StatCounter

viernes, 15 de octubre de 2010

Califato Ortodoxo


Los califas bien guiados (en árabe, الخلفاء الراشدون, al-julafā' ar-rāshidūn) es el nombre que se da en la tradición musulmana sunní a los cuatro primeros califas que sucedieron a Muhammad tras su muerte en el año 632 y hasta el año 661. En muchas lenguas europeas se les conoce también como califas ortodoxos. Los sunníes de lengua urdu a veces les llaman los cuatro amigos (چار یار, chaar yaar) y a su dominio el reinado de los cuatro califas.
Los cuatro eran compañeros muy cercanos del profeta y fueron elegidos por aclamación de la comunidad de creyentes, a diferencia de sus sucesores los califas omeyas y abasíes.
Los cuatro califas:
  • Abu Bakr
  • Umar ibn al-Jattab
  • Uthman ibn Affan
  • Ali ibn Abi Talib

Abu Bakr as-Siddiq


Abū Bakr `Abd Allāh ibn Abī Quhāfa `Uthmān ibn Ka`b al-Qurayshī, llamado Abū Bakr Al-Siddīq, o simplemente Abū Bakr (en árabe, أبو بكر الصديق) fue el sucesor de Mahoma y por tanto primer califa del islam, iniciador de la serie llamada de los califas ortodoxos (La Meca, c. 573 - Medina, 634).
El nombre Abū Bakr es en realidad un apelativo que suele traducirse como «el papá de los camellitos»; tenía, en efecto, un número importante de estos animales, de los que se ocupaba mucho. Este apelativo se ha convertido en un nombre propio frecuente en todo el mundo islámico (con variaciones como Bubker, Babacar, Ebubekir, etc.). As-Siddīq es también un apelativo que significa "El Sincero"; sus descendientes son llamados siddīqī. Su nombre de pila original era `Abd al-Ka`ba, esto es "Siervo de la Kaaba", que cambió por `Abd Allāh ("Siervo de Dios") tras su conversión al islam.
Mercader en La Meca y miembro de la tribu de Quraish, fue el primer hombre que se convirtió a la nueva religión predicada por Muhammad, a quien acompañó al exilio (hégira) en Medina. Se convirtió en suegro de Muhammad al casarse éste con su hija Aisha. Cuando el profeta cayó enfermo designó a Abū Bakr para que dirigiese la oración en su lugar, lo cual fue interpretado a la muerte de Muhammad como deseo de que Abū Bakr fuese su sucesor. Así, en 632 se convirtió en la primera persona que llevó el título de califa, esto es, de "sucesor del Mensajero de Dios" (خليفة رسول الله jalīfat Rasūl Allāh). Su elección fue contestada por Ali ibn Abi Talib, primo y yerno de Muhammad, quien reclamó para sí la sucesión. Ali acató finalmente la elección de Abū Bakr, pero esta divergencia daría lugar años más tarde a la división de los musulmanes en tres ramas: sunníes, chiíes y jariyíes.
El mismo año de su elección estallaron sendas revueltas tribales en las regiones de Hiyaz y Nechd; la primera rechazaba el islam y la segunda la originó la negativa a pagar el impuesto zakat al Estado islámico. El califa sofocó ambas revueltas, aunque hubo de hacer frente en lo sucesivo a oposiciones fuertes, la más importante de las cuales era la capitaneada por Musailma. Éste fue finalmente vencido por Jalid ibn Walid en la batalla de Akraba, tras lo cual quedó definitivamente adherida al estado islámico la Península de Arabia. Logrado esto, Abū Bakr dirigió a sus generales hacia la conquista de otros territorios: Iraq le fue arrebatado al Imperio Sasánida por Jalid ibn Walid en una sola campaña. Durante su gobierno, se realizó la primera compilación del Corán, que hasta entonces solo se recitaba de memoria. Abū Bakr murió el 23 de agosto del 634 en Medina. Nombró sucesor a Omar, elección que fue ratificada por la comunidad, nuevamente con la oposición de Ali y sus partidarios (según los chiíes), aunque sin ningún incidente serio. Está enterrado junto a Muhammad y Omar en la Mezquita del Profeta de Medina.
  • .












Umar ibn al-Jattab


`Umar ibn al-Jattāb (en árabe, عمر بن الخطاب) o simplemente `Umar fue el segundo de los llamados califas ortodoxos, la primera serie de gobernantes que tuvo el imperio islámico a la muerte de Mahoma y antes del establecimiento del Califato Omeya. Umar sucedió a Abu Bakr y gobernó entre 634 y 644.
Nacido en La Meca hacia el 581, combatió en un primer momento contra Muhammad y los fieles de la nueva religión, pero más tarde se convirtió al islam y llegó a ser uno de los lugartenientes más fieles del profeta. Era además suegro de Muhammad, ya que éste se casó con su hija Hafsa.
Una vez elegido califa, Umar luchó contra el Imperio bizantino y Persia. Se lanzó a la conquista del Mediterráneo oriental, echando las bases del imperio islámico que sus sucesores extenderían. Conquistó la Siria bizantina en 638, Palestina, Egipto en 642 y Mesopotamia, en adelante conocida como Iraq, el mismo año, tras la Batalla de Nehavend. En todos los territorios conquistados mantuvo las estructuras administrativas existentes y no intentó acabar con las creencias religiosas de sus habitantes, entre otras cosas porque puso a los no musulmanes bajo el estatuto de dimmíes o "protegidos", lo que les obligaba a pagar un impuesto específico que proporcionaba importantes ingresos al Estado islámico. Sus tropas eran mantenidas en un cierto aislamiento de la población en los lugares conquistados y las pagaba con el botín obtenido.
Umar fue el primer califa que ostentó el título de Príncipe de los creyentes (أمير المؤمنين amīr al-mu'minīn). Instituyó la era de la Hégira, por la que se rige el calendario musulmán, con inicio el 16 de julio del año 622. También mandó construir la famosa Cúpula de la Roca en Jerusalén, alrededor de la roca en la que, según la tradición, Abraham se dispuso a sacrificar a su hijo Ismael (Isaac en la tradición judeocristiana) y desde la que Mahoma ascendió al cielo.
Murió asesinado el 4 de noviembre de 644 en la mezquita de Medina (capital del Estado) por un esclavo persa llamado Firūz. Le sucedió Uthman.




