días consabidos} [Corán 22:28].
El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, anunció en público en el conocido “último sermón” que todas las costumbres de la época preislámica, o de la Yahiliah como se le conoce, quedaban abolidas si contradecían los lineamientos de la religión de Al-lah, sin que importe los lazos de parentesco ni las conveniencias ni las apariencias, dijo: “Todo lo que pertenece a la época de la ignorancia (Yahiliah) está bajo mis pies y ha sido abolido. Y también ha sido abolida la venganza con sangre de la época de la ignorancia. Y la primera pretensión de venganza con sangre que queda abolida es la de Ibn Rabi‘ah ibn Al Hariz, quien creció entre la tribu de Banu Sa‘d y fue asesinado por Hudhail. Y la usura de la época de la ignorancia queda abolida, y la primera usura que voy a abolir es la de ‘Abbas ibn ‘Abdul Muttalib, toda ha sido abolida. Teman a Al-lah en el trato con sus mujeres, ya que ciertamente las han tomado como un depósito de Al-lah, y la intimidad (sexual) con ellas les ha sido permitida por las palabras de Al-lah” . Y dijo:“Ciertamente Al-lah hizo que la ignorancia se alejara de ustedes y el orgullo por la filiación con los ancestros. No hay más que ser creyente virtuoso y temeroso, o un inmoral infeliz. Todos los humanos venimos de Adán, y él fue creado de barro”.
El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no solo abolió toda creencia contraria al Tawhid o toda costumbre opuesta a las enseñanzas del Islam, sino que además estableció la igualdad de todos los seres humanos, y que el único orgullo que alguien puede sentir es el saberse siervo sometido de Al-lah, recordemos sus palabras: “¡No ven que yo soy el que más adora y teme a Al-la de entre todos ustedes!” . Y fue el mismo Al-lah, Glorificado y exaltado sea, Quien le dio este título honorífico durante el milagroso viaje nocturno y la ascensión al cielo, pues dijo (lo que se interpreta en español): {Glorificado sea Quien transportó a Su Siervo durante la noche desde la Mezquita Sagrada [de La Meca] a la mezquita lejana [de Jerusalén]} [Corán 17:1]. En estas palabras vemos cómo Al-lah, Glorificado sea, lo elevó a la más alta posición, pues pudiéndolo mencionar como Su Profeta o Mensajero, escogió la adoración y la servidumbre para llamarlo, pues estos son el mayor de todos los honores.
Entonces tenemos que el mayor de todos los objetivos del Hayy y el más supremo es establecer la adoración única y exclusivamente para Al-lah, sin asociarlo con nada ni nadie. Y como lo vimos, el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se encargó de sembrar este sentido en los corazones de los musulmanes y su Ummah, en cada acción y palabra que hizo y emitió.
Pero además, notamos la insistencia del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, en las prevenciones que le hizo a su nación de regresar a la Yahiliah, dijo, por ejemplo: “No vuelvan a la incredulidad después de mí, golpeándose el cuello los unos a los otros” . Nuestro Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, nos previno de uno de los peligros más grandes de la ignorancia, el cual es la división y la discordia creada por los enemigos del Islam, sin importar si son o no personas u organizaciones que pertenecen al conjunto conocido como la Nación Islámica.

El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no se olvidó de ningún asunto, por eso nos previno de la discordia y la disputa a la hora de leer el Corán, para que no se generen divisiones en las filas de los musulmanes, dijo: “Lean el Corán mientras sus corazones estén unidos; pero cuando haya alguna disputa, no lo hagan para que el problema no se agrande” . Afirmarse en la creencia del Tawhid es aceptar y someterse, todos los musulmanes con sus corazones unidos por Al-lah, en la adoración de Al-lah siguiendo el ejemplo y las enseñanzas de Su Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam. De esta manera se eliminan todas las creencias y costumbres que van en contra del mensaje del Islam y que pretenden desunir a los musulmanes. No hay un mejor día que el día de ‘Arafah para comprender que todos somos iguales, el rico y el pobre, el gobernador y el gobernado, todos están en las mismas condiciones esperando alcanzar el favor, la misericordia y el perdón de Al-lah, el cual otorga a todos sin distinción alguna, más que el fervor, la piedad y la sinceridad con que le sea pedido.
No hay una mejor ocasión para toda la Ummah de renovar estos conceptos que la realización de este pilar del Islam, el Hayy. A su llegada, somos todos motivados a regresar al origen de nuestra fe y nuestro Islam, es decir, a lo establecido por el Libro de Al-lah y la Sunnah de Su Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam. Vemos que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no dijo que todas las costumbres y creencias pasadas las había abolido sino en el Hayy de la despedida, una vez que había purificado las mentes, las almas y los corazones de sus seguidores. Les había enseñado con ejemplos vivos que todos somos iguales ante Al-lah, como cuando, en la conquista de la Meca, le ordenó a Bilal el etíope, que Al-lah esté complacido de él, que escalara las paredes de la Ka’bah y que desde su techo hiciera el Adhan (llamado a la oración), sembrando un precedente ante las miradas atónitas de los nobles de Quraish, quienes no dejaban de sorprenderse de que se le diera tal honor a quien fuera un esclavo negro. Luego, para purificar por completo de la idolatría y sus malas e inmorales costumbres esa tierra santa y pura, a viva voz repitió lo que su Señor le ordenaba (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! Por cierto que los idólatras son impuros [de corazón], que no se acerquen pues a la Mezquita Sagrada después de este año [el noveno de la Hégira]} [Corán 9:28].
El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dejó a una nación unida en todos los aspectos de la vida, desde la creencia y la adoración, hasta los asuntos que tienen que ver con su economía, política y sociedad. Debemos sentir en nuestro interior y aplicar con nuestras acciones y palabras los significados que encierran las Palabras de Al-lah, Glorificado y Exaltado sea (que se interpretan en español): {Por cierto que todos vosotros transmitís un mismo Mensaje [¡oh, Profetas!], y Yo soy vuestro Señor. ¡Adoradme solo a Mí!} [Corán 21:92].
Es nuestro deber revisar nuestras costumbres e ideas que hemos creados, las cuales nos han llevado a hacer divisiones entre las personas, y recordar que en la peregrinación de la despedida estaban presentes participando de ella Bilal el etíope, Suhaib el bizantino, Salman el persa, Omar Al ‘Adwi y Abu Baker At-Tamimi (estos dos últimos de tribus rivales) haciendo el Takbir y anunciando las palabras del Tawhid para decirle a toda la humanidad que las diferencias son borradas por la religión de Al-lah, y que el Islam es el imán que une a todas las personas.

martes, 30 de octubre de 2012

Una visión islámica de la celebración de Halloween




Siempre que se acerca el 31 de octubre, vemos por un lado la avalancha publicitaria que invita a celebrar la “fiesta de brujas” o Halloween, y por otro, gran cantidad de folletos, notas y artículos en los que cristianos fundamentalistas, principalmente evangélicos y testigos de Jehová, califican a esta celebración de “satánica” e invitan a todos los creyentes a no sumarse a la tal fiesta. Como respuesta, también se han publicado varios artículos, por parte de los neopaganos, que rechazan la acusación de que se trate de una fiesta satánica, y aseguran que nada tiene que ver con “invocación de demonios.” Pero, ¿cuál es la postura del Islam al respecto? Para comprenderla, veamos primero un resumen de qué esHalloween, cuáles son sus orígenes, y qué se celebra en esa fecha en la época actual. 
Halloween 
En algunos países de Latinoamérica se le ha conocido como “noche de brujas,” y durante varios años, en Colombia, Alfonso Lisarazo, a través de su programa Sábados Felices, realizó una campaña intensiva para cambiarle el nombre a “día de los niños,” y así no sólo quitarle la connotación de festividad pagana, sino darle protagonismo a la infancia en el país. Sin embargo, en las últimas dos décadas, la hegemónica cultura angloamericana ha logrado que se celebre a la manera gringa y se le llame simplemente Halloween
El origen de esta palabra está ligado al desarrollo sincrético de la Iglesia Católica de Roma. Una vez el cristianismo heleno de los griegos y macedonios seguidores de Pablo de Tarso fue nombrado como religión imperial romana, y las demás denominaciones y sectas cristianas, en su mayoría judías, fueron perseguidas y exterminadas (incluyendo a los nazarenos originales), la Iglesia de Roma debió consolidar su poder no sólo a través de la persecución de las demás religiones, sino absorbiendo buena parte de sus tradiciones y festividades. Así como la celebración pagana del Solsticio de Invierno fue convertida en la Navidad, y las fiestas indígenas americanas se convirtieron en lo que hoy conocemos como “fiestas patronales” en gran parte de Latinoamérica, la celebración pagana del fin de la temporada de cosechas fue convertida en la celebración católica de Todos los Santos. La noche de la víspera de Todos los Santos es llamada en inglés All Hallows' Eve, expresión que con el tiempo se contrajo a Hallow-e'en y por fin al moderno Halloween
Origen Celta de la Celebración 
Los celtas eran pueblos bárbaros contra los que combatieron largamente los romanos, principalmente en Galia y Britania. Tenían una religión animista y politeísta, caracterizada por los sacrificios humanos, y liderada por los druidas, sacerdotes-brujos que servían como médiums para comunicarse con los antepasados y con los espíritus de las fuerzas de la naturaleza. 
Destruidos por los romanos, los celtas perdieron su cultura y su religión, y hoy día es muy poco lo que se sabe de ellos. Sin embargo, algunos defensores del “retorno a la antigua Europa” han pretendido “revivir” la mitología celta en algunas sectas de la new age como el druidismo y la wicca, que son más inventos modernos que verdaderas tradiciones ancestrales. Estas sectas neopaganas celebran algunas de las antiguas fechas paganas como el Samhain irlandés, fiesta de 3 días en la que se celebra el fin de la época de cosechas y el inicio del año nuevo celta. 
La creencia pagana es que durante el Samhain, conocido como uno de los cuatro “festivales de fuego” anuales, se corría el velo entre el mundo de los ancestros y este mundo, asegurándose un “libre tránsito” entre el mundo de los vivos y el más allá. Entre las tradiciones estaba encender una vela por cada familiar que hubiera muerto durante ese último año, utilizar disfraces y máscaras para evitar que los muertos resentidos lo encontraran a uno y le hicieran daño o le maldijeran, y poner en las puertas de las casas adornos horrorosos para alejar a los malos espíritus. Los sacerdotes llevaban a cabo celebraciones para facilitar el paso de los muertos al otro lado, servir de médiums para que la gente pudiera comunicarse con sus familiares muertos, y realizar predicciones sobre el futuro. 
Del Paganismo al Cristianismo 
Invadidos los dominios celtas por los romanos (invasión que culminó con la conquista romana de las islas británicas en 46 a.C.), la celebración del fin de la temporada de cosechas fue absorbida por éstos y asociada a la celebración romana del día de la cosecha, que se llevaba a cabo los últimos días de octubre y primeros de noviembre en honor a la diosa Pomona. Ya que Pomona era la diosa de los árboles frutales, y la manzana era uno de sus símbolos principales, las manzanas se convirtieron en parte fundamental de la celebración de la nueva fiesta, mezcla de celta y romana. Una vez establecida la Iglesia Católica Romana como la religión oficial del Imperio Romano, el catolicismo se constituyó en la única forma de cristianismo existente en el mundo. Pero quería ser, además, la única religión del planeta. Para ello, pronto descubrieron los líderes de la Iglesia de Roma que las persecuciones, torturas y matanzas no eran suficientes para lograr que la gente renunciara a sus creencias paganas y abandonara sus festividades. De modo que se decidió iniciar un proceso de sincretismo religioso, en el que parte de las tradiciones, festividades y creencias de las religiones paganas, comenzó a mezclarse con las creencias cristianas, derivando en doctrinas que nada tienen que ver con los textos bíblicos ni con las enseñanzas de los profetas, como la doctrina de la Santísima Trinidad, establecida en el siglo IV. Fue dentro de este mismo proceso de sincretismo que la celebración a la diosa Pomona fue absorbida por el cristianismo. El Día de Todos los Santos era una celebración católica del 13 de mayo (procedente de la celebración del día de Todos los Mártires de la Iglesia de Siria), que tenía su sede principal en un panteón romano (templo pagano a los dioses de Roma) convertido por el papa Bonifacio IV en iglesia en 615. Pero el papa Gregorio III cambió en 741 la fecha de esta celebración al 1 de noviembre para absorber la festividad pagana de Pomona. En 840, el papa Gregorio IV ordenó que la fiesta de Todos los Santos se celebrara universalmente. Debido al cisma de los monofisistas del año 451, las antiguas iglesias orientales, incluida la Iglesia Copta, siguen celebrando el día de Todos los Santos en mayo. El 31 de octubre, la víspera de Todos los Santos (Halloween) se convirtió así en parte de la celebración católica romana del 1 de noviembre. Muchos siglos después, en 1840, los irlandeses que emigraron a Norteamérica llevaron consigo su forma tradicional de celebrar esta fiesta, y de allí proceden buena parte de las costumbres del Halloween como lo conocemos hoy día. 

