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lunes, 31 de diciembre de 2012

al-‘Aqida al-Islamiyya




Por Sayyd Sabiq


CAPÍTULO I

Islam, Imán y ‘Amal

          El Islam es el Dîn que Allah reveló a Muhammad (s.a.s.), y se compone de Imán y ‘Amal
          El Imán representa la ‘Aqida y los fundamentos sobre los cuales se asientan las normas del Islam.
          El ‘Amal equivale a la Shari’a y las ramificaciones que pueden ser consideradas como extensión del Imán y de la ‘Aqida.
          Tanto el Imán y el ‘Amal, como la ‘Aqida y la Shari’a están entrelazados entre sí uno con otro de la misma forma que el fruto con su árbol, lo causado con la causa, o los resultados o conclusiones con sus premisas.
          Y debido a estos firmes lazos aparece el ‘Amal asociado al Imán en la mayoría de las Ayats del Corán al-Karim.

          Y anuncia la buena nueva a aquellos que poseen Imán y realizan buenas acciones que para ellos hay jardines bajo los cuales corren arroyos. (Al-Baqara, 25)
         
          A quien actúe correctamente, sea hombre o mujer, y posea Imán, le concederemos una vida pura y le recompensaremos de acuerdo con lo mejor de sus obras. (An-Nahl, 97)

          Aquellos que poseen Imán y obran correctamente depositaremos en ellos un amor misericorde. (Maryam, 96).


Concepto de Imán y de ‘Aqida

          ‘Aqida e Imán son sinónimos cuyo significado es poseer una certeza absoluta.

          El concepto de Imán y de ‘Aqida abarca seis elementos:

1)    El conocimiento de Allah; el conocimiento de Sus Bellos Nombres y de Sus Cualidades Trascendentales; el conocimiento de las pruebas de Su existencia y las manifestaciones de Su Grandeza en el Universo y en la Naturaleza.
2)    El conocimiento del mundo que está tras la Naturaleza, o también llamado el mundo no visible, y el conocimiento de lo que hay en él en cuanto a las fuerzas del bien representadas en los Malayka y el conocimiento de las fuerzas del mal representadas en Iblis y en la existencia de los Shayatin; al igual que también comprende el conocimiento en este mundo de la existencia de los Yinn y de los Espíritus.
3)    El conocimiento de los Libros de Allah los cuales hizo descender para delimitar lo verdadero de lo falso, el bien del mal, lo halal (lícito) de lo haram (prohibido) y lo bello de lo feo.
4)    El conocimiento de los Profetas y de los Enviados que Allah ha elegido como señales y guías para que conduzcan a la creación hasta la Verdad.
5)    El conocimiento del Yaum al-Ajir (la vida después de la muerte), y lo relativo a ella en cuanto a recompensa y castigo, y lo relativo en cuanto al Jardín y al Fuego.
6)    El conocimiento del Qadar de Allah (Destino) como fundamento sobre él que se establece la estructura del Universo en lo referido a la creación y al orden de la misma.

Unidad de la ‘Aqida


        Este es un concepto que compete al Imán, como la ‘Aqida que Allah ha hecho descender a través de Sus Libros, de Sus Profetas, haciendo de ella un testamento tanto para las primeras como para las últimas generaciones de seres humanos. Una ‘Aqida única, que no cambia con el paso del tiempo o el lugar, ni cambia con los seres humanos ni los pueblos.

        Él os ha prescrito el Din que impuso a Noé, y que te hemos revelado, y que impusimos a Abraham, Moisés y Jesús, diciendo: Permaneced perseverantes en la obediencia y no os dividáis  en ella. (Ash-Shura, 13)
         
          Aquello que ha legislado Allah para nosotros en cuanto a norma, así como aquello de lo que nos ha hecho depositarios,  de la misma manera en que hizo herederos a los Profetas anteriores, es el origen y fundamento de la ‘Aqida y de las bases del Imán y no las ramificaciones ni las normas prácticas, pues cada Umma o pueblo ha tenido sus propias normas conductuales en correspondencia con sus propias circunstancias, sus estados y con sus niveles de pensamiento y espiritualidad,

          “A todos les hemos dado una ley y una senda” (Al-Ma-ida, 48)