Uthman Ibn Affan

Uthmān ibn 'Affān (en árabe, عثمان بن عفان) fue el tercero de los llamados califas ortodoxos, la primera serie de califas que gobernó el Imperio islámico entre la muerte de Muhammad y la división que dio lugar al califato omeya. Sucedió a Abu Bakr y a Omar y gobernó entre los años 644 y 656.
'Uthmān ibn 'Affān es el 'Uthman por excelencia dentro de la cultura árabe e islámica. Su nombre, que se transcribe aquí de acuerdo a la pronunciación del árabe clásico, puede encontrarse también como Otmán, Othman u Osman (esta última es la forma turca y persa del nombre).
Según la tradición, fue el primer habitante de La Meca en convertirse al islam, tras Muhammad y sus familiares directos. Sus relaciones con el profeta eran excelentes, ya que se casó sucesivamente con dos de sus hijas, Rukayya y Umm Kulthum. Fue elegido califa en el año 644, a la muerte de Omar, y tuvo que competir con la candidatura de Alí, primo y yerno de Muhammad. Su mandato fue polémico: confiscó en favor de su clan buena parte del botín traído de las conquistas en África, Asia Menor y Persia. También fijó por escrito el texto del Corán, que hasta entonces se transmitía como tradición oral, ordenando al mismo tiempo destruir cualquier edición escrita hecha con anterioridad. Ello le acarreó la enemistad de muchos de los antiguos compañeros de Mahoma y sobre todo de la tercera esposa de éste, Aisha, hija de Abu Bakr. Fue asesinado por un hermano de Aisha el año 656; le sucedió su rival Alí.





Ali Ibn Abi Talib

Abu l-Hasan Ali Ibn Abi Tálib (en árabe: أبو الحسن علي بن أبي طالب, o 17 de marzo de 599 o 600,[1] 27 de enero de 661[2] ) o simplemente Alí, fue el primo y yerno de Mahoma que gobernó durante el imperio Rashidun de 656 a 661. Para los musulmanes sunitas Alí es considerado como el cuarto y último califa bien guiado, mientras que para los musulmanes chiitas Alí es el primer imán y se le considera a él y a sus descendientes como legítimos sucesores de Mahoma, todos los cuales son miembros de la Ahl al-Bayt. Este desacuerdo produjo la división de la comunidad musulmana en dos ramas: la sunita y la chiita.
Algunas fuentes muestran que Alí fue la única persona nacida en el santuario de la Kaaba de La Meca,[3] el lugar más sagrado en el islam hacia el año 600. Su padre era Abu Talib ibn Abd al-Muttalib y su madre Fátima bint Asad, pero fue criado en la casa de Mahoma como hijo adoptivo por Mahoma a la edad de seis años, ya que Abu Talib era el tío y tutor de Mahoma que había acogido a este tras quedarse huérfano. Se convirtió además en yerno del profeta al casarse en 623 con Fátima, ya que Mahoma dijo a Alí que Dios le había ordenado que se casará con la hija que tenía con su primera esposa Jadiya,[3] Mahoma dijo a Fátima: "He casado a la más querida de mi familia."[5]
Alí fue el primer hombre en convertirse a la nueva fe predicada por Mahoma, y en lo sucesivo actuó como lugarteniente de él. Basándose en esa cercanía, cuando el profeta murió (632), Alí reclamó su derecho a sucederle auxiliado por sus partidarios, la Shi'at Ali o facción de Alí (de la que procede el nombre de shiíes o chiíes). Según la tradición Chií, Mahoma exclamó antes de morir que "el iman Alí será el sucesor ante la multitud de los fieles" y aclaró comentando lo siguiente: " aquél de quien yo fuera su señor (Maulá), Alí, también es vuestro señor" (repitiéndolo tres veces), " Alá ama a quien lo ama, protege a quien lo proteja, es enemigo de su enemigo y amigo de su amigo". También requirió que "trate con su ira a quien no lo ame, haga victorioso a quien lo haga vencedor y humille a quien lo humille y que lo convierta en el eje de la victoria".
Gran parte de la comunidad, sin embargo, eligió Califa a Abu Bakr por entender que esa era la voluntad de Mahoma cuando, al caer él enfermo en una ocasión, le designó para que dirigiese las oraciones en su lugar; después fue elegido Omar (634) y más tarde a Otmán. Tras el asesinato de Otmán en el año 656, Alí fue finalmente designado Califa. Sin embargo, acusado de haber instigado el asesinato de su predecesor, encontró una fuerte oposición dirigida por la viuda de Mahoma, Aisha y varios candidatos al califato, el más importante de los cuales era Muawiyya, miembro de la familia de los Omeyas y gobernador de Siria. En la batalla de Siffín (657) Alí aceptó la propuesta de que las diferencias entre él y Muawiyya fueran resueltas por un árbitro independiente. Éste falló en favor del gobernador de Siria y Alí se replegó a su capital, la ciudad de Kufa, en el actual Iraq, donde conservó cierto poder.
Algunos partidarios de Alí, sin embargo, rechazaron en Siffín el arbitraje y abandonaron el campo de batalla. En adelante serían conocidos como "jariyíes" (los que salen). Más adelante entrarían en guerra abierta con Alí, a quien asesinaron en la mezquita de Kufa en enero de 661.
La proclamación de Muawiyya como Califa, en el 661, pone fin a la época llamada en la historia del islam "de los califas bien guiados" o "califas ortodoxos" (Abu Bakr, Omar, Otmán y Alí) e inaugura el califato omeya, con capital en Damasco.
Alí tenía varias esposas, Fátima era la más querida. Tuvo cuatro hijos de Fátima, Hasan ibn Ali, Husayn ibn Ali, Zaynab bint Ali y Umm Kulthum bint Ali. Sus otros hijos conocidos fueron al-Abbas Ibn Ali y Muhammad ibn al-Hanafiyyah.[6] Hasan, nacido en el 625 d. C., fue el segundo imán chiita y también ocupó la función de califa durante unos seis meses. En el año 50 AH, fue asesinado por un fanático de la secta de los jariyitas, quienes planeaban matar al mismo tiempo a Muawiyya, pero su plan falló.
La muerte de Alí no cerró la cuestión sucesoria, ya que sus partidarios pronto se rebelaron contra el Califa de Damasco aclamando a los hijos de Alí (Hasan, y a la muerte de él, Husein) como legítimos sucesores, y nietos, del profeta.
El personaje de Alí goza de gran popularidad en el mundo islámico, sobre todo, lógicamente, entre los chiíes. Su mausoleo en la ciudad de Nayaf es un importante lugar de devoción chií y sunni.