La Costumbre de Tallar Calabazas 
Según una leyenda irlandesa, existió una vez un hombre de tremenda avaricia y enorme maldad, que con sus engaños, mentiras y traiciones se hizo famoso como “competencia” de Satanás en el mal. El propio demonio lo visitó para comprobar lo que se decía de él, y dio fe de que estaba a su altura. Conocido como Jack “El Tacaño,” este personaje hizo una apuesta con el demonio, y al ganarla, éste no podría llamarlo al infierno. Jack creía que así se había librado del tormento eterno, pero al morir le fue negada la entrada al cielo por sus múltiples crímenes. Satanás lo rechazó también, y lo condenó a vagar por el mundo con un nabo hueco en cuyo interior llevaba un carbón ardiendo como única luz para guiarse. Así, se le terminó conociendo como Jack “El de la Linterna”, nombre que en inglés se abrevió a “Jack O’Lantern.” Los irlandeses y escoceses tomaron como costumbre el vaciar nabos, tallarlos y ponerles velas dentro a modo de linternas, para iluminar el camino de los difuntos enHalloween. Al llegar los irlandeses a Estados Unidos, descubrieron que era más fácil vaciar y tallar calabazas que nabos, y de ahí viene dicha tradición. También de ahí proviene el uso de los colores negro (por la noche) y naranja (por las calabazas) como símbolo de Halloween
Dulce o Travesura 
El famoso trick-or-treat proviene por un lado, de la creencia de que en Halloween se abren las puertas del más allá y los espíritus de los muertos tienen permiso para vagar libremente por el mundo, visitando a sus familiares y amigos, e incluso asustando o maldiciendo a quienes los trataron injustamente. Y por otro lado, de la leyenda de “Jack O’Lantern.” Se cree que Jack visita a la gente en Halloween pidiéndole a la gente que hagan trato con él o de lo contrario los maldecirá. Jack supuestamente ocasionaría enfermedad y muerte de animales, cosechas y hasta de los miembros de una familia, por lo que había que hacer trato con él, al costo que fuera. Siglos después, esto se transformó en la costumbre de realizar bromas pesadas durante Halloween. En Estados Unidos permanece la costumbre de ensuciar las puertas, pegar papel higiénico en ellas, o dejar en la entrada de las casas bolsas de papel incendiadas, conteniendo excremento animal. De ahí el “dulce o travesura:” Me das dulce o te hago una broma pesada. En Dublín acostumbraban los niños a salir disfrazados pidiendo de puerta en puerta nueces o manzanas para la celebración de Halloween, lo que derivaba de la antigua fiesta a Pomona. En la antigüedad también se acostumbraba en Halloween sacrificar animales a los dioses (se sacrificaban aquellos animales viejos o enfermos que no sobrevivirían al invierno que comenzaba) y organizar comidas para compartir con la familia. A dichas comidas se invitaba a los difuntos. La gente también acostumbraba visitar a los sacerdotes o adivinos para conocer qué les deparaba el nuevo año. Al mezclarse estas tradiciones paganas, derivó la actual costumbre de disfrazar a los niños para que pidan dulces, que es de origen bastante reciente. También la costumbre de los adultos de visitar “casas embrujadas” y realizar fiestas de disfraces para compartir con los amigos. 

El Sentido Moderno de Halloween 
Hoy día el Halloween es principalmente una fiesta comercial, en la que se busca aumentar las ventas de dulces y disfraces, se organizan concursos de disfraces y fiestas con venta y consumo abundante de alcohol, se llevan a cabo orgías, y algunos pocos grupos oscuros realizan misas negras, sacrificio de animales (principalmente gatos negros) e incluso sacrificio de niños y de muchachas vírgenes. Sin embargo, es principalmente una fiesta infantil que se celebra en colegios e institutos. La costumbre de que los niños salgan en la noche por las calles a pedir dulces se ha ido perdiendo por los riesgos de que los niños sean drogados, envenenados o abusados por algunos cuantos desadaptados y criminales, especialmente en las grandes ciudades. También porque en Halloween aumentan los casos de desapariciones, violaciones, asesinatos y profanaciones de tumbas. También aumentan algunos casos de tráfico de órganos, destinados a la decoración de “casas embrujadas” o a rituales “satánicos.” Los neopaganos, por supuesto, celebran Halloween como forma de conectarse con tradiciones ancestrales y mantener vivas religiones “originales,” si bien desconocen que en dichas religiones el sacrificio humano tenía un papel preponderante, en especial en la religión druida celta.
El Islam y Halloween 
Como hemos visto, la celebración actual de Halloween mezcla el ánimo comercial y de entretenimiento con antiguos rituales dedicados a la adoración de deidades paganas, a la adoración a los ancestros, a la supuesta “comunicación con los muertos,” y a actos de brujería y adivinación. Tanto en la actualidad como hoy día, muchas de las celebraciones de Halloween involucran el consumo de alcohol u otras sustancias embriagantes o narcóticas. El Islam, por su parte, se fundamenta en el Tawhid, la creencia en la absoluta Unidad y Unicidad de Un Único Dios Verdadero, Creador de todo cuanto existe, Dueño de toda adoración y de toda alabanza, Señor de cada ser humano. El Tawhid rechaza, por tanto, cualquier tipo de adoración, ritual o no, a cualquier ser o cosa distinto de Dios. Dirigir oraciones a los santos, imames, profetas o estatuas para que sirvan de intermediarios ante Dios, es una forma de Shirk (politeísmo). Hacer súplicas a los muertos, orar en tumbas, pedir favores o intercesión a personas que en vida fueron muy piadosas o a líderes religiosos, son formas de Shirk. Y el Shirk es el mayor de los pecados. También está prohibida en el Islam toda forma de adivinación y brujería, y todo intento de contactar con el más allá, puesto que si bien ello es imposible, abre la posibilidad de comunicación con los yin, seres de fuego que coexisten en este mundo con los humanos, pero en una dimensión diferente, y entre los cuales, como entre los humanos, hay algunos particularmente malvados, a los que llamamos demonios. Tratar de invocar a los muertos, lo único que puede lograr es permitirle a los demonios hacernos daño. 