          Pues en verdad Allah ha hecho de esta ‘Aqida una ‘Aqida extensiva para toda la humanidad, y eterna por encima del tiempo, en la que encontramos pruebas evidentes y un provecho útil para la vida de las personas y las comunidades.
          El resultado del conocimiento de Allah a través de esta ‘Aqida hace brotar los sentimientos nobles  y despierta los órganos sensoriales del bien y educa el ámbito del autocontrol, e incita la búsqueda de los actos más nobles y generosos y con ella se aleja el hombre de los actos mezquinos y sus consecuencias.
          El conocimiento de los Malayka tiene como consecuencia su imitación y la colaboración con los mismos en el ámbito de la verdad y el bien, así como también conlleva la adquisición de una conciencia plena y de un despertar completo, no emergiendo del hombre entonces mas que aquello que es hermoso, actuando  gracias a ella con un objetivo generoso.
          El conocimiento de los Libros revelados conlleva la gnosis del Sendero recto ordenado por Allah al hombre para que al transitar por el mismo llegue a la plenitud tanto material como espiritual.
          El conocimiento de los Profetas tiene como objetivo seguir sus huellas y adoptar sus naturalezas, seguir sus ejemplos, pues ellos representan el Sendero correcto y el ejemplo de vida limpia que Allah quiere para los hombres.
          El conocimiento de la Vida Próxima es el motor más fuerte que impulsa a hacer el bien y abandonar el mal.
          El conocimiento del Destino provee al hombre de fuerza y energía para afrontar todas las dificultades y pruebas relativizando así los grandes acontecimientos.
          Queda así claro pues, que el fin de la ‘Aqida es la educación de la conducta humana, la depuración de los egos encaminándolos hacia los modelos más elevados y nobles de actuación, gracias a que ella está basada en verdades firmes, siendo considerada como el más elevado de los conocimientos humanos.
          La educación del camino individual por medio de la implantación de la ‘Aqida islámica constituye el método o camino más grande entre los diferentes métodos educativos, pues el Dîn del Islam posee un poder sobre los corazones y los egos y una influencia sobre los sentimientos y lo sentidos que apenas alcanzan otros medios inventados o ideados por los sabios, los juristas y los educadores.
          La siembra de la ‘Aqida en los egos de los individuos es el camino o método más perfecto para dar lugar a la existencia de individuos correctos e íntegros que puedan desempeñar un papel completo en la vida y que participen de forma importante en dotar a la sociedad de aquello que es más útil y recto, pues este aspecto de la educación colma a la vida de belleza y plenitud coloreándola de amor y paz.
          Cuando es el amor el que domina desaparece la disputa, el litigio y la armonía reemplaza la discordia, convergiendo y armonizándose la gente en su esfuerzo y trabajando los individuos para el bien comunitario y a su vez la comunidad actúa promoviendo la felicidad y la integridad del individuo.
          Por tanto queda manifiesto que el Imán es algo universal y eterno y que Allah nunca ha abandonado a ninguna generación, y que a toda nación le ha proveído de un Profeta que invoca este Imán y a la profundización de las raíces de esta ‘Aqida.
          A menudo este llamamiento ha caído bajo la corrupción de la conciencia humana haciéndose manifiesta la necesidad del hombre del milagro que le haga regresar a su naturaleza armónica primigenia con el objeto de corregir la existencia terrena y reforzar la confianza de la existencia.
Sin lugar a dudas esta ‘Aqida constituye el espíritu de todo individuo, gracias a ella la vida se hace esplendorosa y su ausencia produce la muerte espiritual del hombre; ella es la luz sin la cual el hombre deambula ciego por las sendas de la vida extraviándose en los valles de sombra.
         
“Quien estaba muerto y le devolvimos la vida, dándoles una luz con la que anda entre los hombres, ¿puede ser acaso como quien está en las más profundas tinieblas de las que no puede salir? (Al-An’am, 122)
         
Esta ‘Aqida es el origen y fuente de los sentimientos nobles y la tierra de cultivo de los sentimientos excelentes y elevados; de ella no emerge otra cosa que la virtud y la acción correcta. Toda virtud deriva de ella, y toda acción correcta igualmente procede de ella.
          Cuando el Corán al-Karim habla de la acciones correctas coloca a la ‘Aqida a la vanguardia de las acciones justas, como fuente y origen sobre las que ha de cimentarse. Dice Allah (s.t.)
         