Referencias

  1. Ahmed, 2005, p. 234
  2. «Ali ibn Abitalib», Encyclopedia Iranica, http://www.iranica.com/newsite/articles/v1f8/v1f8a043.html, consultado el 2007-10-25
  3. a b c Nasr, Seyyed Hossein, «Ali», Encyclopedia Britannica Online, Encyclopaedia Britannica, Inc., http://www.britannica.com/eb/article-9005712/Ali, consultado el 2007-10-12
  4. ↑ «The Fourth Caliph, Ali (656-661 A.C.)». USC. Consultado el 19-12-2008.
  5. Madelung, 1997, p. 14 and 15
  6. Stearns, 2001, p. 1178

Bibliografía

  • Madelung, Wilferd (1997). The Succession to Muhammad: A Study of the Early Caliphate. Cambridge University Press. ISBN 0521646960.
  • Tabatabae, Sayyid Mohammad Hosayn; Seyyed Hossein Nasr (translator) (1979). Shi'ite Islam. Suny press. ISBN 0-87395-272-3.
  • Encyclopaedia Britannica Online. Encyclopaedia Britannica, Inc..







jueves, 7 de octubre de 2010

Musulmán converso en España


La expresión musulmán converso designa a quienes, habiendo tenido antes otras creencias religiosas, se han convertido al Islam.
El pensamiento musulmán considera la conversión al Islam como un regreso a la condición natural plena.[1]
El censo publicado en 2008 por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE)[2] da la cifra de 1.130.000 musulmanes residentes en España, equivalente al 2,5 % de la población total.[3] De todos ellos, se estima que entre 30.000 y 40.000 son musulmanes conversos;[4] la mayoría de los cuales poseen la nacionalidad española.
Buena parte de los musulmanes conversos españoles están agrupados en la Junta Islámica y en la Junta Islámica Catalana. La Junta Islámica ha creado el Instituto Halal[1], el portal de internet WebIslam [2], la revista Verde Islam [3] y Radio WebIslam. [4] A través de estos medios, se da a conocer un pensamiento musulmán adaptado a la convivencia de diversas creencias en la sociedad occidental.
Frecuentemente, los conversos a una creencia minoritaria dentro de un país pueden encontrar ciertas dificultades para vivir y expresar públicamente su credo religioso [5] ; sin embargo, dichas dificultades no suelen ser graves en los países occidentales, dado que sus sistemas legales incorporan el principio de libertad religiosa y no cuentan con un equivalente a la sharia.















Españolas musulmanas















Videos de mujeres islamicas en España







domingo, 3 de octubre de 2010

Abderraman I El principe Imigrante






Estatua de Abderramán I en la localidad granadina de Almuñécar.
Abd Ar-Rahman ibn Mu'awiya ibn Hisham ibn Abd al-Malik (en árabe, عبدالرحمن بن معاوية بن هشام بن عبد الملك), conocido como Abderramán I o Abd al-Rahmán I al-Dājil (الداخل: el que entra o el Inmigrado) (Damasco, marzo de 731 - Córdoba, 788) fue un príncipe de la dinastía omeya que tras diversos azares se convirtió en el primer emir independiente de Córdoba en 756.
La situación interna del Emirato no permitió a Abderramán I dirigir las habituales aceifas a los territorios cristianos del norte. Su reinado de treinta y dos años transcurrió entre luchas internas para sofocar la resistencia del anterior emir, Yusuf al-Fihrí, y de sus hijos, de los sirios partidarios de los abasíes y de los bereberes asentados en la Península.


Vida

Infancia y juventud


Mezquita de dinastía Omeya en Damasco destronados en 790 por los abásidas
Nieto de Hisham ibn Abd al-Malik, el décimo califa omeya, e hijo del príncipe Mu'awiya y una concubina berebere de la tribu Nafza,[1] [2] [3] Abderramán nació en un monasterio del entorno de Damasco. Cuando el califa Marwan II fue derrotado y muerto en el año 750 en Egipto y se instauró la nueva dinastía de los abasíes, el joven omeya tenía menos de veinte años. El nuevo califa Abu-al-´Abbas temeroso que la influencia que aún poseían los Omeyas pudiera amenazar el derecho al trono de su familia invito a sus rivales a la ciudad palestina de Abú Futrus, donde se llevaría a cabo un banquete donde se masacraron a los Omeyas asistentes (25 de julio de 750).[4] Los unicos sobrevivientes de la masacre fueron Abd ar-Rahman, su hermano Yahya, su hijo de cuatro años Sulayman, sus hermanas y un liberto de origen griego, Badr. Haciendose pasar por refugiados huyeron de Damasco a una aldea, donde fueron perseguidos por los soldados de Abbas, Abd ar-Rahman tuvo que dejar a sus hermanas y su hijo escapando al desierto.[5]

Detalle de la Capilla de Villaviciosa en la Mezquita de Córdoba, construida por sole y cova
Junto con su hermano Yahya y su liberto se refugió con tribus beduinas en el desierto.[6] Los abasidas persiguieron a sus enemigos sin piedad; llegando al río Éufrates seguidos de cerca por sus enemigos, Abd ar-Rahman cruzaron nadando a la otra orrilla pero Yahya no pudo y tuvo que regresar donde fue capturado y decapitado,[7] tras ver esto ambos fugitivos huyeron primero a Palestina y Siria y después al norte de África, el refugio común para aquellos que querían escapar de los abasidas.[6]
En la confusión general producida por el cambio de dinastía, África había caído en manos de caciques locales, antiguos emires o tenientes de los califas omeyas, que ahora buscaban independencia y no le apoyaron.[6] Después de un tiempo Abderramán descubrió que su vida estaba amenazada y huyó aún más lejos hacia el oeste, refugiándose entre las tribus bereberes de Mauritania (en la tribu de los Nafza a la que pertenecía su madre) pero estos terminaron por expulsarlo.[6] En sus viajes le acompañaban Bard y algunos pocos fieles a los omeyas.[8] En medio de estos peligros mantuvo sus ánimos gracias a su confianza en una profecía de su tío abuelo Maslama, según la cual él restablecería la fortuna de su familia.[8]