El Profeta Muhammad (que las Bendiciones y la Paz de Dios sean con él) nos advirtió: “Cualquiera que imite a una nación, forma parte de ella.” (Recopilado por Dawud). Por lo tanto, los musulmanes debemos evitar cualquier ritual o celebración que sirva como adoración a cualquiera distinto a Dios, o que haya sido originalmente creado con tal fin, aunque haya perdido en parte su significación original. Esto es debido a que en el Islam, no sólo no podemos adorar a nada ni nadie distinto a Dios, sino que sólo podemos adorar a Dios en las formas que Él específicamente ha estipulado en el Corán y que Mujámmad (ByP) nos enseñó durante su vida. Quien imita las celebraciones de los Kufar (quienes niegan u ocultan la verdad al negar a Dios o ponerle copartícipes o asociados), es uno de ellos. 
El Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo: “Por Aquel en Cuyas manos está mi vida, se les ha ordenado que hagan el bien y prohíban el mal, o en verdad Dios les castigará. Incluso, sus súplicas serán rechazadas.” [Recopilado por Tirmidhi] 
Desde el punto de vista islámico, Halloween es una de las peores festividades que se celebran hoy día, debido a sus orígenes, a las costumbres que se mantienen desde antaño, a sus significaciones y a su simbología. Desde un comienzo, Halloween fue una celebración religiosa, una forma de culto, relacionada con brujería, adivinación e invocación de los muertos. Los cristianos lo absorbieron como una de sus celebraciones religiosas, y al hacerlo, cambiaron la pureza del mensaje divino por la conveniencia política para fortalecer la Iglesia. Los neopaganos lo han revivido como una celebración a sus deidades paganas, en parte como rechazo a la influencia cristiana en la historia de Europa. Incluso en su forma secular comercial, como entretenimiento para los niños, Halloween está cargado de ritualismo y simbolismo pagano, incluyendo el uso de imágenes, que está prohibido por el Islam. Por ello, la celebración de Halloween es Haram (prohibida) incluso para aquellos musulmanes que la consideran inofensiva. El simple hecho de disfrazarse ya es problemático, debido a que el musulmán no debe jamás pretender ser otra persona, sino mostrarse siempre íntegro, honesto y veraz en todos los sentidos. Los musulmanes debemos evitar imitar los modales y costumbres de los demás, en especial sus indecencias y sus rituales paganos. El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo: "No llegará la Hora Final sin que antes mis seguidores copien los actos de las naciones anteriores y los sigan muy de cerca, palmo a palmo." [Recopilado por Bujari] Las únicas celebraciones islámicas son el Id Al-Fiter y el Id Al-Adja. Guardemos nuestros regalos, comidas especiales y energías para esas dos festividades, enseñemos a nuestros hijos a rechazar amablemente las invitaciones a celebrar las fiestas de los Kufar, no los disfracemos y no los enviemos al colegio ese día si allí se va a celebrar esta fecha. En su lugar, expliquémosles por qué los musulmanes no celebramos ese día. Y recordemos las palabras de nuestro Creador: 
·        {¡Oh, creyentes! Los embriagantes, los juegos de apuesta, los altares [sobre los cuales eran degollados los animales como ofrenda para los ídolos] y consultar la suerte valiéndoos de flechas son una obra inmunda de Satanás. Absteneos de ello y así tendréis éxito.} [Corán 5:90]
·        {Y cuando se les dice: Acercaos a lo que Dios ha revelado y al Mensajero, dicen: «Nos es suficiente con lo que nos transmitieron nuestros padres», aun cuando sus padres no sabían nada ni estaban bien encaminados.} [Corán 5:104]
·        {¿Acaso no es hora de que los creyentes subyuguen sus corazones al recuerdo de Dios y a la Verdad que ha sido revelada, y de que no se asemejen a quienes recibieron el Libro anteriormente [judíos y cristianos]? A éstos, a medida que transcurría el tiempo se les endurecía el corazón. Y por cierto que muchos de ellos eran corruptos.} [Corán 57:16]
   {Éste es Dios, vuestro verdadero Señor. ¿Qué otra cosa hay fuera de la Verdad sino el extravío? ¿Cómo entonces os desviáis?} [Corán 10:32]


Una perspectiva islámica sobre Halloween




Cada año, durante la noche del 31 de octubre, millones de niños a lo largo de Norte América pintan sus rostros, visten disfraces y van puerta por puerta pidiendo dulces. Los adultos a menudo decoran sus casas con figuras fantasmales, tallan rostros tenebrosos en calabazas y ponen velas dentro de ellas. Desafortunadamente, entre los millones de norteamericanos que siguen esta costumbre, hay también muchos musulmanes. Este artículo aclarará el significado y los orígenes de Halloween y por qué los musulmanes no deben participar de esta celebración.
Orígenes del festival de Hallowwen
El antiguo festival celta (Irlanda/Escocia/Gales) llamado Samhain es considerado por muchos historiadores y eruditos como el predecesor de lo que hoy en día es Halloween. Samhain era el Año Nuevo de los paganos celtas. También era el Día de la Muerte, un tiempo en el que se creía que a las almas de aquellos que habían muerto durante el año se les permitía el acceso a la “tierra de los muertos”. Muchas creencias tradicionales y costumbres asociadas con Samhain continúan siendo practicadas actualmente el 31 de octubre. La más notable de esas costumbres es la práctica de dejar ofrendas de comida y bebida (ahora dulces) a los bromistas enmascarados y disfrazados, y la realización de fogatas. Elementos de este festival fueron incorporados al festival cristiano de All Hallow’s Eve o Hallow-Even, la noche antes del día de Todos los Santos (Hallows). Con el tiempo, el nombre Hallow-Eve dio como resultado al nombre Halloween. Hasta tiempos recientes, en algunas partes de Europa se creía que durante esta noche los muertos caminaban entre ellos y que los brujos y brujas volaban a la media noche. Como preparación para esto, se armaban fogatas para protegerse de esos malévolos espíritus.
Alrededor del siglo XIX, las bromas de las brujas fueron reemplazadas por trucos de los niños. Los espíritus de Samhain, que una vez se creían que eran salvajes y poderosos, ahora son reconocidos como malvados. Los cristianos devotos comenzaron a rechazar este festival. Ellos descubrieron que los supuestos dioses, divinidades y otros seres espirituales de las religiones paganas eran engaños diabólicos. Las fuerzas espirituales que la gente experimentaba durante este festival eran de hecho reales, pero eran manifestaciones del demonio, quien desvía a la gente hacia la adoración de falsos ídolos. Por esta razón, ellos rechazaban las costumbres asociadas con Halloween, incluyendo todas las representaciones de fantasmas, vampiros y esqueletos humanos, y las de demonios y otras criaturas del mal. También, se debe notar que muchos adoradores de Satanás consideran la noche del 31 de octubre como su noche más sagrada. Y muchos cristianos devotos hoy en día continúan distanciándose de esta festividad pagana.
La perspectiva islámica
La fe es el fundamento de la sociedad islámica, y el Tawhid (la creencia en la unicidad de Al-lah) es la esencia de esta fe y el corazón mismo del Islam. La protección de esta fe y de este Tawhid puro es el objetivo principal de todas las enseñanzas y legislaciones islámicas. Para poder mantener a la sociedad musulmana purificada de todo rastro de idolatría y remanentes de errores, se debe librar una guerra continua en contra de todas las costumbres y prácticas originadas de la ignorancia de la guía divina de las sociedades y del error de la adoración a ídolos.
Nuestro amado Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, nos dio una severa advertencia: “¡Quien imita a una nación, es uno de ellos!” [Abu Dawud] Los musulmanes deben prestar atención a esta advertencia y evitar copiar o imitar a los kufar en sus celebraciones. El Islam prohíbe enfáticamente a los musulmanes seguir las costumbres religiosas o sociales de los no musulmanes, y especialmente de los idólatras o quienes adoran al demonio. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Por Aquel en Cuyas Manos está mi vida, se les ha ordenado practicar el bien y prohibir el mal, o (de lo contrario) ciertamente Al-lah los afligirá con tormentos. Y en adelante, incluso sus Du’a (súplicas) no serán aceptadas”. [At-Trimidhi] Desde el punto de vista islámico, Halloween es una de las peores celebraciones debido a sus orígenes e historia y está prohibido, es HARAM, incluso si en esas prácticas hay algunos elementos que parecen buenos o inofensivos, como se evidencia por las palabras del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam: “Toda innovación (en nuestra religión) es un desvío, incluso si la gente la considera como algo bueno”. [Ad-Darimi] Incluso si se sostiene que la celebración de Halloween hoy en día no tiene nada que ver con la adoración al demonio, sigue siendo prohibida para los musulmanes participar de ella. Si los musulmanes comienzan a tomar parte en tales costumbres, es un claro signo de debilidad de la fe y de que hemos olvidado o rechazamos rotundamente la misión de nuestro Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, quien vino a purificarnos de las costumbres, supersticiones y falsas prácticas de la Yahiliah (la era preislámica).
Los musulmanes tienen la obligación de no imitar ni la conducta ni las costumbres de los no musulmanes ni cometer sus indecencias. La imitación de la conducta afectará la actitud de un musulmán y puede crear un sentimiento de simpatía por las formas indecentes de vida. El Islam busca limpiar al musulmán de toda conducta y hábito inmoral, y así allanar el camino para que el Corán y la Sunna sean la fuente pura de la auténtica conducta y pensamiento islámicos. Un musulmán debe ser un ejemplo para otros en la fe, la práctica, la conducta y el carácter moral, y no un ciego imitador dependiente de otras naciones y culturas.Incluso si la persona decide seguir las prácticas exteriores de Halloween, sin conocer el significado profundo o fondo histórico de estas costumbres, sigue siendo culpable de caer en este festival pagano. Indudablemente, incluso después de escuchar la verdad, algunos musulmanes seguirán participando del Halloween y enviando a sus hijos a pedir dulces, y tratarán de justificar esto diciendo que lo hacen únicamente para que sus hijos sean felices. Pero, ¿cuál es el deber de los padres musulmanes? ¿Es seguir los deseos de sus hijos sin objeciones o moldearlos dentro del correcto marco islámico como está establecido en el Corán y la Sunnah? ¿No es a caso la responsabilidad de los padres musulmanes impartir el correcto entrenamiento e instrucciones islámicas a sus hijos? ¿Cómo se puede cumplir con este deber si en lugar de instruir a los hijos en el Islam los padres permiten y animan a sus hijos a aprender las costumbres de los incrédulos? Al-la Expone a este tipo de gente en el Corán:{Por cierto que les Enviamos la Verdad, pero ellos [los incrédulos] la desmienten.} [Corán 23:90]Los padres musulmanes deben enseñar a sus hijos a alejarse de las prácticas de la falsedad y a no imitar a los no musulmanes en sus costumbres y festivales. Si se les enseña a los niños a sentirse orgullosos de su herencia islámica, ellos mismos se abstendrán, in sha Al-lah, del Halloween y otras celebraciones no musulmanas, como los cumpleaños, aniversario, Navidad, San Valentín, etc. El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “No vendrá la Hora Final hasta que mis seguidores no copien las acciones de las naciones anteriores y los sigan muy de cerca, palmo a palmo y pulgada por pulgada”. [Bujari] El Islam es una religión pura, sin ninguna necesidad de acomodarse a ninguna costumbre, práctica o celebración que no sea parte de éste. El Islam no hace distinción entre “lo secular y lo sagrado”; la Shari’ah debe regir todo aspecto de nuestra vida.Dijo el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam:“Ustedes deben mantener mi Sunnah y la Sunnah de los Califas rectamente guiados y aferrarse a ella con firmeza. Tengan cuidado con los asuntos inventados, porque todo asunto nuevo es una innovación, y toda innovación es desvío”. [Bujari]“Cuando la gente ve a una persona cometiendo una mala obra, pero no estira su mano para evitar que él o ella la realice, es probable que Al-lah Castigue a ambos”. [Abu Dawud, Nasa’i, At-Tirmidhi]“Quien imita a una nación es uno de ellos”. [Abu Dawud]
Qué hacer en Halloween
Hemos establecido, sin lugar a dudas, que la celebración de Halloween es absolutamente prohibida en el Islam. Esto es HARAM. La pregunta que surge es qué hacer durante esa noche. Los padres musulmanes no deben enviar a sus hijos a pedir dulces la noche de Halloween. Debemos decirles a nuestros hijos por qué no celebramos Halloween. La mayoría de los niños son muy receptivos cuando se les enseña con sinceridad, y especialmente cuando se les demuestra en la práctica la alegría de sus propias celebraciones y tradiciones islámicas. Se les debe enseñar sobre las dos fiestas de ‘Id. También, se les debe mencionar que, incluso los musulmanes que se quedan en casa y dan dulces a quienes vienen a pedir a su puerta, aún están participando en este festival. Para poder evitar esto, deja las luces de enfrente apagadas y no abras la puerta. Educa a tus vecinos sobre nuestras enseñanzas islámicas. Infórmales de antemano que los musulmanes no participamos de Halloween, y explícales las razones de por qué no lo hacemos. (Dales la copia de este artículo si es necesario.) “Una persona que llama a otra a la guía será recompensada, al igual que quien acepte el mensaje”. [At-Tirmidhi]Finalmente, debemos recordar que somos completamente responsables ante Al-lah por todas nuestras acciones y obras. Si después de conocer la verdad no abandonamos nuestras prácticas antiislámicas, nos arriesgamos a ser merecedores de la ira de Al-lah, como Él Mismo nos Advirtió en el Corán: {…Y que aquellos que desobedezcan las órdenes del Mensajero de Al-lah [y rechacen su Mensaje] estén precavidos, no sea que les sobrevenga una desgracia o les azote un severo castigo.} [Corán 24:63] Este es un asunto serio y no debe ser tomado a la ligera. Y Al-lah Sabe mejor. Que Al-lah nos Guíe, nos Ayuda a permanecer en el camino recto y nos Salve de todas las desviaciones e innovaciones que conducen al fuego del Infierno.