          “La veracidad no consiste en que volváis vuestros rostros a Oriente o a Occidente, sino que la veracidad está en aquel que posee el Imán con Allah, ante el Último Día, ante los Malaika, ante el Libro y ante los Profetas, y da su dinero por amor a Él a los parientes y a los huérfanos, al necesitado y al viajero, y a los que piden por caridad, y para el rescate de los cautivos, y establece el Salat y cumple con el Zakat, y los que cumplen su promesa cuando la hacen y el paciente en la pobreza y en la desgracia y el constante y firme en tiempo de guerra; éstos son quienes se han mostrado veraces y quienes siente sobrecogimiento ante Allah”, (Al-Baqara, 177)

          Los diferentes Profetas han expuesto esta ‘Aqida  a las gentes de forma sencilla y fácil, dirigiendo sus miradas a los reinos de los cielos y la tierra, despertando sus intelectos a la reflexión en los signos de Allah y estimulando en su Fitra original aquello que ha sido plantada en la misma en relación al Dîn y al mundo espiritual que está tras este mundo material. 
De esta forma sembró el Profeta (s.a.s.) esta ‘Aqida en las almas de su Umma (Nación del Islam), dirigiendo sus miradas, dirigiendo sus pensamientos, despertando sus inteligencias, despertando sus naturalezas primordiales (Fitra), y cuidando esta siembra en su crecimiento hasta que alcanzó el éxito deseado para poder llevar a su Umma desde la dualidad y el politeísmo hasta la ‘Aqida del Tawhid (la Unidad y Unicidad de Allah) llenado sus corazones con el Imán y la Certeza (Yaqín) de la misma manera que hizo posible que sus Compañeros se convirtieran en guías e Imames rectos que condujeran al bien para dar lugar a una generación fortalecida por el Imán, aferrada a la Verdad (Al-Haqq) y que fuera esta generación como el sol para el mundo y la medicina para los pueblos!.
          Allah ha distinguido a esta generación con la superioridad y el privilegio, y ha dicho:

          “Sois el mejor pueblo para la gente, ordenáis lo bueno prohibís lo malo y poseéis el Imán con Allah” (Al-Imran, 110)

          En el hadiz de Hariz ibn Malik al-Ansari (r.a.) se nos da una imagen brillante de lo que es este Imán:
          En cierta ocasión Hariz pasó por el lado del Profeta (s.a.s.) y le dijo éste:
          ‘¿Cómo has amanecido Hariz?
          Dijo: Ciertamente he amanecido como un Mumin (aquel que posee Imán en su corazón)
          Dijo el Profeta (s.a.s.): Mira lo que dices, pues cada cosa tiene su propia realidad, ¿cuál es la realidad de tu Imán?
          Dijo: Mi alma se ha despegado del mundo. He pasado la noche en vela. Me he esforzado durante el día. Y he contemplado el Trono de mi Señor emergiendo. Y he visto a la gente del Yanna (Jardín) paseando en él. Y he visto a la gente del Fuego pidiendo auxilio.
          Dijo el Profeta (s.a.s.): En verdad has conocido Hariz’.
          Relatado por at-Tabarani con una cadena débil.

La desviación de la senda de los Profetas

          Desde la instauración del Tawhid a manos del sello de los Profetas de Allah, permaneció la ‘Aqida fundamentada en la Revelación de Allah y en la enseñanza celestial, basándose básicamente en el Libro y en la Sunna, dirigiéndose desde los aspectos más básicos del ser humano hasta la educación de las facultades humanas así como de las características más elevadas del hombre proporcionándole una guía en su camino para elevar al mismo a lo más elevado de acuerdo con la nobleza del Tawhid. Pero posteriormente surgieron las diferencias políticas y el seguimiento de las diferentes escuelas de pensamiento y el arbitraje de la razón en los ámbitos para los cuales no estaba facultada, siendo esto la causa de la desviación de la senda de los Profetas como también fue la causa de  la transformación del Imán en un asunto de orden filosófico, y de comparación en el ámbito de la Lógica, así como el objeto de debates acercándolo al ámbito de un debate bizantino.
          Y así el Imán dejó de ser el Imán mediante el cual es depurado el Ego del hombre, sus acciones, se alzan los individuos y es vivificada la Umma del Islam.
          La consecuencia de las diferencias políticas, de la desviación de la senda de la Fitra original y de la impronta de las diferentes escuelas de pensamientos que sobrevinieron, así como del imperio de la razón, fue la división del contenido de la ‘Aqida en escuelas diferentes, cada una de ellas representadas por un color intelectual definido reservándose cada una de ellas el detentar la verdad y quien no entrara en su círculo de enseñanza era considerado bajo su punto de vista como fuera del Islam.
          El resultado de todo esto fue la disputa y los efectos de esta división  atrajo sobre los musulmanes peligrosas cosechas: la ‘Aqida se estremeció en los individuos y el Imán se tambaleó en los corazones, y la ‘Aqida dejó de ser considerada como algo supremo en la senda de los individuos y el Imán perdió el poder sobre las facultades de los mismos.
          La debilidad de la ‘Aqida se siguió de la debilidad del individuo, de la familia y de la sociedad, y de todos los aspectos de la vida. Y esta debilidad empezó a avanzar lentamente en todos los frentes hasta que la Umma se mostró impotente en su seguimiento y en asumir sus responsabilidades tanto en lo interior como en lo exterior, y la Umma dejó de ser tal y como Allah deseaba que fuese, una Umma íntegra para conducir y guiar al resto de pueblos y sociedades.
          Puesto que la causa del retraso de la Umma respecto a sus grandes fines radica en la debilidad de la ‘Aqida, es necesario por tanto que nos afanemos en el esfuerzo de implantarla en nuestras almas y que recordemos el plan que dibujó el Profeta (s.a.s.) en su cuidado a través de su desarrollo y fomento hasta que su fines adquieran fuerza y se alcance la certidumbre que conduce hasta la nobleza de la vida y que nos ayude a alcanzar los más elevados grados de fuerza y nobleza. 