Llegada a la península

El joven Abderramán, acompañado por su leal vasallo Badr, y después de atravesar todo el norte de África, llegó a Ceuta en 755, y desde allí envió un agente a la Península Ibérica para buscar los apoyos de otros clientes de la familia, descendientes de los conquistadores de la península, que eran numerosos en la provincia de Elvira, actualmente Granada.[8]
El país estaba en un estado de confusión debido al débil liderazgo del Emir Yusef o Yusuf, una simple marioneta en manos de una facción, y estaba dividido por las tensiones tribales entre árabes y los conflictos raciales entre éstos y los bereberes.[6] Esto dio a Abderramán la oportunidad que no había encontrado en África. Bajo invitación de sus partidarios llegó a Bitruh Riyäna (Playa Burriana) en Nerja, al este de Málaga, en septiembre de 755.[8] En el Castillo de Turrush, Algarinejo (Granada), y apoyado por los mozárabes de la fortaleza, reclutó un pequeño ejército con el cual asaltar posteriormente el poder. Ahí fue proclamado gobernante por sus partidarios leales a los Omeyas y los opositores a Yusef.[8] En aquel momento Yusef no pudo hacerle frente porque se encontraba auxiliando a Zaragoza, siteada por los rebeldes.[8] Yusef volvio al sur inmediatamente, pero sus tropas habían sufrido fuertes perdidas en el norte.[8]
En marzo de 756 Abderramán entro con sus tropas en Sevilla, dominaba las provincias de Elvira, Sidona y Reyyo.[9] Abderramán y sus fuerzas, compuestas por sirios, yemeníes y bereberes avanzo por el valle del Guadalquivir, mientras Yusef partio de Córdoba a Sevilla pero al notar el avance de su enemigo volvio a la capital, ambos ejércitos se terminaron por encontrar en las orrillas opuestas del río, pero este estaba con las aguas crecidas por lo que era imposible cruzarlo.[9] Ambas fuerzas marcharon paralelamente hasta el paraje de Al-Musara, a las afueras de Córdoba.[9]
Yusef comenzó negociaciones, y ofreció a Abderramán una de sus hijas en matrimonio y tierras.[8] El 13 de marzo Abderramán conciente del cansancio de sus tropas y el buen estado de las adversarias le propuso a sus hombres aceptar la paz o luchar, sus soldados optaron por la última opción.[9] Viendo que el río había bajado su caudal fingió aceptar la propuesta de Yusef quién le envió animales para alimentar a sus tropas, pero de noche el ejército omeya cruzo el río sin ser notado.[9]
Al amanecer del día siguiente ambas fuerzas se prepararon para la batalla decisiva, Abderramán ordeno sus tropas con la infanteria en el centro y la escasa caballería en los flancos, el futuro Emir era casi el único que montaba un buen caballo de guerra; no tenía bandera, y se improvisó una con un turbante verde y una lanza (el turbante y la lanza se convirtieron en la bandera de los omeyas españoles).[8] Del mismo modo ordeno a sus hombres Yusef.[9] Abderramán iba rodeado de sus hombres más confiables armado con un arco.[9]
La caballería de los árabes omeyas ataco el centro y la derecha de la tropa de Yusef, compuesta por esclavos y bereberes, que huyo, en la lucha se produjo un combate singular entre Jalid Sudi, criado de Yusef y jefe de su caballería, y Habid ibn Adb al-Malik, jefe de la caballería omeya.[9]
Durante la batalla, los yemeníes temieron una huida de Abd al-Rahman en caso de un revés en el combate porque el pretendiente iba montado a caballo. Abd al-Rahman, oidos los rumores, llamó a Abu Sabbah Yahya al-Yashubi y le pidió su mula, lo cual tranquilizó a los ánimos de los yemeníes.[9]
Finalmente los jinetes omeyas y los sirios lanzaron un ataque al centro de la fuerza enemiga, matando a tres comandantes de infanteria, dos de ellos eran hijos de Yusef y Al-Sumayl ibn Hatim, ambos escaparon dando por perdida la batalla y dejaron solo al ala izquierda que resistio hasta bien entrado el día, hasta que sus comandantes fueron muertos y se disperso.[9]
Conseguida la victoria, Abd al-Rahman entró en Córdoba y se dirigió al Alcázar, donde expulsó a unos soldados que se le habían adelantado y estaban saqueando el palacio. Los yemeníes, endadados por la prohibición del saqueo, se dirigieron a Abu Sabbah Yahya al-Yashubi, que les propuso matar al pretendiente con objeto de que el poder pasara de nuevo a manos de los kalbies yemeníes. Su propuesta fue rechazada.[9]
Se proclamó emir independiente de Al-Ándalus en Archidona el 16 de marzo y los abasidas de Bagdad perdieron este territorio.[8] Poco después Abderramán entró triunfante en Córdoba con su espléndido caballo blanco, el día del 'Aid al-Kabir (commemoración del sacrificio de Abraham). Inmediatamente después liberó de la esclavitud a una visigoda conversa al Islam a la que desposó. Ella fue la madre de Hisham I.
Para asegurar su supremacia sobre las demás facciones en disputa Abderramán procuró la creación de un ejército profesional, con el fin de ganar la lealtad de sus hombres el mismo los entrenaba y elegía a sus oficiales.[10] Incluía a cristianos y bereberes entre sus filas.