domingo, 28 de octubre de 2012

El jardín en el Islam




Al principio y al final está el jardín. Tanto para musulmanes como para cristianos y judíos, el jardín del Edén y el paraíso abarcan el destino de la humanidad . El Corán da descripciones detalladas del jardín eterno, que es "tan amplio como el cielo y la tierra y en cuyas tierras bajas fluyen riachuelos"; en donde hay "árboles sin pinchos que dan sombra" con "frutas que cuelgan a ras de suelo", y en el que "creyentes vestidos ricamente yacen sobre lechos que parecen de oro". Es un jardín con muchas fuentes y ríos que llevan agua, leche, miel o vino "que no emborracha" Algunas fuentes están aromatizadas con alcanfor y jengibre, y sus aguas, mezcladas con vino, son ofrecidas a los creyentes por "los adolescentes eternamente jóvenes" y por "huris de grandes ojos virginales; las vírgenes del paraíso "con pechos henchidos, comparables a perlas bien guardadas"

    Parece tratarse de parques paisajísticos, que -como las puertas y los porteros son nombrados- están cercados por murallas. La Sura 55 del Corán habla de dos jardines iguales, junto a los cuales hay aún otros dos jardines; estos cuatro jardines poseen fuentes efervescentes, árboles que dan sombra, frutas exquisitas y bellas huries. En el jardín celestial también hay tiendas y edificios: viviendas, casas, castillos y aposentos, además de "salas, en las que fluyen riachuelos". Pero todos estos edificios están repartidos por el jardín y de ningún modo recuerdan a una ciudad. El término de "Jerusalém celestial" (o aquí más bien Meca), es ajeno al Islam.

    Entre los términos que el Corán utiliza para el paraíso, el más frecuente es ÿanna (pl. ÿannat; en castellano, jardín). "Edén" se llama adn o ÿannat adn; y a menudo se habla de ÿannat naim ("jardín de las delicias"), ÿannat al-mawa ("jardín del refugio"), yÿannatal-juld ("jardín de la inmortalidad"). La palabra rauda aparece para el jardín celestial, pero también, ya un poco más tarde, en relación con la tumba de Muhammad (s.a.s.). La denominación firdaus, del que se deriva nuestro "paraíso'; pasando por el griego "paradaison;' procede del persa.

        Las relaciones entre jardín y paraíso en el Corán son unívocas y están expresadas clara­mente. Sin embargo, estaríamos equivocados si quisiéramos ver -como a menudo sucede- el efectivo arte de jardín del Islam sólo bajo estos aspectos religiosos y literarios. Bajo el cielo pro­tector, hay una gran variedad de bellos jardines ciertamente enraizados en la tierra.

El Corán no da ninguna directriz precisa para el arte de jardín. Del texto sagrado se puede extraer la importancia de las sombras de los árboles y del agua corriente, pero también la protección mediante muros circundantes, el embellecimiento por los edificios ricamente decorados y esparcidos en el verdor, y la falta de flores, grutas y estanques. En conjunto, el mosaico barada en la Gran Mezquita de Damasco se acerca mucho a tales conceptos.

Estos términos de paraíso y jardín están marcados por los sueños de los habitantes del desierto de Arabia, que conocían las instalaciones de Paradaison, al menos por los relatos. En el Magreb y en la península Ibérica predominaban las tradiciones romanas; en el Punyab, las antiguas tradiciones indias. Surge la pregunta de si se pueden crear, partiendo de estas diferentes tradiciones locales, las distintas formas de jardín del mundo islámico, o si la base coránica da a todos los jardines un denominador común.

        Como la mayoría de los países islámicos estaban situados en cálidas y secas regiones con cultura de oasis, uno de los problemas principales del arte de jardín era siempre el del riego. Tanto el mundo islámico occidental como el oriental habían heredado de Persia el sistema de los qanawat, y lo habían ampliado. Canales subterráneos, es decir, protegidos de la evaporación solar, eran conducidos desde regiones altas donde abundaba el agua hasta regiones lejanas. Se construyeron accesos abiertos a estos canales para facilitar las labores de mantenimiento. Ya a lo lejos se reconocen las instalaciones de los qanawat, que se extienden en el panorama desértico como una larga cadena de perlas. Si el clima lo hubiese permitido, se habrían construido en su lugar canales abiertos.

    Los sistemas de distribución, por otra parte, estaban muy bien ideados y controlados, tanto en los qanawat como en los canales. En los jardines principescos el agua fluía por canales adornados con azulejos hasta los aposentos, manaba de las pilas de mármol, corría por las escaleras de agua y por las barandillas, y pasaba por los muros embaldosados con azulejos de colores. Los leones eran un motivo muy apreciado para fuentes (no sólo en La Alhambra).

Desde el apenas desarrollado parque paisajístico hasta el "hortus condusus" existen las clases más diferentes de jardines. El amplio parque paisajístico amurallado, la idea fundamental del paraíso coránico, se encuentra -o se encontraba, ya que precisamente estos cinturones verdes que rodean las ciudades han sucumbido la mayoría de las veces al urbanismo moderno- desde la India hasta Marruecos y Andalucía. En el Magreb, aparece frecuentemente la palabra bereber agdal, que significa "el pasto de secano" buhaira (del árabe bahr; en castellano, "mar") denomina en cambio un parque regado artificialmente. Agdal se utiliza la mayoría de las veces para zonas verdes no regadas; no obstante, los palmares del agdal de Marrakech son regados. En tales parques se realizaban juegos de jinetes y cazas, como documenta un cuadro de Qasr al-Hair al-Gharbi.

        En la otra parte hay un cercado y protegido jardín de ocio, en el que galerías de pilares y columnas rodean florecientes y aromáticos arbustos y árboles. En amplias zonas del mundo islámico, esta clase de jardín tiene su forma más modesta en la burguesa casa municipal, que ofrece en el centro una pila cercada por tiestos de flores para disfrute del propietario y de los invitados. Estos jardines -la mayoría de las veces llamados riyad (sing., rauda)- estaban siempre dispuestos de forma ortogonal, ya fueran cuadrados o rectangulares, ya para príncipes o para ciudadanos. En las instalaciones reales, las suntuosas salas se abren en el centro de los lados hacia los jardines y están unidas las unas a las otras mediante avenidas peraltadas. El "jardín partido en cuatro" de este tipo está muy propagado en el mundo islámico occidental. Aquí, los caminos cubiertos con mármol o azulejos transcurren en lo alto sobre los parterres, colocados como pilas cuyas paredes (que pueden ser de hasta dos metros de altura) están adornadas con pinturas o azulejos. El visitante del jardín no pisaba ni la tierra ni la hierba, y tampoco recogía flores, sino que respiraba el aroma de los árboles ornamentales -las plantas cítricas eran especialmente apreciadas- y admiraba las flores. El centro del cruce de ejes está configurado como terraza con una pila o un pabellón, Este modelo de jardín fue ya adoptado para la ciudad soberana andaluza del siglo X, Medina Azahara; también está documentado en la Sevilla de los siglos XI y XII, y fue instalado todavía en el Marruecos del siglo XIX. En el Próximo Oriente existen jardines interiores similares, pero el principio de la marcada elevación de los caminos parece característico del Islam occidental. Mientras que la configuración del cruce de ejes se remonta con toda seguridad al arte de jardín romano, el origen de los caminos elevados no está claro.

        El muy propagado término chahar bagh ("cuatro jardines" o "el jardín dividido en cuatro") es persa y no tiene en realidad un equivalente árabe. La literatura sobre jardines islámicos suele derivar el término del "jardín dividido en cuatro" coránico (donde en ningún caso aparece etimológicamente), porque en la Sura 55 se mencionan dos jardines en dos ocasiones. No se puede suponer que esta mención tan imprecisa de cuatro jardines sea por sí sola la raíz del jardín con cruce de ejes; los modelos eran, junto a las consideraciones prácticas, igualmente decisivos. Los famosos jardines reales persas -conocidos como chahar bagh yconstruidos hasta en la India de los mogoles-, si bien están siempre dispuestos de forma estrictamente geométrica, a menudo están divididos en más de cuatro partes por caminos y canales, de tal manera que al final el dato de "cuatro" debía tan sólo expresar el estricto esquema geométrico. Algunos de estos jardines están colocados sobre terrazas situadas las unas sobre las otras, con lo que la pendiente podía ser luego utilizada para juegos acuáticos; pisos de azulejo, canales y parterres de flores eran típicos de estos jardines, que servían de modelo a "las alfombras de jardín" persas. Entre los principescos parques paisajísticos suburbanos para cabalgar y cazar, y el también principesco jardín de ocio ricamente decorado, que invita exclusivamente al placer pasivo, había una serie de jardines que combinaban funciones utilitarias y de lujo; los munya, ricas propiedades rurales en las que el propietario había hecho plantar huertos, vides y árboles frutales junto a salas suntuosas y pasillos de columnas. Esta clase de paisaje configurado se basaba en tradiciones romanas.