CAPÍTULO II

El Conocimiento de Allah

-         El medio de conocimiento
-         El conocimiento a través de la razón
-         La imitación como velo  de la razón
-         Los ámbitos y el límite de la reflexión
-         El Conocimiento por medio de los Nombres de Allah y de Sus Cualidades
-         El Nombre Supremo de Allah

        Sin duda alguna el conocimiento de Allah es el más elevado de todo los conocimientos y la base o fundamento de todos ellos, como también es la base sobre la cual descansa toda la vida espiritual.
         De este conocimiento se deriva el conocimiento de los Profetas y los Enviados así como su infalibilidad, su función, su cualidad y la necesidad de sus mensajes, incluyendo igualmente con aquello los prodigios, la Wilaya (la proximidad a Allah) y los libros celestiales.
         De este conocimiento también se deriva el conocimiento del mundo existente tras la Naturaleza: los Malayka (Ángeles), Yinn (Genios) y el Espíritu.
De este conocimiento también brota el conocimiento del Destino de esta vida y hacia donde lleva: la vida del Barçaj (la Vida intermedia entre ésta y la Próxima), y la Próxima Vida: la Resurrección, el Juicio, la Recompensa, el Castigo, el Jardín y el Fuego.

-         El medio de conocimiento

    Para el conocimiento de Allah existen dos medios o vías:
La primera: la razón y la reflexión acerca de todo cuanto Él ha creado
La segunda: El conocimiento de los Nombres de Allah y de Sus cualidades.
    Por tanto, ya sea a través de la razón por un lado o bien a través de los Nombres y las Cualidades por otro, el hombre conoce a Su Señor y se dirige a Él.
    Arrojemos luz sobre cada uno de estos dos medios de conocimiento:

-         El conocimiento por medio de la Razón.

    Todo miembro u órgano tiene una función determinada, y la función de la razón es la reflexión y la atención. Si la razón es desprovista de estas capacidades su trabajo resulta inútil, perdiendo su función más importante, de lo cual se sigue la interrupción de la energía de la vida resultando de ello el anquilosamiento, la muerte y la extinción. El Islam busca que la Razón se alce por encima de aquello que la traba, haciéndola despertar de su sueño y convocándola a la reflexión y la atención las cuales son consideradas las joyas de los seres humanos.
    “Di, mirad que es lo que hay en los cielos y la tierra” (Sura Yunus, 101)
    “Diles, Sólo os exhorto a hacer una cosa: A que permanezcáis de pie ante Allah, de dos en dos e individualmente, y luego reflexionéis” (Sura As-Saba’, 46)
    Y aquellos que reniegan del don de la Razón y no la emplean en aquello para  lo que ha sido creada y se muestran negligentes ante los signos de Allah, Allah los ha censurado diciendo:
“Y cuántos signos de Allah en los cielos y la tierra pasan y ellos los rechazan” (Sura Yusuf, 105)
“Y no viene un signo de entre los signos de Su Señor sin que ellos lo desprecie”(Sura Ya Sin 46)
    No emplear la Razón para la función para la que ha sido creada rebaja al ser humano al rango más inferior entre los animales. Dice Allah (s.t.), “En verdad, hemos creado a muchos ÿinn y hombres cuyo fin será el Fuego. Tienen corazón pero no entienden con él, tienen ojos pero no ven con ellos y tienen oídos pero no oyen con ellos. Son como el ganado; ¡no!, están aún más extraviados. En verdad que son negligentes” (Sura Al-A’raf, 179)