Emirato



Rio Guadalquivir en Córdoba, ciudad donde Abd ar-Rahman I se proclamó emir independiente
El largo reinado de 32 años transcurrió en una lucha para traer a sus anárquicos árabes y bereberes al orden. Nunca habían pretendido tener un maestro, y se resistieron a su mandato, que se fue haciendo cada vez más duro.[10]
Yusef escapo a Toledo desde donde armo un nuevo ejército y ataco la capital, su hijo entro en ella pero la abandonaron al saber del regreso del Emir.[11] Por su parte el otro jefe rebelde, Al-Sumayl escapo a Jaén y se apoyo a Yusef pero con la nueva derrota de este ambos pidieron la amnistía, el nuevo Emir acepto a cambio de conservar a dos hijos de Yusef como rehenes, entre 756 y 757 ambos jefes derrotados volvieron a Córdoba.[11]
El 13 de mayo de 758 Yusef había escapado a Mérida donde consiguió el apoyo bereber, formando un ejercito de 20.000 hombres con los que marchó a Sevilla donde fue rechazado por los gobernadores locales, retrocedio a Toledo donde gobernaba su primo Hixam ibn Urwa que le dió refugio hasta que Yusef fue asesinado por sus soldados en 759.[10] [11] Al-Sumayl quién no participo en la rebelión fue encarcelado y estrangulado en prisión por orden del Emir.[11]
En 761 Abderraman sitió Toledo, no consiguio tomarla pero si logro un pacto por el cuál se levantaba el asedio a cambio del sometimiento de Hixam, pero este se rebeló nuevamente el siguiente año y uno de sus hijos dado como rehén a Abderramán fue decapitado y su cabeza lanzada por sobre los muros de la ciudad.[10] En 764 Bard junto a Tamman ibn Alqama al-Thaqifi asediaron la ciudad, producto de la dureza del cerco se llego a un acuerdo por el que una facción de la ciudad entregó a Hixam y sus comandantes, llevados a Córdoba donde se les crucifico públicamente.[10] [11]
En 763 los Abásidas enviaron un jefe árabe llamado Al-`Ala ibn Mugaith al-Yashubi al-Hadrami con hombres, dinero e instrucciones para lograr una rebelión contra el Omeya, desde Beja (actual Portugal), Abderramán se preparo para resistir el ataque de Al-'Ala en la fortaleza de Carmona, mando a Bard a la ciudad y establecer un campamaneto en la entrada de esta con gente que le apoyara, mientras los abásidas se distrajeron y dispersaron intentando entrar en la ciudad Abderramán ataco con su caballeria oculta en las cercanias.[11] Los jefes enemigos resultaron muertos y sus cabezas fueron enviadas (las llenó con sal y alcanfor) al gobernador de Túnez con etiquetas con sus nombres en sus orejas.[10]
Durante las constantes rebeliones Abderraman cortaria miles de cabezas para imponer su dominio y sus principales enemigos fueron los bereberes que lo veían como otro conquistador árabe más.[10] Los bereberes habían participado en la conquista de la península pero recibieron las peores tierras, dedicandose en zonas montañosas al pastoreo además de no tener los mismos derechos que los árabes.[10] En 768 el jefe bereber Shaqya ibn Abd al-Walid al-Fatimi se rebelo en la provincia de Cuenca y se proclamó Imán y descendiente de Fátima, desde su refugio en las montañas lanzó varios ataques en el interior de la actual España hasta 777 cuando fue muerto por sus partidarios y su cabeza enviada al Emir como prueba de su sometimiento.[10] Con esto el Omeya expandio su dominio al norte sometiendo el valle del Ebro llegando a los Pirineos.[10]
En 777 desembarco en la costa murciana de Todmir el agitador árabe al-Siqlabi enviado por la corte de Bagdad.[11] De inmediato se movio a Barcelona entro en contacto con el gobernador independiente de Zaragoza Suleyman ibn Yaqzan al-Arabi y con Abu-l-Aswad Muhammad, hijo de Yusuf, con quienes sublevo la ciudad.[11]
Ese año el primer intento de someter Zaragoza fracaso, el ejército fue dispersado y su comandante capturado, los gobernantes de la ciudad eran fuertemente independientes, esperando una nueva ofensiva enviaron una embajada a Paderborn, donde se reunieron con Carlomagno, unico monarca capáz de enfrentar al Emir[10] y asegurar su independencia del centralismo del Omeya, comparado con el feudalismo del rey franco.[12]
En 778 dos ejércitos francos cruzaron los Pirineos, pero Barcelona y Pamplona, ciudades que les habían pedido ayuda les negaron su apoyo, pero al llegar a su objetivo se unieron y retrocedieron por los pasos occidentales produciendose la batalla de Roncesvalles.[12] A fines de 779 Abderramán finalmente conquisto Zaragoza pasando a dominar el valle del río Ebro.[12] En cuanto a al-Siqlabi huyó a Valencia donde fue perseguido por un ejército del Emir que termino por quemarle sus naves, fue asesinado por uno de sus mercenarios y su cabeza fue enviada al Aderramán a fines de 778 o inicios de 779.[11]
También hizo frente a los reinos cristianos, exigiendo tributo al reino Astúr-leonés, que se tuvo que ver obligado a pagar por el potencial omeya.
En cuanto a los yemeníes se sublevaron en dos ocasiones, la primera en Niebla al mando del jefe Said al-Matari al-Yashubi quién se apoderó de Sevilla y se hizo fuerte de nuevo en Qalat Raawac (Alcalá de Guadaira), donde fue sitiado por el emir.[11] En una de las salidas que hicieron los rebeldes para tratar de romper el cerco Said al-Matari resultó muerto. Sus tropas tuvieron que pedir la rendición después de una enconada lucha.[11] Abu Sabbah Yahya al-Yashubi, el influyente jefe yemení que propuso la muerte del emir tras la batalla de Al-Musara ya que se decía que estubo involucrado en la rebelión, se le invito a ir a la capital a manera de reconciliación donde se le asesino.[11]
La segunda rebelión duro un poco más, entre 772 y 774.[11] Mientras Abd al-Rahman I estaba sitiando el castillo de Xabatrán, donde se hallaba refugiado el rebelde bereber Shaqya (diciembre de 772), recibió un mensaje de su hijo Suleymán, gobernador de Córdoba en su ausencia, en el que le anunció la sublevación de los sevillanos al mando de un tal Abd al-Gaffar al-Yashubi, primo del asesinado Abu Sabbah Yahya al-Yashubi, y de Hayat ibn Mulatis con apoyo de los yemeníes locales.[11]
El Emir volvió a su capital pero tras comprobar el tamaño de las fuerzas rebeldes envió a su primo Abd al-Malik ibn Umar al-Marwaní a la vanguardia de sus tropas, quedando él mismo en retaguardia dispuesto a socorrerle.[11] Al-Marwaní envió a su hijo Umayya a explorar, cuando este se encontro con tropas sublevadas huyó siendo castigada su cobardia con la decapitación a manos de su propío padre.[11] Tras esto al-Marwaní arrengo a sus hombres y ataco a los rebeldes destrozando a su ejército, como premio por su valor Abderramán caso a su hijo Hixam con la hija de su primo y le entrego tierras y títulos hereditarios.[11]
El 20 de noviembre de 773 Abderramán entró en Sevilla y ordenó la ejecución de los partidarios de la rebelión. Este hecho le acarreó tal odio entre los árabes que el Emir tuvo que comprar esclavos, es decir, mamelucos, para su ejército, pues aquellos no quisieron entrar a formar parte de sus filas a partir de entonces con tanta voluntariedad como antes.[11]
Los dos jefes yemeníes de la rebelión pudieron escapar, pero el emir les persiguió hasta la vertiente sur de Sierra Morena, donde gracias a una estratagema de su primo les derrotó en el wadi Qais (rio Bembézar) en 774.[11]
Su territorio estuvo muy bien organizado gracias a la eficacia de su ministros, gobernadores en las siete provincias del emirato, caldíes, jueces de las ciudades y el consejo coránico, que procuraba la integración de las diferentes etnias bajo las leyes de Mahoma, como los muladíes (cristianos conversos), mozárabes (cristianos que pagaban tributo extra por permanecer en territorio musulmán) y los judíos, plenamente integrados. Además siempre tuvo 4 ó 5 asesores que le aconsejaban en cada decisión difícil. Entre dichos asesores se encontraba su antiguo vasallo Badr, al que nombró jefe del ejército, y con el que guardaba una cierta amistad.
Ordenó que no se rezase jamás por los abasidas de Bagdad. Fue proclamado príncipe de los creyentes. En las monedas no se hacía ninguna mención a Bagdad y tan solo reflejaban el año en curso y el nombre de Al-Ándalus. Fomentó los cultivos e introdujo la palmera en la península Ibérica. Según la tradición todas las palmeras de España descienden de una palmera que plantó Abderramán I con sus propias manos en el jardín de su palacio de Córdoba.
En 785 decidió aprovecharse el material de una basílica visigoda dedicada a San Vicente para iniciar la construcción de la mezquita de Córdoba, que quedaría para la posteridad como símbolo del esplendor de la España musulmana.[12] Durante sus últimos años inicia un proceso de construcciones masivas para justificar su poder a ojos de su comunidad cuando este ya estaba asegurado[12] tras la derrota de los hijos de Yusef, Abu-l-Aswad Muhammad y Qasim ibn Yusuf, quienes se habían rebelado en Toledo, Abderramán los vencio personalmente en batalla el 11 de septiembre de ese año.[11]
Los cristianos unitarios, que eran los propietarios de dicha iglesia, vieron con buenos ojos la construcción de la mezquita. Para ellos nada cambiaba pues, convertidos al Islam, experimentaban hacia Jesús la misma idea que tenían de él que cuando eran cristianos. Los unitarios no creían en Jesús como dios, ni creían en la trinidad, es más esperaban la llegada de un profeta, quien anunciado por Jesús, completaría y reforzaría su mensaje.
Entre 779 y 780 el omeya Abd al-Salam ibn Yazid y Ubayd Allah ibn Aan, este último sobrino del emir, intentaron derrocarle del poder. Pagaron el intento con su vida.[11]
Años despues, en 783, su tambien sobrino al-Mugira, hijo de su hermano Walid, junto con un hijo del famoso Al-Sumayl ibn Hatim llamado Hudhayl ibn Al-Sumayl, fraguaron otra conspiración que también pagaron con su vida.[11]
También su fiel liberto Badr fue insolente con su señor y cayó en desgracia, siendo temporalmente desterrado a una plaza fronteriza en [772]]. Años más tarde se reconcilió con el emir y recuperó sus bienes confiscados y sus prerrogativas pasadas.[11]
Tuvo tres hijos legítimos que pretendían sucederle, Suleimán, Hisham y Almondzir. Abderramán tomó la decisión de elegir él el sucesor siguiendo una antigua traición oriental. Escogió a Hisham, por ser el más parecido a él tanto en carácter como físicamente, dejándole un legado inmenso.
Nunca llegó a perder ninguna batalla ante ninguno de sus enemigos y en sus últimos años, Abderramán tuvo que lidiar con una sucesión de conspiraciones de palacio, que reprimió enérgicamente. Establecio un estado musulmán unificado que logro detener el avance cristiano por varios siglos y evito el colapso del Islam más rápido.[12] A pesar de ello, fundó la dinastía que aseguró el control omeya de España hasta 1031.[12]
Es posible que después de sofocada la rebelión de los moriscos en el siglo XVI fueran a establecerse en la región de Valencia parte de los descendientes Omeyas que quedaron y hubieran sido obligados a cristianizarse o a salir deportados desde el puerto de Alicante en 1609.

