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martes, 5 de agosto de 2014

La wilaya



Prólogo

        La “renuncia al tasawwuf” como se describe en esta página web a la actitud tomada por muchos musulmanes desde los inicios de la colonización europea hasta nuestros días, es una señal y una bandera de muchos movimientos y personalidades musulmanas.

         Ven en el tasawwuf un signo de atraso, de superstición, de estar anclados en el pasado, una de las causas de la decadencia islámica.

         El tasawwuf, ciencia y arte que busca profundizar en los enunciados del Corán y la Sunna, mediante la práctica intensa del Islam, bajo la influencia de grandes maestros que formando “cadenas” (silsila) llegan hasta Rasûlullah () es el gran desconocido de nuestros tiempos incluso para muchos musulmanes.

         La estigmatización de que son víctima los grandes awliyâ (Sidi Abdelqader al-Yilani, Sidi Abu l-Hassan ash-Shâdili, Sidi ad-Darqawi, Sidi Ahmad Bamba, Sidi Moinuddín Chishti, etc.) y las prácticas de los musulmanes que los honran en sus tumbas, merece ser contestada con argumentos del Corán y la Sunna y comentarios de los ‘ulamá.

         Porque ir a recogerse o a hacer du’â en una tumba ha sido una práctica de los musulmanes de todos los tiempos, aunque en los últimos dos siglos haya sido desprestigiada y tildada de shirk y bid’a.
         ¿Cuál es el fundamento del amor de los musulmanes por los awliyâ? ¿Qué es la wilaya? ¿Cuál es el origen de los máusim y su práctica correcta?
         Todas estas preguntas serán contestadas en este texto breve.


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Un walí es un musulmán que debido a su apertura y cercanía a Allah, a su intimidad con él, tiene una posición especial. Este grado se da normalmente a un musulmán debido a su seguimiento estricto de la Shari’a, del camino del Islam y por su sinceridad e ‘ibada. Algunas veces la wilaya (cualidad del walí) se concede a una persona desde su nacimiento.
De entre los awliyâ (pl. de walí) de la Nación de Muhammad, los más elevados son los cuatro Julafá Rashidun, Sidnâ Abu Bakr, Sidnâ ‘Omar, Sidnâ Uzmán, Sidnâ ‘Ali (r.a.) y después todos los sahaba al-kiram. Los sahaba son también awliyâ.
La fuente de bâraka para los awliyâ después de los sahaba es Sidnâ ‘Ali (r.a.). En otras palabras, todos los awliyâ tienen la bendición de la wilaya mediante ‘Ali ibn Abi Taleb (r.a.). 
De los awliyâ de todas las ummas, los superiores son los awliyâ de la Umma de Rasûlullah ().
En todas las épocas ha habido awliyâ, y necesariamente tiene que haber, aunque reconocerlos puede ser una tarea difícil.
Hay muchas escuelas de transmisión del tasawwuf, que tienen unas cadenas de transmisión de conocimientos (silsila), que van de maestro en maestro hasta Sidnâ Muhammad (). El objetivo de todas ellas es la realización de los objetivos profundos del Islam en el ser humano a través de las enseñanzas del Corán y el Hadiz, bajo la bâraka de los maestros y con una disciplina y rigurosidad personal del aspirante (murîd). Las escuelas espirituales (turûq) son muchas, y destacan como principales la Qâdiriyya, fundada por Shaij Abdelqader al-Yilani, la Shadiliyya, fundada por Abu l-Hassan ash-Shâdili, la Naqshabandiyya, establecida por Juaÿa Baha’uddín Naqshabandi, la Sohrawardiyya, etc., con múltiples ramificaciones cada una de ellas. El Islam es el mar donde desembocan todas estas escuelas.
El conocimiento de todos estos grandes awliyâ es vastísimo, hasta el punto que han dado informaciones de makâna wa ma yakûn, es decir, lo que ha pasado y pasará, conocimientos que se encuentran en el lauh al-mahfuz, la tabla resguardada donde Allah ha escrito todo lo que ha sucedido y sucederá.


