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lunes, 13 de agosto de 2012

El Islam: una religión de paz y justicia




El Islam es una religión de paz en todo el sentido de la palabra. El Corán llama a este camino; pues, Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {Los caminos de la salvación} [Corán 5:16]. Describe la reconciliación en los mejores términos [Corán 4:128], y sostiene que Al-lah Aborrece cualquier disturbio de la paz [Corán 2:205].


La raíz de la palabra Islam es ‘Silm’, la cual significa ‘Paz’. Por lo tanto, el espíritu del Islam es el espíritu de la paz. La primera aleya del Corán emana el espíritu de la paz, en este se lee: {En el nombre de Al-lah, el más MisericorAl-laho, el más Compasivo}.

Esta aleya se repite en el Corán no menos de 114 veces. Esto demuestra la gran importancia que el Islam le confiere a valores tales como la Misericordia y la Compasión. Uno de los nombres de Al-lah, de acuerdo con el Corán, es As-Salam, el cual significa Paz/Pacificador. Más aún, en Corán sostiene que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fue enviado al mundo como una misericordia para la humanidad [Corán 21:107].

Haciendo una lectura del Corán, se puede evidenciar que muchas de sus aleyas (y también el Hadiz) están basados en la paz y la bondad, ya sea directa o indirectamente. La sociedad ideal, de acuerdo con el Corán, es Dar As-Salam, es decir, la casa de paz [Corán 10:25].

El Corán presenta el universo como un modelo, el cual está caracterizado por la armonía y la paz (Corán 36:40). Cuando Al-lah Creó el cielo y la tierra, también Ordenó a las cosas que cada parte debe realizar su función pacíficamente, sin chocarse con ninguna otra. Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {No le es posible al Sol alterar su curso [apareciendo de noche] y así alcanzar a la Luna, ni la noche puede adelantarse al día; todos los astros circulan por sus órbitas}[Corán 36:40]. Por millones de años, el universo entero ha estado cumpliendo su función con total armonía con Su plan divino.

De acuerdo con el Islam, la paz no es simplemente la ausencia de guerra. La paz abre las puertas a toda clase de oportunidades que están presentes en una situación determinada. Es sólo en una situación de paz que las actividades planeadas son posibles. Es por esta razón que el Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {Y si llegan a un acuerdo es lo mejor} [Corán 4:128]. Igualmente, el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, afirmó: “Al-lah Concede a la gentileza (Rifq) lo que no concede a la violencia (‘Unf)”(Abu Dawud).

De acuerdo al Islam, la paz es la regla y la guerra es sólo una excepción. Incluso en la guerra defensiva debemos analizar sus resultados; si el resultado es dudoso, los musulmanes deben evitar la guerra. Ocasionales actos de agresión no son suficientes para que los musulmanes se apresuren a la guerra. Ellos tienen que evaluar todas las situaciones y adoptar una política de no agresión, cuando no sea seguro el lograr resultados positivos mediante la guerra.

La misión de todos los profetas, desde Adam (Adán) hasta ‘Isa (Jesús), la paz sea con ellos, era una y la misma: el establecimiento de la ideología del monoteísmo en el mundo, por lo tanto esos hombres adoraban solamente al Único Al-lah. Como sabemos, vinieron una gran cantidad de Profetas en la antigüedad, pero el mensaje del monoteísmo permaneció en su etapa inicial, no puede terminar en revolución.

En la antigüedad, el sistema de monarquía estaba consolidado alrededor del mundo. Los reyes, para asegurar sus intereses políticos, adoptaban el método de las persecuciones religiosas. Estos reyes suprimían todos los movimientos religiosos que fueran diferentes a la religión del estado. Suprimían toda “apostasía” desde la raíz, ya que consideraban a la religión como una forma de afirmar la lealtad de las personas al estado. Si una persona se adhería a una religión diferente a la religión del estado, era considerada como rebelde.

Por esta razón, en la antigüedad los movimientos proféticos no podían ir más allá de la etapa de Ad-Da‘wah, o invitación al Islam. Tan pronto como se levantaba un movimiento basado en el monoteísmo, el sistema político coercitivo se activaba para arrancarlo desde sus raíces. La razón por la que no existe ningún registro histórico de los Profetas (excepto el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam) en la antigüedad, puede ser encontrada en la intensa oposición de los sistemas políticos coercitivos.

Todos los profetas de la antigüedad, históricamente hablando, son considerados como seres míticos, en vez de seres humanos reales aceptados como figuras históricas. El Profeta ‘Isa, la paz sea con él, fue el eslabón final en esa cadena de persecuciones a la que se enfrentaban los predicadores del monoteísmo. Entonces Al-lah Decretó la abolición de este sistema político coercitivo, incluso si esto implicaba el uso de la fuerza para lograr que la era de la persecución religiosa llegara a su fin definitivamente, y sea reemplazada por la era de la libertad religiosa. Este plan divino fue completado por el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y sus Compañeros, que Al-lah esté complacido con todos ellos. Este es el mandato dado en el Corán: Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {Y combatidlos hasta que cese la sedición [de la idolatría] y sea la religión de Al-lah la que prevalezca}[Corán 8:39].

Por esto, el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, recibió un auxilio divino especial, en forma de un ejército poderoso compuesto por cien mil individuos. Equipado con este ejército, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, emprendió la guerra para finalizar este sistema coercitivo de persecución religiosa, y fue en Arabia donde fue destruido primeramente. Luego, con un pequeño intervalo de tiempo, avanzaron para abolir el sistema coercitivo establecido por los imperios Sassanida y Bizantino.

Como consecuencia de esta acción islámica, el sistema coercitivo fue abolido para siempre en la mayor parte del mundo habitado de aquél tiempo. Esta guerra emprendida por el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y sus Compañeros, no fue una guerra como comúnmente se entiende, sino más bien fue una operación divina, que fue llevada a cabo por personas que poseían un carácter moral muy elevado.

Sin embargo, ciertamente esta operación fue de naturaleza temporal únicamente. Su meta fue poner fin a la era de persecución religiosa e iniciar la era de la libertad religiosa. Este objetivo fue alcanzado completamente durante el periodo inicial del Islam, el periodo de los califas bien guiados. Posteriormente, llegó el tiempo de guardar las espadas en sus vainas y ocuparse del trabajo de Da‘wah, esto es, el llamado hacia Al-lah, el cual es el objetivo real y permanente del Islam.

No es una exageración decir que el Islam y la violencia son contradictorios uno con el otro. El concepto de ‘violencia islámica’ es tan obviamente infundado que sus evidencias son rechazadas. El hecho de que la violencia es insoportable en el mundo actual, es suficiente para convencernos de que la violencia, como un principio, es bastante ajena al sistema del Islam. El Islam proclama ser una religión eterna, y como tal no puede permitir en su esquema un principio que no sea sostenible en periodos posteriores de la historia humana. Un intento por asociar la violencia con el Islam, equivale a arrojar dudas acerca de la eternidad de la religión islámica.

No es de extrañarse que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía implorar a su Señor muy sinceramente en sus oraciones diarias diciendo: “Oh Al-lah, Tú Eres la fuente original de paz; de Ti proviene toda paz y a Ti retorna toda paz. Por eso, Haznos vivir con paz; y Permítenos entrar en el Paraíso: la Casa de Paz. Bendito Seas, Señor nuestro, a Quien pertenece toda la Majestad y el Honor”.

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