Notas y referencias

  1. Foundation for Medieval Genealogy: Moorish spain
  2. Paul Lunde, Islamic Seville, January/February 1993 print edition of Saudi Aramco World, p. 20-31
  3. André Clot, L'Espagne Musulmane, p.40, Ed.Perrin, 2004, ISBN 2-262-02301-8
  4. Ni media palabra: Piedra y color: Año 844 d.C: los vikingos saquean Sevilla (parte I)
  5. Ahmed ibn Muhammad al-Maqqari. The History of the Mohammedan Dynasties in Spain, pág. 96.
  6. a b c d e Abderramán I 1/5
  7. Ahmed ibn Muhammad al-Maqqari. The History of the Mohammedan Dynasties in Spain, pág. 60.
  8. a b c d e f g h i j Abderramán I 2/5
  9. a b c d e f g h i j k Batalla de Al-Musara (756)
  10. a b c d e f g h i j k Abderramán I 3/5
  11. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v Abd al-Rahman ibn Muawiya al-Dajil (756-788)
  12. a b c d e f g Abderramán I 4/5

Enlaces externos


Predecesor:
Yûsuf al-Fihrî
Emir de Córdoba
756 - 788
Sucesor:
Hisham I

Documental sobre Abderraman I





















sábado, 2 de octubre de 2010

Almanzur Billah





Estatua de Almanzor colocada en Algeciras en verano de 2002, en conmemoración de los mil años de su fallecimiento.
Para otros usos de este término, véase Almanzor (desambiguación).
Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí (en árabe, أبو عامر محمد بن أبي عامر ابن عبد الله المعافري), llamado Al-Manūr billah (المنصور بالله), el Victorioso por Alá, más conocido como Almanzor (c. 938 - Medinaceli (?), 11 de agosto de 1002), fue un militar y político andalusí, caudillo del Califato de Córdoba y valido de Hisham II.