‘Aqaid referentes a los awliyâ


            Allahu Ta’ala ha dado mucha fuerza a los awliyâ. Quien solicita su ayuda la obtiene aunque grandes distancias lo separen de ellos. Después de su deceso, su influencia aumenta.

         Visitar las tumbas de los awliyâ es un factor positivo para adquirir taqwâ, prosperidad y bâraka. Hacer actos meritorios para y ofrecer su recompensa para el bienestar de los awliyâ (recitar el Corán, dar a los necesitados, recitar el salat ‘ala n-nabí) es muy beneficioso para el musulmán y una buena manera de adquirir bâraka. Realizar el mausim(conmemoración del aniversario de la muerte) de un walí es también beneficioso. A este respecto, tenemos que decir que la degeneración folklórica que han sufrido determinados máusim es algo que se sale del camino del Islam: recitar el Corán, hacer du’â y dzikr, escuchar un discurso (y darlo), alimentar a los necesitados y dar la recompensa al walí en cuestión son los actos de un máusim. Ni la música, ni el encuentro multitudinario de personas para hablar de cuestiones del dunya están en el espíritu original del máusim. 

         Determinadas prácticas que vemos en nuestros días son bid’a. Realizar suÿud a cualquier otro que Allahu Ta’ala es haram. Si se hace con intención de respeto, es una falta, un danb; si se hace con intención de ‘ibâda es shirk.

         Los musulmanes que hayan abandonado la Sunna y la Yama’â no pueden ser considerados nunca como awliyâ.

         El Tasawwuf tiene por objeto aceptar y seguir a Rasûlullah () física y espiritualmente, y seguir la Shari’a. Es, pues, una profundización del Islam, no una doctrina aparte o un resabio de cultos pre-islámicos como nos quieren hacer creer algunos.
         Un sahaba puso una vez su tienda en un lugar sin darse cuenta que la ponía encima de una tumba. Más tarde se dio cuenta de ello porque podía oir recitar sûra al-Mulk. Contó lo sucedido al Profeta (), quien le dijo que la recitación de la sûra al-Mulk ayuda al fallecido en la tumba a la vez que le protege del dolor y el castigo.(Sahîh at-Tirmidi). De este suceso deducimos que los siervos queridos por Allah viven en sus tumbas, de lo contrario Sidnâ Muhammad () habría hecho caso omiso de este incidente. En vez de eso, habló de las excelencias de la sûra al-Mulk y dijo explícitamente que los siervos amados por Allah aún viven en sus tumbas.

         En tiempos de Mu’awiya (r.a.) se hizo un canal entre Meca y Medina. Ese canal pasó inadvertidamente por un terreno donde estaban enterrados los shuhadâ (mártires) de Uhud. Un obrero, mientras cavaba, incidentalmente cortó un pie de un shahid (mártir). Como resultado de ello, la sangre empezó a brotar de ese noble pie. Aprendemos de ello que no sólo las almas, sino los cuerpos de los íntimos de Allah están vivos. (Yaçb ul-Qulûb, Sharh as-Sudûr).

         El Imam Abu Na’im (r.a.) en su libro Hilyat al-Awliyâ narra que Sidnâ Sa’id (r.a.) dijo: “¡Por Allah! Hamîd Tawîl (r.a.) y yo estábamos enterrando a Sidnâ Zâbit an-Nibhani (r.a.), y cuando poníamos las últimas piedras una de ellas cayó en la tumba. Miré para abajo y vi como Sidnâ Zâbit (r.a.) se preparaba para el salât y estaba implorando a Allah de la siguiente manera: “¡Allah! Has dado a unos cuantos de entre tus criaturas el permiso de realizar el salât en la tumba, dame a mi el mismo permiso” Está más allá de la Rahma de Allah rechazar una invocación así”. Sidnâ Zâbit ibn Aslam an-Nibhâni al-Basri era un tabi’i. Completaba la recitación del Corán entero todos los días. Ayunaba muy a menudo. Esto demuestra que los awliyâ viven en sus tumbas y hacen ‘ibâda como cuando estaban en el mundo físico.