A menudo, los jardines servían también de lugar de reposo de los muertos. Aquí se podía tratar de paisajes casi sin forma, de cuidados parques dispuestos de un modo bien resuelto, de jardines "divididos en cuatro" o de riyads. En Rabat (Marruecos),el amplio cementerio junto al mares un paisaje verde apenas sin estructurar con lápidas anónimas sin adicionales intentos de embellecimiento. Los complejos funerarios reales de los otomanos se encuentran en parques paisajísticos, como por ejemplo en Bursa, donde son par­ques románticos en los que la simetría cede a la naturaleza. Cabe la tentación de pensaren la dife­rencia entre jardín "inglés" y "francés" . Por el con­trario, las tumbas de los soberanos indios-la más famosa de las cuales es el Taÿ Mahal- son ricas instalaciones de cruce de ejes con canales, juegos de agua y suntuosos monumentos.

    La belleza del edificio debía ser aumentada adicionalmente con la vista hacia el paisaje exterior. En Andalucía y Marruecos, algunas tumbas dinásticas están dispuestas como edificios con jardines interiores; en Marrakech, sin  embargo, los pabellones funerarios de los sadíes están situados en un jardín, y las tumbas de los mariníes en Fez y en Rabat se hallan en jardines paradisíacos. Como típica arquitectura de jardín se pueden considerar las galerías y salas, que com­prenden los jardines interiores, y los pabellones al aire libre en los jardines, que podían adoptar proporciones del todo considerables. Las salas estaban a veces empotradas en torres macizas -como la torre de Comares en La Alhambra-, pero también podían ser sencillas salas abiertas, como por ejemplo las edificaciones en la parte angosta del Patio de la Acequia en el Generalife. Los pabellones al aire libre podían ser extremadamente rudos, como el Manzah en los jardines reales de Meknés, o gráciles y refinados, como los quioscos en los jardines de Topkapi Sarai en Estambul.

        Estas arquitecturas se amoldaban siempre a las tradiciones de construcción de la correspondiente zona y tan sólo son comprensibles partiendo de éstas. Reciben un denominador común mediante su función como arquitectura de jardín: siempre son edificios abiertos y con vistas a los jardines situados enfrente de ellos o a su alrededor. En La Alhambra, como en el Taÿ Mahal, esta exigencia incluye incluso las vistas al paisaje de fuera del complejo. Las magníficas salas en las alas circundantes parecen haber sido la mayoría de las veces salas de recepción, en las que la belleza y la armonía eran un símbolo de la categoría del propietario. Por el contrario, los pabellones parecen haber estado destinados al descanso, tanto para reuniones sociales como para dormir plácidamente.

    Es seguro que el tema literario del paraíso como jardín y del jardín como paraíso es intem­poral en el Islam, a pesar de que, tomado al pie de la letra, los jardines reales del Islam tienen que ver relativamente poco con el paraíso coránico. En éstos se puede determinar mucho más la supervivencia de las tradiciones de arte de jardín preislámicas, que acabaron en parques paisajísticos en los otomanos y en grandes y artísticos jardines repetidamente divididos en Persia. Todos estos jardines, que en la India islámica fueron dispuestos con todavía más ostentación y con juegos acuáticos. tienen en común el esquema básico geométrico.

La simetría de ejes parece ser la ley básica, incluso cuando los diferentes ejes a veces están sutilmente desplazados (por ejemplo, en el Patio de los Leones de La Alhambra).Todos estos jardines se asemejan en cuanto a la abstracción de motivos procedentes de la naturaleza, tan determinante en el arte islámico. La naturaleza se convirtió en arte, tanto en el arabesco como en los jardines.

LA ORIGINALIDAD DE LA CIENCIA EN EL ISLAM




Posiblemente uno de los problemas más apasionantes que pueden plantearse a un historiador es el de la capacidad creadora de los distintos pueblos. Generalmente – y hoy en día sigue repitiéndose- se afirma que la ciencia y la técnica contemporáneas son consecuencia y fruto del conocimiento; que pueblos como Japón o China son puros imitadores y perfeccionadores de lo que les llega de Occidente o que la Ciencia en el Islam medieval es una mera copia de la clásica.
Efectivamente: en el siglo XIX Occidente pensaba que la ciencia islámica no había podido realizar una labor original, que no había podido hacer grandes descubrimientos, debido a la presión teocrática de su religión, a la falta de libertad política y a la carencia de una democracia formal. Por el contrario, la ciencia clásica habría dado de sí todo lo que dio gracias a no haber conocido ninguna de esas limitaciones.

Frente a estas afirmaciones de la élite intelectual de Occidente, los musulmanes de principios del siglo xx reaccionaron de un modo apasionado volcándose en el análisis de la cultura de la Edad Media europea y subrayando cómo durante esos siglos oscuros de nuestro pasado, la civilización y la ciencia musulmanas brillaron con gran esplendor, y cómo fueron los conocimientos científicos allegados por los musulmanes los que percutieron la eclosión del Renacimiento, al cual sí se puede considerar raíz de nuestro actual desarrollo; siempre y cuando no se le quiera separar de su infraestructura islámica, ya que sin ésta no hubiera existido en lo que a las ciencias se refiere. Y, en apoyo de sus afirmaciones de la igualdad de pueblos y culturas ante el fenómeno científico-técnico, traían a colación el ejemplo del Japón que, por aquel entonces, acababa de ponerse al nivel de los pueblos más avanzados de Occidente.

Frente a alguno de estos problemas hay que confesar que sus antepasados -es decir, los de los siglos IX al XV- habían adoptado posiciones mucho más sensatas. Tal, por ejemplo, las opiniones del cadí Ibn Sa’id de Toledo e Ibn Jaldún. El primero, en su Libro de las generaciones de las naciones (s. XI), afirmaba: «Hemos observado que todas las naciones que proceden de las siete primitivas... se dividen en dos categorías : unas cultivaron las ciencias; en ellas se desarrollaron diversas formas de saber; de ellas nacen todas las disciplinas científicas. Otras, por el contrario, no cultivaron las ciencias lo suficiente como para hacer incluir a sus pueblos en el número de naciones cultas, pues no desarrollaron ni la filosofía ni ninguna otra rama del saber. Los pueblos que han desarrollado la ciencia son ocho : indios, persas, caldeos, hebreos, griegos, rûm (bizantinos),  egipcios y árabes... y las más nobles de las naciones que no cultivaron las ciencias son los chinos y los turcos».

 «Los chinos... descuellan en la ejecución de trabajos manuales y en la pintura. Esa es la parte del saber que les corresponde y en la cual han sobrepasado a todos los pueblos. Son, entre todos los hombres, los que mejor soportan el esfuerzo constante que exige el acabar una obra, la fatiga que se padece en la creación artística. Los turcos... están especializados en el arte de la guerra, en el manejo de las armas; sobresalen en ello y lo conocen de modo perfecto. Son los hombres más hábiles en la equitación y en la táctica y tienen una habilidad extraordinaria en el manejo de la lanza, de la espada y del arco.»

Desgraciadamente el concepto que Ibn Sa’id tiene de la capacidad científicas de los cristianos de la península ibérica es pésima. Éstos son, para él, uno de los pueblos que, a pesar de ser vecinos suyos, no pueden hacer nada de provecho: «Los gallegos, los bereberes y todos los habitantes de las regiones de Occidente que pertenecen a esta categoría son pueblos a los que Allah ha dado una particular turbulencia y ceguera y en los cuales a infundido el amor a la anarquía y a la violencia».

Ibn Jaldún (s. XIV), por su parte, niega que el Islam pueda coartar el desarrollo científico. «el Rasûl Muhammad (s.a.s.) -escribe- nos ha sido enviado para enseñarnos el camino de Allah y no la medicina o cualquier ciencia profana. Dio unos consejos desafortunados sobre la fecundación de las palmeras, y al darse cuenta de ello confesó a sus compañeros: "Vosotros sabéis más que yo de esto". Por tanto, no hay que creer ciegamente los consejos médicos que da la tradición auténtica, pues nada indica que haya que hacerlo.»

Sin embargo, hay que reconocer que a principios del siglo XX era muy difícil responder a estas cuestiones dados los escasos textos científicos egipcios y babilónicos publicados. Hoy, ochenta años después, esta panorámica ha cambiado y ya se pueden establecer comparaciones de  interés entre las aportaciones de los distintos pueblos de la Antigüedad a la ciencia medieval. Considerando que existen claramente diferenciados tres niveles cronológicos : los de Egipto y Babilonia, el de Grecia y el Mundo Islámico, pueden establecerse las siguientes relaciones de dependencia : 1) de los griegos respecto de los egipcios y babilonios; 2) de los musulmanes respecto de los griegos, y 3) de los musulmanes respecto de los babilonios y egipcios sin mediación griega.

La obra de los babilonios, por ejemplo, les fue conocida de modo independiente a través de griegos, indios, persas y también, muy posiblemente, a través de la tradición oral conservada en Harrán, zona aún pagana en la época en la que se islamizó. Algunos de esos conocimientos les llegaron en un estadio tan elemental y primitivo -tal el álgebra y la trigonometría- que no hay más remedio que considerar a los estudios musulmanes como sus propios creadores al transformar una exposición casuística en otra orgánica y sistemática con la introducción de nuevos elementos y una axiomática correcta. Así demostraron tener la misma capacidad creadora que los griegos de la época clásica, quienes habían procedido de modo muy similar con la aritmética, la geometría y la astronomía. Hay que destacar que no ocurrió lo mismo con la numeración de posición que los musulmanes recibieron, de hecho, completamente desarrollada.

Bastante más difícil es saber lo que los musulmanes pensaban sobre el desarrollo científico o, si se prefiere, y como diríamos hoy, sobre su política científica. Tenemos muy pocos textos escritos por científicos que  aludan a este tema. Las más de las veces los detalles surgen en el lugar más inesperado, aunque es cierto que los prólogos y las conclusiones de sus libros presentan detalles de interés con una cierta frecuencia y que no son pocas las veces en que tropezamos con verdaderas autobiografías como es el caso del médico-astrólogo ‘Ali ben Riduan o el de Sinan ben Zabit en su libro trunco Acerca del movimiento del Sol.