Vida

Juventud

Aunque existen dudas acerca de la fecha exacta de su nacimiento todo parece indicar que éste se produjo en algún momento del año 938. Vino al mundo en el seno de una familia terrateniente árabe de origen yemení,[1] de la tribu Mâafir, establecida desde la conquista de la Hispania visigoda en Turrux, una alquería perteneciente a la cora de Algeciras, junto a la desembocadura del río Guadiaro.[2] En este lugar había recibido su familia de manos de Táriq ibn Ziyad unas tierras como premio a la destacada actuación de un antepasado, un general de Muza de nombre Abd Al-Malik,[3] en la conquista de Carteia y Al-Yazira Al-Jadra en el año 711.[4] La abundancia de topónimos derivados del árabe Turrux en Andalucía y principalmente en las provincias de Málaga y Granada ha propiciado que varias ciudades hayan sido señaladas equivocadamente como cuna del militar andalusí.[5]
Algunos amiríes ocuparon las funciones de cadíes y de juristas relacionados con los yemeníes ma'afir. A su padre, Abd Allah, se le describe como un hombre piadoso, bondadoso y ascético, que murió en Trípoli cuando regresaba de su pereginación a La Meca.[1] Su abuelo materno se destacó en el reinado de Abderramán III como médico y ministro del Califa.
Muy joven, ammad ibn Abū ʿĀmir se trasladó a Córdoba, donde acabó sus estudios de Derecho y de Letras bajo la tutela de sus tíos. Después de ocupar un modesto puesto de memorialista en la Mezquita de Córdoba, el joven pronto destacó por sus cualidades e inició su fulgurante carrera política como escribano de la sala de audiencias del cadí jefe de la capital, Muhammad ibn al-Salim. Pronto llamó la atención del visir Yafar al-Mushafi, amo de la administración civil, que le introduciría en la Corte califal.
Durante el califato de Alhakén II, ocupó importantes cargos administrativos, como los de director de la ceca (967) o intendente del ejército del general Galib (972).
En el 967 se convirtió en intendente del príncipe Abderramán, hijo y heredero del califa Alhakén II y de su favorita, la vascona Subh, con la cual estableció una relación privilegiada sumamente beneficiosa para su carrera. Convertido en director de la ceca, en 968 fue nombrado tesorero del califa. Al año siguiente, fue promovido a cadí de Sevilla y de Niebla y en 970, a la muerte del príncipe Abderramán, pasa a ser el administrador del joven heredero, Hisham. Comenzó a llenar sus bolsillos con el dinero de las arcas reales, siendo acusado de malversación. Sin embargo, gracias a sus contactos, fue capaz de maquillar las cuentas y salir no ya impune, sino beneficiado del proceso. Así, Almanzor recibió una disculpa oficial y obtuvo el mando de la shurta media (policía).
Convertido ya en uno de los personajes más importantes del Califato, se hizo construir un suntuoso palacio en Al-Rusafa, a una legua al Norte de la capital. Poco después se convirtió en gran cadí de las posesiones omeyas en el Magreb, lo que le permitió establecer estrechas relaciones con los jefes bereberes.

La conquista del poder

El fallecimiento del califa Alhakén II en 976 inauguró un nuevo periodo en la carrera política de Almanzor. Al-Ándalus atravesaba en aquel momento una grave crisis de sucesión, porque el sucesor designado, Hisham, nacido en 965, era demasiado joven para reinar. Ante esta situación, el entorno del difunto se dividió. Había quienes eran partidarios de designar un regente, al-Mushafi, mientras que otros preferían dar el título califal al hermano del difunto, al-Mughira. Sintiendo que esta designación entrañaría el final de su carrera política, Al-Mushafi decidió asesinar a al-Mughira, y para realizar tan vil trabajo escogió al ambicioso y carente de escrúpulos Almanzor.
Éste rodeó el palacete de al-Mughira con un destacamento de cien soldados de origen eslavo, irrumpió en él y notificó al infante la muerte del Califa y la entronización de Hisam II. El joven quedó aterrado y manifestó lealtad y obediencia a su sobrino. Entonces, ante las dudas de Almanzor, al-Mushafi exigió el cumplimiento de lo acordado, con lo que el desgraciado al-Mughira fue estrangulado delante de sus mujeres y colgado de una viga de la techumbre, como si se hubiera suicidado. Como jefe de la policía, Almanzor se apresuró a ocultar el crimen y ordenó que su víctima fuera enterrada allí mismo.
Hisham II fue investido califa la mañana del lunes 4 de safar de 366 H[6] con el título de al-Mu'yyad bi-llah, es decir, el que recibe la asistencia victoriosa de Dios. Se encargó de tomar el juramento de fidelidad a la gente, delante del nuevo califa, su tutor, jefe de la Policía Media, de la Ceca y de Herencias Vacantes, el omnipotente y omipresente Muḥammad ibn Abū ʿĀmir. Seis días después de su investidura, el 8 de octubre de 976, Hisham nombró hayib o primer ministro a al-Mushafi y visir y delegado del hayib a Almanzor, que tenía entonces 36 años.
Sin embargo, las relaciones entre los dos se deterioraron al poco tiempo y para hacerse con nuevos aliados, Ibn Abi Amir utilizó numerosas estratagemas. Se propuso hacerse con el control del ejército, y para ello no dudó en ganarse al generalísimo Galib, el poderoso gobernador de la Marca Media. Participó en varias campañas para granjearse el favor de los militares y se casó con Asma, la hija de Galib. Se atrajo la simpatía de la población al restaurar el orden en Córdoba y multiplicó sus gestos piadosos para ganarse a los fuqaha (juristas, alfaquíes) malikíes: así, censuró la biblioteca del califa y ordenó destruir las obras de filosofía y astronomía juzgadas incompatibles con la ortodoxia sunní. En este mismo sentido, copió el Corán con su propia mano e hizo ampliar la mezquita de Córdoba algunos años más tarde, en 987.

Almanzor, caudillo de al-Ándalus

Su política demagógica y populista le permitió hacerse con nuevos apoyos y dar un auténtico golpe de Estado. En 978 expulsó a al-Mushafi y se convirtió en hayib. Al año siguiente salvó al príncipe de un complot y desde ese instante empezó a aparecer como el salvador de la dinastía y protector del Califa. Con este título trasladó la Administración desde Medina Azahara a Medina Alzahira, su residencia personal, cuya construcción comenzó en 979 y duró dos años. En 994 el joven califa delegó sus poderes en Almanzor, el cual recluyó a su señor en la jaula dorada de Medina Alzahira. Esta política fue vivamente combatida por su suegro Galib, pero este último terminó derrotado y muerto en la batalla de Torre Vicente, no lejos de Atienza. A pesar de su parentesco, Almanzor no dudó en acabar con el prestigioso militar para allanar el camino que le conduciría al poder, y no se privó de enviar a su esposa Asma la cabeza de su infortunado padre.
Muhammad ibn Abū ʿĀmir adoptó entonces el título honorífico (laqab) de Al-Mansur y comenzó a reinar como verdadero dueño y señor de al-Ándalus. Contrariamente a una opinión extendida, ni él ni sus sucesores llevaron en el laqab el epíteto de bi-l-llāh, incluyendo la palabra Alá, sin duda por prudencia, para evitar atribuirse un nombre honorífico propio de los califas.
Después de apartar a Subh del poder, Almanzor hizo asesinar a varios dignatarios molestos, como Ya'far ibn Hamdun (983), al-Mughira (984), su propio primo Askaladja o incluso a Ibn al-Rumahis, el almirante de la flota califal. Otro hito de su política interna fue el aumento de la presencia de contingentes extranjeros en el ejército, una política iniciada por Abderramán III después de la derrota de Simancas (939). De tal modo instaló contingentes de bereberes Sanhadja cerca de Elvira (Granada), Maghrawa (en la región montañosa de Córdoba) y a los Banu Birzal y Banu Ifran en la región de Jaén. Esta política estaba encaminada a alejar a los opositores árabes del ejército y permitir a Almanzor rodearse de guerreros fieles tan sólo a su persona, y odiados por la población local, lo que impedía que pudieran traicionarle.