         Un hadiz qudsí dice que: “Cuando mi siervo se convierte en Mi amado, sus palabras y atributos son el reflejo de Mis Palabras y Atributos. Cualquier cosa que pida, se lo concedo. Si pide refugio en Mí, le protejo”.

         Todas estas bendiciones las encontramos en los awliyâ incluso después que hayan abandonado este mundo. Los musulmanes visitan las tumbas de los Awliyâ porque a éstos les ha sido prometida el auxilio y la Rahma de Allah. Si un musulmán visita la tumba de un walí y dice el siguiente du’â: “¡Oh íntimo de Allah! Tú eres el amado de Allah. Por favor pide a Allah por mí”, ¿cómo puede ser que haya quien considere esto como shirk, si el mismo Señor de los Universos ha prometido a los awliyâ estas mercedes?

         Si alguien considera que la visita a la tumba de un walí no le reportará ningún bien, no es que haya insultado a dicho walí, sino más bien que ha dudado de la promesa de auxilio que Allahu Ta’ala ha hecho a sus siervos queridos.

         Los awliyâ son Ayât ar-Rahma (Signos de Rahma). Arropan en su cobertura de Rahma a aquellos que los recuerdan y focalizan la Rahma en ellos. Alguien preguntó al Sultân al-Awliyâ, Sidnâ Gauz al-Adham (r.a.): “¿Si alguien respeta y honra tu nombre aunque no sea tu murîd o no haya sido educado personalmente por ti, será contado entre tus muridín?El gran Gauz (Auxilio) contestó: “Allah aceptará a todos aquellos que tengan cualquier forma de relación o conexión conmigo y escriba su nombre en mi asamblea espiritual. Si alguien adopta un camino deseado, Allah le bendecirá con la Guía y la Tauba. Estará bajo mi estandarte espiritual. Ciertamente mi Señor, el Poderoso y Altísimo ha prometido que todos mis muridín, todos aquellos que me aman y aquellos que siguen mi camin, entrarán en el Jardín”. (Bahÿat al-Asrâr).


Mu’aÿiçat de los awliyâ


         Los awliyâ realizan a veces mu’aÿiçatprodigios, hechos maravillosos más allá de las leyes naturales, aunque éstas no sean una condición de su wilaya. El mayor de sus mu’aÿiçat es su rigor en el cumplimiento de la Shari’a. Al-Gauz al-‘Adam (r.a.) dijo: “La mu’aÿiça del walí es su completa sumisión a las enseñanzas del Nabí ()”.

         Shaij al-Akbar, Muhi d-Dîn Muhammad Ibn al-‘Arabi (r.a.) explica así el fenómeno de las mu’aÿiçat:
        a.      Un tipo de mu’aÿiça es la hisiya (aparente), esto es, la evidente y claramente visible para todo el mundo. Por ejemplo, conocer el futuro, andar grandes distancias con un solo paso, sostenerse en el agua, etc.
        b.     Otro tipo de mu’aÿiça es la ma’nawiya (espiritual) que sólo puede ser vista y percibida por determinadas personas. Por ejemplo, control de los deseos carnales, adoptar virtudes por la Guía de Allah, practicar todas las obligaciones del Islam bajo cualquier circunstancia, etc. (Futuhat al-Makkiya).

La persistencia en cumplir la Shar’ia es el más grande prodigio de los awliyâ. Un walí verdadero es justo, sincero, y sigue el camino trazado por Sidnâ Muhammad ().

Sidnâ Abu Yaçid al-Bustâmi (r.a.) nos previene: “Si veis a una persona con las piernas cruzadas volando por los aires, ¡no os dejéis engañar por las apariencias! Observad más bien su apego a la realización de la ‘ibâda y a las fara’id y su separación del harâm, su realización de lo aconsejado y su prevención ante lo detestado, su realización del adab y todos los aspectos del Camino del Islam”. (Risâla al-Qusairiyya).

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