Por otra parte, los diccionarios biográficos medievales se preocupan más de los hombres de letras que de los de ciencia, y cuando aparece en ellos alguno de éstos, como los médicos Avenzoar o Umayya ben ‘Abd al-‘Açiç, o los agrónomos al-Tignarí o Ibn Luyún, es debido a que tienen un peso propio específico en el campo literario. De poco valieron los esfuerzos de los científicos por escribir sus prólogos en prosa elegante: que yo sepa el que Azarquiel haga preceder una de sus obras dedicada al rey poeta de Sevilla, al-Mutamid, con una dedicatoria escrita en su más florido estilo, no le ha valido ser incluido en los manuales literarios de la época. Tampoco tuvo ese éxito Sinan ben Zabit, quien en su ya citado libro Acerca del movimiento del Sol, al tratar de las sombras intenta mostrar su erudición trayendo a colación citas de Aristóteles, de el Corán y del gran poeta Dzú-l-Rumma.

Reducidos como estamos, pues, a unos cuantos textos que se presentan de modo esporádico y a media docena de diccionarios biográficos, como los de Ibn Qifti, Ibn abi Usaybi’a o Ibn Yulÿul o técnicos y tardíos como el de Tahanawi, es difícil adivinar cómo los creadores de la ciencia islámica veían el origen y desarrollo de ésta.

En primer lugar todos parecen estar convencidos de la necesidad de que el poder -en su caso el soberano o un mecenas- estimule y proteja a los científicos. Abu Nasr ben Mansúr ben ‘Iraq nos dice: «Tuve una gran alegría al enterarme de que este noble príncipe... tenía una afición particular a la Astronomía por tratarse de una ciencia que da claridad al pensamiento y agudiza la inteligencia. Y al conocer su gran interés por el astrolabio escribí para él... un tratado acerca de su construcción sencillo y práctico».

Idénticamente un buen ambiente favorece el desarrollo de la ciencia. Al-Karaÿi lo indica de modo bien claro: « Cuando fui al Iraq y vi que sus habitantes, grandes y humildes, amaban la ciencia, apreciaban su rango y honraban a los sabios, compuse una obra de Aritmética y Geometría. Después regresé a la tierra del Yabal (Zagros) y dejé en ella de componer lo que había compuesto en el Iraq dado el ambiente científico reinante: me desentendí de escribir y no volví a componer obras hasta que Allah socorrió al país y a sus habitantes dando el gobierno a Abú Ganim Ma’rúf ben Muhammad... A la sombra de sus beneficios... he reemprendido cu costumbre y he empezado a componer este libro como homenaje y muestra de afecto hacia él, titulándoloAfloramiento de aguas ocultas». Libro éste que junto con las indicaciones recogidas por Ibn Wahshiyya (m.c. 299/912), consta que fueron conocidas prontísimo en al-Ándalus, fueron la base teórica que percutió construir los primeros «viajes» que dieron lugar al nacimiento de Madrid.

         La producción científica, pues , estaba frecuentemente influida, como hoy, por las decisiones del poder. Ibn Hawqal no vacila en afirmar que «He sido expulsado por la tiranía de los príncipes y las cínicas vicisitudes del tiempo; por la continuada serie de desgracias y la opresión que ha agobiado a los pueblos de Oriente; por los métodos injustos y tiránicos empleados por los príncipes que desprecian la equidad; por el aumento de las crisis y de las calamidades; por la suma de fatigas y embates del destino; por el trastrueque de los medios de subsistencia y la escasez de lluvias bienhechoras». En pocas palabras: las dificultades políticas y económicas obligan a emigrar a uno de los mayores geógrafos de la época. Y su coetáneo, el médico andalusí Ibn Yulÿul, confirma sus asertos: «En esos reinados no apareció ningún hombre notable que fuera conocido por su maestría y célebre por sus aportaciones científicas. El imperio abbasí se debilitó con la intromisión en el poder de los daylamíes y de los turcos que no se preocuparon por la ciencia : los sabios sólo aparecen en los Estados cuyos reyes buscan la sabiduría».

Antes de emprender una investigación los musulmanes tuvieron particular interés en saber qué se había escrito sobre la materia de que deseaban tratar tanto en la Antigüedad como entre sus predecesores musulmanes. No hay texto de Astronomía que no se remita a Tolomeo, quien no siempre fue seguido a ciegas. Así al-Battani (m. 317/929), observando los errores, faltas y discordancias que se encuentran en las Tablas que tiene a mano, se propone subsanarlos según los procedimientos matemáticos y geométricos establecidos por el gran sabio alejandrino. Esas mismas discrepancias son las que llevan a Ibn al-Haytam (m. 430/ 1039) a tratar del espacio: «Los sabios que investigan la realidad de las cosas de la existencia -nos dice- discrepan acerca de lo que es el espacio o lugar dicen que el lugar de un cuerpo es la superficie en dicho cuerpo y otros aseguran que el lugar del cuerpo es el vacío que imaginan que llena el cuerpo. Pero no hemos encontrado ninguna explicación profunda en quienes nos precedieron acerca de lo que es el lugar, ni ningún indicio claro que explique su verdadera naturaleza. Siendo así nos ha parecido oportuno realizar una investigación exhaustiva de lo que es el lugar de modo que quede patente la verdad, desaparezcan las dudas y cesen las confusiones».

Si estos testimonios parecen vincularse con problemas muy tratados ya en la Antigüedad, los que citamos a continuación parecen independientes, bibliográficamente hablando, de aquélla. Así Ibn Hawqal confiesa no disponer de ninguna obra satisfactoria sobre itinerarios que le sirva de punto de partida para componer la suya y mucho más explícito es Idrisí, quien nos indica la imposibilidad de encontrar en su época informes claros, precisos y detallados en las obras de que disponía. Por eso Roger II «mandó llamar a personas informadas sobre estas materias, les hizo preguntar, discutió con ellas, pero tampoco sacó nada en claro». Y, en consecuencia, se decidió a encargar a Idrisí la redacción de una Geografía.

Esta búsqueda de fuentes se extiende a todos los campos. Ibn Mu'âd,  en la introducción a su Trigonometría, alude a la aportación hecha en este campo por sus predecesores, y Azarquiel afirma, de uno de sus instrumentos, que «si bien es cierto que alguien (Ibn al-Samh) anterior a nosotros aspiró a construir uno muy parecido, no logró sin embargo que compitiera con el mío en la feliz concepción y justa disposición, pues su autor lo dispuso en siete láminas... cosa que nosotros hemos evitado en nuestro instrumento, que sólo exige una lámina adicional para la Luna».

         Existe en todos ellos el prurito de llevar al ánimo del lector la escrupulosidad con que han analizado sus fuentes y cómo han realizado una labor crítica de las mismas.

El que nuestros autores se esforzaran tanto en entender los textos recibidos no significa que los siguieran a pies juntillas. Ciertamente algunos sí lo hicieron y copiaron a los maestros estudiados a ciegas haciendo bueno el aforismo «magister dixit». Pero estos casos, y nos interesa mucho subrayarlo, no hicieron ley. El mismo Averroes, en su comentario al De Coelo recoge, con fino espíritu crítico, las teorías innovadoras que en el campo de la mecánica celeste estaba introduciendo su contemporáneo al-Bitrúÿi. Pero dejando de lado este testimonio por proceder de un filósofo-científico podemos ver lo que nos dicen los científicos puros.

En este aspecto tiene suma importancia la introducción que Ibn al-Haytam escribió a su libro Dudas sobre Tolomeo: Nos afirma que la verdad es buscada por sí misma aunque sea difícil encontrarla y muchas veces se presente rodeada de dudas. Por eso, al leer los libros de los sabios, hay que esforzarse en entenderlos, en encontrar lo que quieren decir en realidad. Y siempre teniendo en cuenta que Allah no ha puesto a los sabios a cubierto del error, ni de la obcecación ni de la confusión, puesto que si lo hubiera hecho éstos no discreparían al tratar de una misma cuestión, ya que todos estarían en posesión de la verdad. Pero como la experiencia demuestra que discrepan entre sí, hay que admitir que los sabios también yerran. Al buscar la verdad no hay que seguir a ciegas lo que afirman los libros antiguos, si no que hay que examinarlo con espíritu crítico, seguir en detalle sus pruebas y demostraciones, teniendo en cuenta, además, los posibles errores y omisiones que pueden ser imputables a los copistas o al lector; su pensamiento debe fijarse en el texto y las notas, debe analizarse desde todos los puntos de vista y no se debe estar prevenido, ni en contra ni en favor, de lo que se lee. Utilizando este método, se descubrirá la verdad y desaparecerán las dudas. Y es empleándolo como Ibn al-Haytam se adentra en la lectura de las obras de Tolomeo que, en el primer instante, le impresionan por los grandes conocimientos que encierran. Pero sin demérito de la justa fama del autor, pueden señalarse, analizándolo críticamente, una serie de pasajes confusos, de palabras inadecuadas y de lugares contradictorios. Cierto que son pocos comparados con la inmensa mole que representa el Almagesto, pero no hay porqué omitir tratar de ellos y dejarlos al descubierto para que quienes lo lean sepan a qué atenerse.

Sinan ben Zabit, refiriéndose también a Tolomeo, muestra como ya en el siglo X se ponían en duda ciertas teorías del alejandrino. Así, hablando del movimiento del sol señala que si bien Tolomeo había afirmado que el apogeo se encontraba fijo, los astrónomos de al-Ma'mún, es decir, los autores de las Ziÿ al-mumfahan, habían demostrado lo contrario, con lo cual habían surgido dos escuelas rivales que, a base de acopio y reiteración de las observaciones de los equinoccios y de los solsticios, intentaban corroborar la opinión de Tolomeo o demostrar las afirmaciones de los astrónomos del califa.

Es evidente que si el gran Tolomeo no estuvo exento de críticas, críticas que llegaron hasta innovar una nueva mecánica celeste, no se escaparon de ellas los restantes autores de la Antigüedad y del Islam. La afirmación reiterada en los prólogos de los textos musulmanes de que aportan nueva materia al conocimiento de la disciplina de que tratan constituye muchas veces un tópico literario; pero muchas, también, son expresión de la pura realidad.