La Imitación como velo de la Razón

    La imitación constituye el impedimento para la puesta en funcionamiento de la Razón y el obstáculo para la reflexión, y por tanto Allah elogia a aquellos que se dedican a la creación, estudiándola, arrojando luz sobre ella y tomando lo mejor de la misma y rechazando lo contrario.
    Y Allah condena a los imitadores que no reflexionan sino a través de la reflexión de otros, y se vuelven rígidos en lo antiguo y conocido, aunque lo nuevo sea más útil y mejor.
    “Y cuando se les dice, ‘Seguid lo que Allah os ha enviado’, dicen, ‘No, seguiremos lo que encontramos en nuestros padres; ¡aunque sus padres no supieran y estuvieran alejados del buen camino!” (Sura Al-Baqara, 171)   

Los ámbitos de la reflexión

    Y cuando el Islam invita a la reflexión, quiere que ésta sea dentro del círculo de la Razón y dentro de los límites de sus facultades.
    Allah invita a la observación de todo cuanto Él ha creado en los cielos y en la tierra, en el hombre mismo y en toda la humanidad, y no ha vedado mas que la reflexión acerca de la Esencia de Allah por sobrepasar ésta su facultad.
        “Reflexionad en la creación de Allah y no reflexionéis en Allah pues no podéis abarcar Su Poder” (Relatado por Abu Na’im)
        El mismo Corán contiene cientos de Ayats que invitan a la observación del espacioso universo y de sus inmensos horizontes sin límites.
        “Y así Allah os ha mostrado los signos para que tal vez reflexionéis en este mundo y en el otro” (Sura Al-Baqara).
        ¡Cuán es espacioso es el mundo al que invita el Islam en su reflexión!, pero su amplitud no es nada al lado de la amplitud de la Próxima vida.
         Entre los fines queridos por el Islam hallamos: el despertar de la Razón, el empleo de su función en la meditación, la observación y la reflexión, como guía del ser humano hacia las leyes de la vida, de las causas de la existencia, del funcionamiento del Universo y de las realidades de las cosas; para que todo ello sean antorchas que le revelen al ser humano el Creador del Universo y que le conduzcan con magnanimidad hacia esta gran realidad: la realidad del conocimiento de Allah. Pues en verdad, el conocimiento de Allah es el resultado de una Razón penetrante e inspirada y el fruto de una reflexión profunda y brillante.
         Este es uno de los medios coránicos como argumento sobre la existencia de Allah. Pues el Corán despierta en el hombre la Razón, y abre delante de él el libro de la naturaleza, para que conozca a partir del Corán aquello que pertenece a  Allah en cuanto a las Cualidades de Plenitud, Majestad, las apariencias de su Inmensidad, la prueba de su Santidad, el abarcamiento de Su Ciencia, la penetración de Su Poder y Su Singularidad dentro de la creación.
         Prestemos atención a las siguientes ayats coránicas:
         “Di: ‘Toda alabanza corresponde a Allah, y la paz sea con los siervos Suyos a quienes Él ha elegido. ¿Es mejor Allah o lo que ellos Le asocian?, o ¿quién creó los cielos y la tierra, y quién os envió agua desde el cielo con la que hacemos que crezcan huertos espléndidos? Vosotros no podríais hacer que Sus árboles crecieran. ¿Acaso hay alguna realidad aparte de Allah. No, son un pueblo que atribuyen partícipes a Allah. O, ¿Quién hizo de la tierra un lugar de descanso, colocó ríos en su mitad y dispuso en ella firmes montañas, poniendo una barrera entre las dos aguas?, ¿acaso hay alguna realidad aparte de Allah?. No, la mayoría de ellos no lo saben. O, ¿Quién responde a la persona afligida cuando Le invocan, os aparta del mal y os convierte en sucesores en la tierra?, ¿acaso hay alguna realidad aparte de Allah. Qué poco es lo que reflexionáis. O, ¿Quién os guía en toda clase de tinieblas de la tierra y del mar, y Quién envía los vientos como buena nueva antes de Su misericordia?, ¿acaso hay alguna realidad aparte de Allah? Por encima está de lo que ellos Le asocian. O, ¿quién origina la creación, repitiéndola después, y ¿Quién os provee del cielo y de la tierra?, ¿acaso hay alguna realidad aparte de Allah?. Diles: Presentad vuestra prueba si sois veraces”. (Sura An-Namal, 59-64). ¿Qué otro argumento más brillante que éste puede haber?, ¿Qué prueba más elocuente que ésta?. Si la razón no se somete a este argumento ni acata esta prueba, entonces no se somete ni acata a argumento alguno.
         “Pues a quien Allah no le da luz, para él no hay luz en absoluto” (Sura An-Nur, 40)
         ‘No es razonable nada que no tenga la claridad del día como prueba’