Las campañas del Magreb

Almanzor prosiguió en el Magreb la política omeya con la intención de controlar las salidas de las rutas comerciales del desierto, por las que llegaban los esclavos y el oro. Nunca intervino personalmente y prefirió apoyarse en las tribus bereberes zanata, en particular en los Banu Maghrawa, los Banu Ifran y los Banu Miknasa. Esto le permitió contrarrestar la influencia de los fatimíes que, después de trasladarse a Egipto, habían dejado estas regiones bajo el control de los ziríes. La estrategia amirí comenzó por la fortificación de las ciudades costeras, como Ceuta, y por la construcción de una gran ciudadela en Belyounesh. En 980 las tribus zanata se apoderaron de la ciudad de Sidjilmasa, donde se fundó un principado pro-andalusí gobernado por Khazrun ibn Falful. Los ziríes no tardaron en reaccionar y, después de haber atacado Ceuta en 980, en 991 infligieron una gran derrota a las tropas cordobesas.
En 994 fundaron en su provecho un pequeño principado centrado en Oujda, que pronto se alió con Almanzor para sacudirse de la tutela fatimí. Cuando en 997 se sublevaron contra Córdoba, Almanzor envió un ejército al mando de su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, que aplastó a los rebeldes en menos de un año.

Razias contra los cristianos


Campañas militares de Almanzor. En verde oscuro, territorios hostigados por el militar árabe. El mapa muestra las diferentes aceifas de Almanzor y las fechas en que fueron llevadas a cabo.
El control sobre el oro africano permitió a Almanzor contar con fondos casi ilimitados y acuñar dinares que reafirmaban su prestigio. Paralelamente a las campañas del Magreb, Almanzor estuvo consagrado a la guerra contra los reinos cristianos de España. Nada menos que 56 razias realizó Almanzor entre 978 y 1002:
  • 981 - Zamora
  • 985 - Barcelona
  • 987 - Coímbra
  • 988 - Sahagún y Eslonza
  • 997 - Braga y Santiago de Compostela
  • 999 - Pamplona
  • 1000 - Batalla de Cervera
  • 1002 - San Millán de la Cogolla
En el verano de 997, asoló Santiago de Compostela, después de que el obispo Pedro de Mezonzo[7] evacuara la ciudad. Quemó el templo prerrománico dedicado a Santiago, respetando su sepulcro. Esto permitió la continuidad del Camino de Santiago. La leyenda cuenta que los prisioneros cristianos cargaron con las campanas del templo de Santiago hasta Córdoba y que, al parecer, hicieron el camino de regreso dos siglos y medio más tarde, por prisioneros musulmanes cuando Fernando III el Santo las recuperó para la cristiandad.
Perdió la vida por causas naturales, muriendo a los 73 años. Se desconoce el lugar exacto del óbito, ya que sus datos biográficos se diluyen entre lo histórico y lo legendario, pero lo más probable es que fuera en Medinaceli - Madinat al-Salim. La Crónica Silense sentencia:
Pero, al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos.
Antes de morir nombró sucesor a su hijo Abd al-Malik al-Muzaffar, lo que generó una guerra interna entre sus sucesores y los de Hisham II.
Su cuerpo fue cubierto con el lienzo que sus hijas tejieron con sus propias manos y cuya materia prima procedía de la hacienda heredada de sus antepasados en Turrox, solar de su estirpe. Sobre sus restos colocaron un ladrillo fabricado con el polvo que, después de cada batalla contra los cristianos, sus servidores limpiaban de sus ropas. El cadáver, así dispuesto, recibió primera sepultura en la frontera, antes de ser trasladado a Córdoba. Según el historiador árabe Ibn Idari, los siguientes versos se esculpieron en mármol, a manera de epitafio:
Sus huellas sobre la tierra te enseñarán su historia,
como si la vieras con tus propios ojos.
Por Dios que jamás los tiempos traerán otro semejante,
que dominara la península
y condujera los ejércitos como él.

Referencias

Notas

  1. a b Delgado Hernández, Antonio; et al. (2001). Estudios de Numismática arábigo-hispana: Considerada como comprobante histórico de la dominación islámica de la Península. Real Academia de la Historia,. pp. 127. ISBN 8489512892.
  2. Cano Borrego, Pedro Damián (2004). Al-andalus: El Islam y los pueblos ibéricos. Silex Ediciones. pp. 483. ISBN 8477371318.
  3. Kresdez, Juan (2007). La conjura de Cordoba. Ediciones Nowtilus S.L.. pp. 245. ISBN 8497633490.
  4. Ballestín Navarro, Xavier (2004). Al-mansur y la Dawla'amiriya: Una dinámica de poder y legitimidad en el occidente musulmán medieval. Edicions Universitat Barcelona. pp. 27. ISBN 8447527727.
  5. Martínez Enamorad, Virgilio; Torremocha Silva, Antonio (2003). Almanzor y su época. Editorial Sarrià. pp. 59. ISBN 84-95129-55-8.
  6. 2 de octubre de 976
  7. Vaqueiro, Vítor (1998). Guía da Galiza máxica, mítica e lendaria. Galaxia. ISBN 8482882058. pág. 448.

Bibliografía

  • Beladiez Navarro, Emilio. Almanzor: un César andaluz. Escelicer, Madrid, 1959.
  • Espinosa Durán, Ángel. Almanzor, Al-Mansur el victorioso. Alderabán, Madrid, 1998. ISBN 84-88676-37-9
  • Manzano Moreno, Eduardo. Conquistadores, emires y califas. Los omeyas y la formación de al-Andalus. Crítica, Barcelona, 2006. ISBN 84-8432-674-8

Enlaces externos