Si esto ocurre en las ciencias exactas puede imaginarse lo que sucede  en el campo de las ciencias humanas, en donde, por lo general, la observación crítica es más fácil que en aquéllas. Ibn Hawqal muestra su espíritu científico al observar que los naturales de un país son parciales en pro o en contra del mismo y, por tanto, sus observaciones deben ser puestas  en tela de juicio y contrastadas con el testimonio de los viajeros. Roger II,  el mecenas de Idrisí, dispuesto a tener una Geografía de todo el ecúmene,  «decidió buscar por sus estados a los viajeros instruidos, los mandó introducir en su presencia y los interrogó por medio de intérpretes bien todos a la vez, bien por separado. Siempre que se mostraban de acuerdo y que sus informes coincidían en un punto, ese punto era aceptado como cierto. Cuando no era así, se omitía. Invirtió en este trabajo más de quince años sin dejar de examinar por sí mismo todas las cuestiones geográficas, de buscar su solución y de verificar la exactitud de los hechos con el fin de obtener los conocimientos que apetecía».

En todo caso existen citas reiteradas de que las ideas y conceptos astronómicos de los musulmanes fueron modelándose con la reiteración de las observaciones y la construcción de aparatos apropiados. Azarquiel no vacila en escribir:  «proseguimos el estudio de dicho problema en la ciudad de Toledo... hicimos instrumentos idóneos para la observación..., esa diferencia no se correspondía con las observaciones..., verificamos constante y atentamente las observaciones... ».

Es cierto que él no nos habla de la aproximación de sus medidas ni de las dimensiones de los aparatos que construyó, pero a pesar de ello podemos hacernos una idea de los mismos desde el momento en que Abraham ben ‘Ezra nos afirma que los hermanos Banú Músa o Banú Shakir construyeron astrolabios de gran tamaño que debían permitir la apreciación de los minutos de arco; Sinan ben Zabit asegura, por su parte, que construyó una armilla (halqa) de tres codos, esforzándose extraordinariamente en obtener una gran exactitud en las divisiones de grados y minutos.

         En cambio, en el campo de las ciencias naturales la observación física es absolutamente necesaria para adquirir los conocimientos de  etología animal que Yahiç recoge esporádicamente en su zoología o los detalles de morfología vegetal que se encuentran en los grandes tratados de Botánica de la época y que vinieron a más que duplicar el número de plantas descritas por Dioscórides.

Lo dicho hasta ahora viene a probar, según creemos, que los musulmanes dispusieron y utilizaron con fruto las herramientas necesarias para el trabajo científico y que con ellas en la mano contribuyeron de modo decisivo al desarrollo de unas ciencias que habían recibido como legado de la Antigüedad, y a la creación de otras hasta entonces desconocidas. La enumeración de las mismas varía según cual sea la fuente utilizada. Los autores del siglo X, por ejemplo, establecieron clasificaciones bastante dispares que englobaban de cuatro a cien y más materias con sus correspondientes definiciones. Pensemos que también nosotros hoy hablamos de la matemática, bien como una entidad, y que otras veces la desglosamos en sus distintas ramas: aritmética, geometría, álgebra, etc. Del mismo modo el Medioevo, según cual fuese el número de divisiones y subdivisiones que se hicieran de las cuatro ciencias básicas del cuadrivium, obtenía clasificaciones más o menos amplias y tanto más discutibles cuanto más amplias eran.

Ahora bien: en general parten de un cuadrivium que, ampliado o no,  es designado por Juwarizmi, autor del libro tituladoLlaves de las ciencias,  con el término genérico de «ciencias de los antiguos», a saber: filosofía,  lógica, medicina, aritmética, geometría, astronomía, música, mecánica y  alquimia. Éstas se contraponen a las ciencias musulmanes autóctonas que se corresponden en general a lo que nosotros hoy consideramos como humanidades: jurisprudencia, gramática, administración del Estado, poesía, etc. Más adelante, y con la perspectiva que dan los siglos, Ibn Jaldún en sus Muqaddima hace un somero, pero jugoso, análisis de unas y otras. Veamos,  como ejemplo, el modo de presentarlas :
         A) En primer lugar la Aritmética o ciencia de los números que  tiene varias subdivisiones : 1) el arte de calcular destinado a explicar las operaciones fundamentales. Puede considerarse de creación islámica y tiene una gran importancia en la enseñanza elemental, ya que da ideas claras, enseña a razonar sistemáticamente y forma buenas cabezas que se acostumbran a pensar con lógica pasando ésta a constituir una segunda naturaleza de quienes las han estudiado en la infanda. Es curiosa la observación jalduniana de que en matemáticas es más fácil entender el sistema de operar que las demostraciones que lo justifican; 2) el Álgebra de cuyo origen nada nos dice, pero que en su forma elemental casuística es de origen babilónico y llegó a conocimiento de los musulmanes, posiblemente, sin intermediarios. Entre ellos alcanzó el rango de ciencia y los seis primitivos tipos de ecuación se transformaron en sus manos en más de veinte, para las cuales descubrieron las correspondientes soluciones fundadas en sólidas demostraciones geométricas; 3) la ciencia de las transacciones comerciales (mu’âmalat), que en rigor es una disciplina basada en las dos anteriores, la aritmética y el álgebra, y 4) la ciencia de las herencias (farâ'id), típica de los países del Islam. Tiene su punto de arranque en las complejas leyes establecidas en el Corán para repartir los bienes relictos entre los distintos herederos de acuerdo con su grado de parentesco con el difunto. Dado que esas disposiciones frecuentemente indican la parte que corresponde a cada una de ellos de modo fraccionario y que se prevé la herencia por representación, se plantea una casuística enorme de la que Ibn Jaldún se hace eco, «puede darse -dice- que haya un  gran número de herederos y que uno de ellos muera antes de la partición;  su parte debe ser distribuida entre sus propios herederos; o puede ocurrir  que la suma de las partes legales exceda del monto total de la sucesión; o que un heredero afirme la existencia de otro heredero que, en cambio, no acepten los restantes derecho-habientes». Evidentemente, esta casuística llevó a los matemáticos encargados de resolverlos a una serie de hallazgos  sobre el modo de operar con fracciones.

B) Geometría. Aparecida en el Islam con la traducción greco-árabe de los Elementos, de Euclides, fue considerada por algunos de sus pensadores, como Ibn Jaldún, más clara que el arte de cálculo, pues en aquélla « todas las demostraciones son claras y lógicas. Dada esta claridad  es muy difícil incurrir en errores, de modo que quien argumenta geométricamente casi nunca se equivoca. Y así los geómetras desarrollan su inteligencia». Entre sus subdivisiones está la que trata del estudio de las  figuras esféricas a base de los libros de Teodosio y Menelao; la que se ocupa de las secciones cónicas a partir de la obra de Apolonio. Ésta tiene gran importancia «en la carpintería y en la arquitectura. Sirve también para la fabricación de estatuas y objetos preciosos de gran tamaño; para desplazar grandes bultos y cargas con la ayuda de distintos ingenios mecánicos». Para la construcción de estos últimos disponían de un excelente manual árabe, el de los Banú Músa, de difícil comprensión a causa de las muchas demostraciones que contiene. Ibn Jaldún incluye dentro de la Geometría, la Agrimensura y la Óptica. Esta última debido a la necesidad de tener grandes conocimientos geométricos para poder explicar  la marcha de los rayos de la luz, bien en los casos de visión normal, bien  en los de reflexión en los varios tipos de espejos o de refracción.

C) Si hemos de creer a Ibn Jaldún -y en este caso no hay por qué hacerlo- los musulmanes se sintieron menos inclinados a la observación astronómica que a la teoría. En todo caso la Astronomía se basaba en el Almagesto, de Tolomeo, que «no enseña como se cree generalmente la forma de los cielos o el orden de las esferas. Lo único que hace es apuntar que la existencia de esas formas y esa disposición de las esferas se deducen de la observación del movimiento de los astros. Una de sus ramas es la consagrada a la ciencia destinada a explicar la construcción de las Tablas astronómicas que percuten saber, mediante el cálculo, la posición de cualquier astro en una fecha dada, conocimiento que es indispensable para la práctica de la astrología judiciaria, es decir, la ciencia que trata de las influencias ejercidas por las distintas posiciones de las estrellas en el mundo de los hombres.

Es curioso que de hecho ninguno de los científicos musulmanes anteriores al siglo XI se diera cuenta de que dentro de esas Tablas se encontraban unos cuantos capítulos en los cuales los astrónomos habían dado origen a una disciplina llamada a independizarse muy pronto de la Astronomía y desempeñar un brillante papel dentro del campo de las matemáticas. Nos referimos a la Trigonometría, desconocida para los autores de la Antigüedad que sólo trabajaron con cuerdas mediante la aplicación de los teoremas de Tolomeo y Menelao. Unos cuantos precedentes pueden encontrarse en la fundón ukullû/shagal(«fruto»), equivalente a nuestra cotangente, utilizada por los funcionarios catastrales del fisco babilónico; en la India sólo aparece en los Siddhantas y en Aryabhata, que utilizan el seno y el seno verso (1- cos a) alrededor del siglo V de nuestra Era, en función de los kardagas o arcos unidad, según los distintos sistemas de medida utilizados en la época y sólo es a partir de la construcción de las Tablas ma'mûníes cuando adquiere cada vez mayor importancia, incorporando nuevas líneas y teoremas hasta que en el siglo XI, y en al-Ándalus, Ibn Mu’âd escribe el primer tratado independiente de Trigonometría esférica hoy conocido.

La Física se define por Ibn Jaldún de manera imprecisa. Para él -que en cierto modo sigue la clasificación de las ciencias de Avicena- es «la ciencia de los cuerpos en movimiento o en reposo. Estudia los cuerpos celestes o elementales, los hombres, los animales, las plantas y los minerales. Se preocupa por las fuentes, los terremotos, las nubes, los vapores, los truenos, los relámpagos y las tempestades. Tiene por objeto el origen del movimiento de los cuerpos, es decir, el alma (nafs) en sus  distintas formas : humana, animal y vegetal». En el desarrollo de estas materias los musulmanes se opusieron con frecuencia o criticaron la obra de Aristóteles ampliándola, por otro lado, con la incorporación de nuevas ramas.

La Medicina musulmana, inspirada en Galeno, fue más allá que éste en numerosas especialidades, lo cual se debió a que dispusieron de médicos de gran valía. E igualmente puede decirse de la Agricultura -una rama más de la Física según Ibn Jaldún-, que superó desde todos los puntos de vista lo que sobre la misma habían escrito sus precursores.