- El Conocimiento por medio de los Nombres de Allah y de Sus Cualidades

        El otro medio que adopta el Islam para que el ser humano conozca a Allah, es la exposición de los Bellos Nombres de Allah y de Sus Elevadas Cualidades.
        Los Nombres y las Cualidades son otros medios mediante los cuales Allah se da a conocer a Su creación, ventanas a través de las cuales el corazón se asoma a Allah directamente, suscitando la emoción y abriendo delante del espíritu un firmamento espacioso en él que contemplar las luces de Allah y Su Majestad.
        Estos Nombres son los mencionados por Allah (s.t.) cuando dice:
“Invocad a Allah o invocad al Rahman, a cualquiera de los dos que invoquéis para Él son los Bellos Nombres” (Sura Al-Isra, 110)
        Ellos, los Bellos Nombres son aquellos que se nos ha ordenado invocar “De Allah son los más Bellos Nombres invocadLe a través de ellos” (Sura Al-A’raf, 180). Los Bellos Nombres son noventa y nueve. Al-Bujari, Muslim y Tirmidi han narrado de Abu Huraira que el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “En verdad Allah tiene noventa y nueve Nombres, quien los hace suyos entra en el Jardín; en verdad Allah es impar y ama lo impar”.

- El Nombre Supremo de Allah

        Del mismo modo en que Allah posee todos estos Nombres, igualmente suyo es el Nombre Supremo. Difieren los sabios del Islam acerca de la explicación sobre el Nombre Supremo de Allah, no obstante, la explicación que más prevalece entre ellos es la de que se trata de un Nombre que integra a varios Nombres; si el ser humano invoca a través de este Nombre y cumple con las condiciones requeridas para la invocación, Allah le responde, y no es necesario que añadamos nada más en el Libro de Allah y en la Sunna del Profeta. Por tanto, si el hombre invoca a través de este Nombre, Allah le responde y si pide Allah le otorga. A este respecto citemos el siguiente hadiz de Buraida (r.a.), “Escuchó el Profeta (s.a.s.) a un hombre invocando, el cual decía: Allahumma en verdad Te pido que yo testifique que Tú eres Allah que no hay mas realidad que Tú, el Único el Autosuficiente, Quien no ha engendrado ni ha sido engendrado, y que no hay nada que se Le asemeje. Y dijo el Profeta (s.a.s.), Por Aquel en cuyas manos está mi alma, en verdad le ha pedido a Allah con Su Nombre Supremo si se Le invoca con Él Allah responde y si se Le pide otorga”. (Narrado por Abu Dawud, Tirmidi, An-Nasai, Ibn Mayah y Al-Mundri) 
         Y Anas ibn Malik (r.a.) ha narrado que: ‘Entró el Profeta (s.a.s.) en la mezquita en la que un hombre había finalizado su Salat y realizaba su du’a diciendo, -Allahumma la ilah illa Allah. Anta al-Mannan. Badi’u samawati wal ard. Dul yalali wa al-Ikram- (Allahumma, no hay mas realidad que Allah. Tú eres el dispensador de todo bien. Creador de los cielos y de la tierra. Poseedor de la Majestad y la Generosidad).
        Y dijo el Profeta (s.a.s.): ¿Sabéis con que ha invocado a Allah?. Lo ha invocado con Su Nombre Supremo con el cual si se Le invoca responde y si se Le pide otorga’. (Narrado por Abu Dawud, Tirmido, An-Nasai e Ibn Mayah).
        Estos Nombres le abren al ser humano amplios horizontes en el conocimiento de Allah y cuando el hombre comprende y abarca sus significados y orienta su alma según ellos, entonces se le revela la realidad más grande de todas las realidades de esta existencia.


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