Esta clasificación de las ciencias, una más entre las tantas que hicieron los autores musulmanes, muestra el carácter racional de la mayoría de sus pensadores si consideramos que viene seguida de la refutación de dos seudo ciencias, la astrología y la alquimia, con argumentos sacados a la vez de la tradición islámica y de la lógica.

 Generalmente se viene considerando a la Astrología como una ciencia mucho más rigurosa que la alquimia. Su lenguaje no es, ni remotamente, tan críptico como el de ésta y una de sus partes, la que trata de la técnica del levantamiento de horóscopos mediante el cálculo, constituye un capítulo más de la astronomía esférica. Sin embargo, la Astrología por antonomasia, la judiciaria, aquella que a partir de la posición de los astros en un momento dado asegura que puede predecir el futuro, ¿qué opinión merecía en la tradición y a la ciencia musulmanas?

Para la primera, esta pretensión -conocer el futuro- rayaba en la herejía. Y ello porque, según la Sunna o tradición, Muhammad (s.a.s.) había dicho: «Los eclipses de Sol y de Luna no se producen para señalar la  muerte o el nacimiento de una persona», y porque Allah, según la tradición sana, ha dicho: «Entre mis servidores hay unos que creen en Mí y otros que no. Los que dicen «Ha llovido gracias a la bondad y a la misericordia de Allah» creen en Mí y no creen en las estrellas. Los que dicen «Es tal o cual constelación la que ha hecho llover, no creen en Mí, creen en las estrellas».
Por tanto, la tradición islámica excluye a la Astrología judiciaria del campo de las ciencias que pueden estudiar los musulmanes. Y lo mismo ocurre con la razón y, en este caso, los científicos musulmanes vuelven a demostrar, refutando a Tolomeo, que no se les puede aplicar el sambenito de haber seguido a ciegas a los grandes maestros de la Antigüedad.

En efecto: La Astrología judiciaria se basa fundamentalmente en el  Cuatripartito, de Tolomeo, y en este libro -según ellos- se emplea para deducir la influencia de los astros a partir de un la acción del Sol y de la Luna sobre la Tierra. Pero el procedimiento para establecer la influencia de los planetas y estrellas no es correcto : «Para los astros distintos del Sol y de la Luna -dice- hay dos modos de operar. El primero, poco satisfactorio, consiste en remitirse a la tradición y a las autoridades en la materia. El segundo recurre a ciertas hipótesis y al empirismo, comparando los astros de uno en uno con el Sol, cuya naturaleza e influencia nos son conocidas.  Se pasa a observar si la virtud y el temperamento del Sol se refuerzan cuando uno u otro están en conjunción con él. Si es así, eso demuestra que la naturaleza de ese astro concuerda con la del Sol. En caso contrario es que ambas naturalezas se oponen. Cuando se conoce la virtud individual de cada astro se puede deducir lo que ocurre cuando están en los distintos aspectos: trígono, cuadratura, etc. Todo eso se deduce de la naturaleza de los signos del Zodíaco por comparación con el Sol. Es así como llegan a conocerse todas las influencias de los astros que actúan de modo evidente sobre la atmósfera. Así se obtiene una disposición de ésta (mizâÿ al-hawa') que se transmite a sus capas inferiores e impregna el esperma y los gérmenes. Ese humor pasa a ser como un estado (hâl) del cuerpo y del alma...».

Pero estas afirmaciones son muy discutibles, pues es imposible determinar las características de los cinco planetas: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno por comparación con el Sol, ya que éste es muchísimo más grande que todos ellos, razón por la cual, y contra la hipótesis de Tolomeo, el aumento o disminución de la fuerza del Sol, en el momento de encontrarse en conjunción con uno cualquiera de ellos, es inapreciable con los métodos de que disponía la ciencia de aquel entonces.

El único sistema medianamente seguro para poder hacer predicciones  astrológicas consistiría en observar las influencias que han ejercido los astros siempre que se han encontrado en posiciones idénticas. Pero estas observaciones son prácticamente imposibles de realizar, ya que las revoluciones de los astros duran muchísimo tiempo; que jamás se reproducen exactamente las mismas posiciones y que, aunque así fuera, la suma de la vida de todos los hombres no bastaría para tomar nota de ellas.

La razón y la tradición Islámica coinciden, pues, en negar el carácter de ciencia a la Astrología judiciaria, cuyo estudio debe prohibirse por atentar contra la shari’a (los usos de los musulmanes). Y también contra la organización del Estado, ya que con  frecuencia se han hecho predicciones sobre la evolución futura de los asuntos públicos -Ibn Jaldún confiesa haber sido testigo de ello más de una vez- que han sido aprovechados por los enemigos del poder constituido para desencadenar alteraciones del orden.

La refutación de la Alquimia es de otra índole y mucho más dura que la de la Astrología. Ibn Jaldún admite apriorísticamente y de entrada que sus cultivadores son gentes incapaces de ganarse la vida como el resto del mundo; ineptos totales para ejercer oficios prefieren enriquecerse rápidamente gradas a la Alquimia. Son, en suma, unos pobres hombres, y los filósofos que les siguen, también. Así se explica que Avicena, enemigo  de la Alquimia, fuera un hombre rico, mientras que al-Farabi, que creía en ella, fuera uno de esos desgraciados que no llegan a nada en la vida. Y esto por lo que se refiere a quienes de buena fe creen en la posibilidad de llevar a la práctica sus ideas, puesto que muchos otros son puros falsarios: saben realizar aleaciones que se confunden fácilmente con la plata y que sólo pueden distinguir los muy expertos. Con ellas realizan falsificaciones de moneda, dando cobre por plata y plata por otro, y así se hacen merecedores de la pena legal prevista para los ladrones : el corte de las manos.

En las clasificaciones de las ciencias se acostumbran a incluir disciplinas que si hoy en día gozan de ese rango dado el rigor con que se cultivan, en aquel entonces se presentaban en un estado tan embrionario que la experimentación se mezclaba con la fantasía o la tradición.  Citemos, como único ejemplo, el de la oneirología, que trata de la interpretación de sueños. Esta ciencia anclada sólidamente en los precedentes griegos representados por la traducción de la Oneirocrítica, de Artecudoro de Efeso, realizada por Hunayn ben Ishaq, gozaba del apoyo de los alfaquíes, quienes no podían olvidar que en el propio Corán se consagraba una sura la vida de José como ministro e intérprete de los sueños del Faraón, y que la sura admitía que su Muhammad (s.a.s.), había recibido parte de sus revelaciones en sueños. De aquí que conociera un rápido desarrollo que se debió, sobre todo, al legendario Ahmad ben Sirîn (m. 1101728), al cual se ha querido comparar recientemente con Freud, y cuya obra, Kitâb ar-ru'ya fue vertida del árabe al griego alrededor del año 1000 y de esta lengua al latín por el pisano Leo Tuscus, secretario del emperador bizantino Manuel I Comneno en 1176.

Porque una de las principales características de la Ciencia Islámica  es la de su rápida trasvasación a otras lenguas. Ya antes de que hubiera  llegado a su plenitud se realizaban traducciones al griego -como la que acabamos de señalar- o al latín, como las versiones rivipollenses del siglo X. Pero esas traducciones no se hicieron ni de un modo continuo ni sistemático: las traducciones latinas del siglo X fueron seguidas por las hebreas del XI; éstas por las latinas y hebreas del XII, siguiendo luego las castellanas del XIII y luego las catalanas del XIII y XIV, etc. La temática preferida no fue siempre la misma, predominando unas u otras materias según el talante propio de cada traductor. Igualmente hay que señalar que con frecuencia se llegó al estadio final de esas traducciones no de un modo directo, sino mediante el sistema de traducción denominado comúnmente de cuatro manos: un mozárabe traducía del árabe al romance oralmente y un clérigo trasvasaba sus palabras al latín. A veces, la versión final recorría un camino todavía más complicado que contenía mayor número de lenguas interpuestas. Así, por ejemplo, las Tablas toledanasfueron vertidas primero al latín, y a partir de esta lengua, al griego ( 1340).

Es lógico que estas versiones fueran vistas de reojo por los musulmanes -ahí está el texto de Ibn ‘Abdún prohibiendo que se vendan  libros musulmanes a judíos y cristianos, porque éstos los ponen a nombre de sus obispos y así roban su paternidad a los mismos musulmanes-. Pero  por mal visto que estuviera este tráfico muchas veces fue inevitable. Así, Ramón Llull obligó a un esclavo a enseñarle el árabe o, lo que es mucho más interesante, sabemos que esa suerte fue la corrida por los intelectuales -alfaquíes, matemáticos, astrónomos- que caían prisioneros en manos de los cristianos. Baste como botón de muestra un simple ejemplo que confirma las palabras de Ibn ‘Abdún. Al-Zuhri de Almería, autor de una Geografía escrita a mediados del siglo XII, nos dice:
         «Nos informó Abú-l-Qasim Muhammad ben ‘Abd al-Rahman ar- Ruway, que era uno de los amigos de al-Musta’in billah Sayf ad-Dawla,  que fue hecho prisionero y transportado a Roma y Constantinopla. Era  hombre de claro entendimiento, experto en jurisprudencia, literatura y  ciencias exactas. El cristiano que se adueñó de él era un sacerdote de su país, quien le dijo: "Ven conmigo a Santa María y allí te dejaré en libertad".. Se lo llevó consigo, tanto por su sabiduría como por sus conocimientos científicos. Refiere este hombre que en su compañía visitó Jerusalén en el año 541/1146, año en que estaba en manos de los cruzados. En el año 459/1154 le pregunté en la ciudad de Segura...»

 Es cierto que en los siglos XIV, XV y XVI disminuye el número de  traducciones realizadas del árabe a otras lenguas. Pero el peso de las que  ya existían era muy notable y se hizo sentir aún más a partir de la aparición de la imprenta, puesto que buena parte de ellas, sobre todo las de carácter científico, fueron editadas reiteradamente y sirvieron de libros de texto en numerosas universidades europeas, en las que se formó lo más granado de la intelectualidad de la época, dando así origen al Renacimiento científico, ya que no al literario que es otra cosa, de los siglos XVI y XVII: recordemos, simplemente, que el libro de Alhacén fue el texto fundamental de Óptica hasta los trabajos de Huygens ( 1695) y que Halley tuvo que aprender el árabe para realizar la edición príncipe de las obras de Apolonio  (1713).